Leamos "Café en suspenso" y otros tres cuentos cortos de José Saramago

Qué tal amigos, lectores y amantes de la literatura. En esta noche en que cerramos el día quiero compartir contigo parte del trabajo del Nobel José Saramago, el portugués que nos roba más de un like gracias a sus acertados pensamientos y relatos de calidad. Estuve revisando algunas de las historias de este genio y encontré cuatro cuentos cortos que pueden ser de tu agrado y puedes leer en un dos por tres ¡disfruta tu lectura!

"Café en suspenso" y otros tres cuentos cortos de José Saramago

Pero antes...unas palabras sobre el autor

José Saramago se desempeñó como escritor y novelista portugués. Nació el 16 de noviembre de 1922 en Azinhaga, Portugal. Murió el 18 de junio de 2010 en Lanzarote, España. Es considerado uno de los escritores más importantes de la literatura contemporánea en lengua portuguesa. Recibió el premio Nobel de Literatura en 1998. Resaltan sus trabajos como "Ensayo sobre la ceguera", "Memorial del convento", "El año de la muerte".



CAFÉ EN SUSPENSO


En Nápoles existe la costumbre de mandar traer un café y pagar más de lo que se consumió. Por ejemplo, cuatro personas entran, se sientan, piden cuatro cafés y dicen: “Y tres más en suspenso”. Pasado un rato, aparece un pobre a la puerta y pregunta: “¿Hay algún café en suspenso?”. El empleado mira el registro de los adelantados, verificando el saldo y dice: “Sí”. El pobre entra, bebe café y se va, supongo que agradeciendo la caridad.


EL OTRO LADO DE LA TRAGEDIA


Vi las imágenes del fusilamiento. Un poste clavado en el suelo, atado a él un hombre joven, vestido con unos pantalones oscuros y una camiseta, el pelo muy corto. Dos o tres oficiales norteamericanos están cerca, uno de ellos enciende un cigarrillo, después se aproxima un cura que dice no se sabe qué, mientras el condenado, con el cigarrillo sujeto por los labios, aspira y suelta una bocanada de humo. Unos segundos más y se apartan todos, no vemos a los soldados que van a disparar, se diría que la cámara de filmar está en mitad del pelotón de fusilamiento. De repente, el cuerpo es sacudido por las balas, resbala un poco a lo largo del poste, pero no está muerto: se agita débilmente. Los oficiales se aproximan, uno de ellos parece llevar la mano a la pistola, quizá va a darle el tiro de gracia, no se llegará a saber, la imagen acabó. Se dijo que el italiano no era soldado, que había sido, con otros, lanzado en paracaídas tras las líneas norteamericanas para actos de sabotaje, que las llamadas leyes de guerra parecen no perdonar. Todo esto es horrible, pero, no sé por qué, se me fija más en la memoria el ritual escénico del último cigarrillo del condenado a muerte, como si cada uno de aquellos hombres estuviese representando un papel: el cura para dar la absolución, el condenado que pide o acepta el cigarrillo, la mano que lo enciende, probablemente la misma que disparará el último tiro. El otro lado de la tragedia es muchas veces la farsa.




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ESCRÍBALO USTED


Me llega una carta. No es la primera vez que alguien me sugiere escribir una novela sobre historias que, por alguna razón, considera merecedoras de ser pasadas al papel. Cuando terminé de leerla, en este caso me sentí como si tuviera la irrecusable obligación de hacerlo, como si algún día hubiese asumido ese compromiso y la carta reclamara el cumplimiento de mi palabra.

