El gran Umberto Eco nos explica por qué "los libros prolongan la vida"

Hoy compartimos una reflexión del gran escritor y semiólogo italiano Umberto Eco sobre cómo los libros nos ayudan a vivir muchas vidas.

Ilustración de Umberto Eco leyendo libros antiguos – artículo sobre lectura e inmortalidad
Imagen generada con AI.

Por qué los libros prolongan la vida – Umberto Eco

¿Quién fue Umberto Eco?

Recordemos, lectores, que el autor de El nombre de la rosa y Apocalípticos e integrados, Umberto Eco (1932–2016) fue un intelectual clave del siglo XX. Dedicó su vida al estudio de la semiótica, la cultura y la lectura como forma de prolongar la memoria colectiva.


Por qué los libros prolongan nuestras vidas

“Hoy los libros son nuestros viejos. No nos damos cuenta, pero nuestra riqueza respecto del analfabeto (o del que, alfabeto, no lee) consiste en que él está viviendo y vivirá solo su vida y nosotros hemos vivido muchísimas…”

Así reflexiona Eco en un artículo publicado por el diario La Nación en 1997, donde afirma que leer es una forma de multiplicar la experiencia humana y de conectar con la historia de toda nuestra especie.

Eco era también un gran coleccionista de libros y en esta historia te cuento acerca de su famosa biblioteca ¿qué paso con ella? 

Frases clave de Eco:

  • “Un hombre que lee vale por dos.”
  • “El libro es un seguro de vida, una pequeña anticipación de inmortalidad.”
  • “Leer ayuda también a discriminar.”

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Por qué los libros prolongan nuestras vidas

No hace mucho me entretenía imaginándome a aquellos progenitores nuestros que hablaban de sus esclavos adiestrados en trazar caracteres cuneiformes como si fueran modernos computers. Me entretenía pero no bromeaba. Cuando hoy leemos artículos preocupados por el porvenir de la inteligencia humana frente a nuevas máquinas que se aprestan a sustituir nuestra memoria, advertimos un aire de familia.

La misma reacción de terror debe de haber sentido quien vio por primera vez una rueda. Habrá pensado que nos olvidaríamos de caminar. Acaso los hombres de aquel tiempo estaban más dotados que nosotros para realizar maratones en los desiertos y en las estepas, pero morían antes y hoy serían dados de baja en el primer distrito militar. Con esto no quiero decir que, por esa razón, no nos debamos preocupar de nada y que tendremos una bella y sana humanidad habituada a merendar sobre la hierba de Chernobyl; si acaso, la escritura nos ha hecho más hábiles para comprender cuándo debemos detenernos, y quien no sabe detenerse es analfabeto, aunque vaya en cuatro ruedas.

¿Qué hemos ganado? ¿Qué ha ganado el hombre con la invención de la escritura, la imprenta, las memorias electrónicas?

En una ocasión, Valentino Bompiani hizo circular una frase: “Un hombre que lee vale por dos”. Dicha por un editor, podría ser entendida solamente como un eslogan feliz, pero pienso que significa que la escritura (en general, el lenguaje) prolonga la vida. Desde los tiempos en que la especie comenzaba a emitir sus primeros sonidos significativos, las familias y las tribus necesitaron de los viejos.

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Quizá primero no servían y eran desechados cuando ya no eran eficaces para la caza. Pero con el lenguaje, los viejos se han convertido en la memoria de la especie: se sentaban en la caverna, alrededor del fuego y contaban lo que había sucedido (o se decía que había sucedido, ésta es la función de los mitos) antes de que los jóvenes hubieran nacido. Antes de que se comenzara a cultivar esta memoria social, el hombre nacía sin experiencia, no tenía tiempo para forjársela y moría. Después un joven de veinte años era como si hubiese vivido cinco mil. Los hechos ocurridos antes de que él naciera, y lo que habían aprendido los ancianos, pasaban a formar parte de su memoria.

Hoy los libros son nuestros viejos. No nos damos cuenta, pero nuestra riqueza respecto del analfabeto (o del que, alfabeto, no lee) consiste en que él está viviendo y vivirá solo su vida y nosotros hemos vivido muchísimas.

Esto podría dar a alguien la impresión de que, no bien nacemos, ya somos insoportablemente ancianos. Pero es más decrépito el analfabeto (de origen o de retorno) que padece de arteriosclerosis desde niño, y no recuerda (porque no sabe) qué ocurrió en los idus de marzo. Naturalmente, también podríamos recordar mentiras, pero leer ayuda también a discriminar. No conociendo las culpas de los demás, el analfabeto ni siquiera conoce los propios derechos.

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El libro es un seguro de vida, una pequeña anticipación de inmortalidad. Hacia atrás (¡ay!) más que hacia adelante. Pero no se puede tener todo y al instante.

Fuente: Umberto Eco, La Nación en 1997

En ese sentido, lectores, el mensaje de Umberto Eco es claro: leer no solo nos educa, sino que nos hace vivir múltiples vidas. La lectura es una forma de inmortalidad simbólica, una herramienta para recordar, para entender, y sobre todo, para ser más humanos. En tiempos de inmediatez y pantallas, volver al libro es un acto de resistencia y también de esperanza.

¿Tú también sientes que los libros te han hecho vivir más? Cuéntanos en los comentarios cuál es ese libro que te cambió la vida. ¡nos leemos en otro artículo! 

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Mar de fondo

𝐵𝑟𝑦𝑎𝑛 𝑉𝑖𝑙𝑙𝑎𝑐𝑟𝑒𝑧 (Lima, 1990) Director del Blog de Mar de fondo. Estudié Comunicaciones, Sociología y soy autor del libro "Las vidas que tomé prestadas". Amante de los cuentos, cartas, diarios y novelas. Convencido de que "𝑈𝑛 𝑑𝑖́𝑎 𝑙𝑒𝑖́𝑑𝑜 𝑛𝑜 𝑒𝑠 𝑢𝑛 𝑑𝑖́𝑎 𝑝𝑒𝑟𝑑𝑖𝑑𝑜."

3 Comentarios

  1. Gracias por compartir tu escrito de Eco que hace eco. Saludos.

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  2. Quienes leen lo escrito o lo no escrito, sino en las estrellas, en la mente del hombre y escriben prolongan la vida.

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