Cuando llevé el curso de Cultura y sociedad con el profesor Nélson Manrique, historiador e intelectual de izquierda. Uno de los temas que escogí para mi exposición personal fueron "las movilizaciones sociales en Perú" y específicamente esta: la lucha por la jornada laboral de 8 horas, una coyuntura que no está lejos de lo que ha sido la pugna por las demandas sociales en nuestro país y que me parece prudente tocar más de 100 años después, cuando se está librando una lucha por una nueva causa.
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Imagen GEC. |
¿Cómo fue la lucha por la jornada laboral de 8 horas en el Perú?
Se vivía también para aquellos años (inicios del siglo XX) un clima de indiferencia. Esto nos sitúa en el gobierno de Augusto B. Leguia y en el Perú de Manuel Gonzáles Prada, quien era afín al concepto de anarquismo, es decir: "la libertad ilimitada y el mayor bienestar posible del individuo, con la abolición del Estado y la propiedad individual".
Gonzales Prada y los intelectuales que impulsaron el anarcosindicalismo, asumieron la lucha entre 1910 y 1920 por la jornada de 8 horas, aumento de salarios y mejora de las condiciones laborales.
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¿Por qué fue importante la figura de Gonzáles Prada en la lucha por la jornada de 8 horas?
Hoy, como mañana y como siempre el Perú ha adolecido de la indiferencia que existe por parte de Lima hacia el interior del país, en específico hacía el indio. Podemos ver que esto no ha cambiando en la actualidad, dado que las protestas y la marcha que se lleva a cabo por la renuncia de Dina Boluarte viene desde el corazón del Perú, desde las regiones del interior del país como Puno, Cuzco y Ayacucho; pero volviendo al tema, Gonzales Prada diagnosticó que el problema principal del Perú era el indio quién fue excluido, política y económicamente por siglos.
"Con los ejércitos de indios indisciplinados y sin libertar. el Perú irá siempre a la derrota, si del indio hicimos un siervo qué patria defenderá".
No está demás mencionar que el pensamiento de Gonzáles Prada inspiró a intelectuales de la talla de José Carlos Mariátegui y Víctor Raúl Haya de la Torre.
La marcha por las 8 horas: 1919 el año D.
Del 13 al 15 de enero de 1919, trabajadores y obreros de Lima se enfrentaron al gobierno de José Pardo por la conquista de la jornada laboral de ochos horas.
Desde comienzos de ese año el país vivía una situación social laboral muy difícil. Así como hoy, había paralizaciones de obreros en todo el país. En la capital, los panaderos iniciaron una huelga en los primeros días de 1919 y luego se sumaron los tejedores, curtidores, motoristas, y transportistas. Se avecinaba un paro general inminente.
Aquel año era alcalde de Lima Manuel Irigoyen e intento dialogar con los manifestantes proponiendo una jornada de 9 horas, propuesta que no fue aceptada. Entonces, la huelgas llegaron a las provincias. El clima social se hacía cada vez más denso, la tensión crecía, los enfrentamientos eran pan de cada día (no, no estoy narrando la actualidad), hasta que todo explotó el lunes 13 de enero de 1919: se había iniciado el paro general.
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Los enfrentamientos
Se produjeron ataques a cuarteles en una lucha sin cuartel, entre huelguistas y policías; se produjo destrucción del alumbrado, cundió el caos, el pánico social, sobre todo en la capital que se quedó a oscuras. Los disturbios crecieron en el Callao, muchos protestantes resultaron heridos.
"¡Menos horas de trabajo! ¡Más pan! ¡Queremos vivir más!" eran los principales reclamos. No había diálogo.
La solución
Hasta que la luz parecía brillar al final de la oscuridad y el miércoles 15 de enero, en el punto más álgido de la protesta, el paro terminó gracias a un decreto que el gobierno del presidente José Pardo firmó, y que establecía de carácter obligatorio la jornada laboral de 8 horas. En un balconazo en Palacio de gobierno y frente a cientos de manifestantes obreros, el presidente anunció el decreto.
Gonzales Prada había muerto un año antes, el 22 de julio de 1918. No vivió para presenciar el fin de aquella lucha.
Entonces ¿quién dijo que las marchas no sirven para nada?