La historia es, simplemente, la de un hombre que ya murió. De él me dice que era “delgado, alegre, cínico, feroz, poeta”, que quien lo conoció no lo olvidará nunca. Que su vida fue hermosa. Me dice también: “Alguien tendría que contar esto. Usted sabría, ¿qué le parece? ¿Cómo se hace un libro? ¿Cómo se recrea un personaje? ¿Existe? ¿Se inventa? ¿O se toman pequeñas nadas de otras gentes y se hace nacer un príncipe?”. Y además: “Así esta vida quedaría flotando en el tiempo, como su balsa de piedra, otro Cristo evangelizador casero, sin las conmovedoras subidas a los cielos del catecismo”. Y sugiere que si yo me decidiese a escribir el libro, si este fuese un éxito, si ganase dinero, podría dar algo a la familia necesitada… Termina diciendo: “Esta idea mía es loca, pero no tengo otra —grande— para recordar y homenajear a mi amigo. No sé escribir, no tengo dinero, no sé esculpir ni pintar ni el dolor y el vacío”.

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Leí la carta con un nudo en la garganta y casi no creía en lo que leía. ¿Cómo se puede esperar tanto de una persona, esta, además con la inconfesada esperanza de ser atendido? Claro que yo no haré ese libro (¿y cómo lo haría yo?), pero sé que voy a vivir durante un tiempo con el remordimiento absurdo de no haberlo escrito y de ser la causa inocente de una decepción sin remedio. Inocente porque estoy sin culpa, pero entonces ¿por qué está impresión angustiosa de faltar a un deber?

LA FALSA LOCURA DE ALONSO QUIJANO


Don Quijote no está loco: simplemente finge una locura. No tuvo otro remedio que obligarse a cometer las acciones más disparatadas que le pasasen por la mente para que los demás no alimentaran ninguna duda acerca de su estado de alienación mental. Solo fingiéndose loco podía haber atacado a los molinos, solo atacando a los molinos podría esperar que la gente lo considerara loco. En virtud de esa genial simulación de Cervantes, el bueno de Alonso Quijano, convertido en don Quijote, consiguió abrir la puerta que todavía le estaba faltando: la de la libertad. La curiosidad lo empujó a leer, la lectura lo hizo imaginar, y ahora, libre de las ataduras de la costumbre y de la rutina, ya puede recorrer los caminos del mundo, comenzando por estas planicies de La Mancha, porque la aventura —bueno es que se sepa— no elige lugares ni tiempos, por más prosaicos y banales que sean o parezcan. Aventura que, en este caso de don Quijote, no es solo de la acción, sino también, y principalmente, de la palabra.

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Mar de fondo

𝑆𝑜𝑦 𝐵𝑟𝑦𝑎𝑛 𝑉𝑖𝑙𝑙𝑎𝑐𝑟𝑒𝑧 (Lima, 1990) creador del Blog de Mar de fondo. Estudié Comunicaciones, Sociología y estoy escribiendo un libro. Soy un amante de los cuentos, cartas, diarios y novelas. Convencido de que "𝑈𝑛 𝑑𝑖́𝑎 𝑙𝑒𝑖́𝑑𝑜 𝑛𝑜 𝑒𝑠 𝑢𝑛 𝑑𝑖́𝑎 𝑝𝑒𝑟𝑑𝑖𝑑𝑜"

18 Comentarios

  1. Muchas gracias por compartirlo.

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  2. Solo de faltó mencionar en qué libro se encuentran estos textos.

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  3. Gracias por compartirlo. Me motivo a seguir leyendo a Saramago.

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  4. Gracias por compartir estos cuentos cortos, casi micro, de Saramago.

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  5. Saramago exelente pluma, en estos textos cortos te cuenta un mundo....

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  6. Leí todas sus novelas y también Los cuadernos de Lanzarote. Lo amo y amo su literatura, pero no se puede ser bueno en todo.

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  7. Muchas gracias!!! Leyendo cuentos cortos pienso que tal vez, sólo tal vez, se pueda volver a valorar la lectura

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  8. lo voy a leer, gracias por la recomendación

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  9. Me gusta mucho este blog, los cuentos de Saramago son pura fantasía. Gracias

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  10. Muy buena tu exposición de cuentos cortos. De Saramago o de otros autores. Gracias.

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