Leamos "Ahorcamiento de un juez", cuento de Ítalo Calvino

¡Qué tal, lectores de Mar de fondo! Es impresionante la cantidad de frases y anécdotas que podemos encontrar en los diarios de los escritores y su correspondencia. De hecho, es la ventana más cercana a la vida de nuestros autores favoritos. Ayer retomé mi lectura de Cartas a Milena y encontré una nota, así bien cortita, donde Kafka le relata en "tiempo real" un hecho curioso que vio desde su silla en el jardín, donde el protagonista era un escarabajo. Leamos de qué se trata.

Imagen: https://pin.it/HpvCU1y

Kafka en los detalles

El placer está en los detalles, es lo que suelen decir los expertos en observar y valorar cada momento de la vida. He podido comprobar que es cierto. Pero en esta historia Kafka nos lleva más allá con su capacidad de admiración, pues lo que para muchos puede significar algo insignificante para el escritor checo (enfermo ya por el mal que lo aquejaba) es encontrar un motivo para explicar un deseo, comunicar una lección o incluso enamorar.

Las cartas de Kafka a Milena Jesenská

"La enamorada de Kafka" como la conocían, intercambió misivas con el joven escritor (porque Kafka murió siendo aún muy joven) y son las que podemos disfrutar ahora en una plácida sesión de lectura. Pero se podría decir que Jesenská de 24 años sacaba lo mejor (y lo peor) del escritor. En una de sus tantas misivas de entre 1920 y 1923 se detalla el deseo de Kafka de comunicar algo mucho más allá de lo convencional..

Un libro lleno de anécdotas

No voy a dejar de escudriñar el libro de Kafka, como ya les he comentado existen anécdotas geniales y lecciones de vida como la que leerás a continuación. Ya hace algunas semanas publiqué la versión de Kafka de los trascendental que fue para Fiódor Dostoyevski la noche en que un par de hombres le abrieron las puertas al mundo de la literatura. Todo está deliciosamente (si se me permite el término) documentado en este libro que recomiendo hasta el cansancio.

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Ahora sí, sin más preámbulo te dejo este fragmento de la historia del "escarabajo de Kafka". Abierto a toda interpretación.

Estimada Frau Milena:

[...] Usted tiene todo lo mío publicado hasta ahora, con excepción de Un médico de campo, una colección de cuentos cortos que Wolff le va a enviar; por lo menos yo le escribí hace una semana por esa razón. No hay nada en prensa y no sé qué podría haber. Todo lo que usted haga con los libros y las traducciones estará bien; lamento que mis escritos no sean más preciosos para mí, pues al dejarlos en sus manos podría expresar realmente la confianza que usted me merece. En cambio me alegro de poder ofrecerle un pequeño sacrificio con las pocas observaciones que usted ha formulado respecto de El fogonero; será un anticipo de esa condenación que consiste en repasar la propia vida, pero con la mirada de quien ya comprende. Lo peor de ese castigo no es la visión clara de las malas acciones evidentes, sino de aquellos actos que en su momento uno consideró buenos.

A pesar de todo, escribir hace bien. Me siento más sereno que hace dos horas, mientras estaba con su carta en la silla tijera. Mientras estaba tendido allí, a un paso de mí yacía un escarabajo, patas arriba, desesperado.

A pesar de todo, escribir hace bien. Me siento más sereno que hace dos horas, mientras estaba con su carta en la silla tijera. Mientras estaba tendido allí, a un paso de mí yacía un escarabajo, patas arriba, desesperado.

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No podía enderezarse, me habría gustado ayudarlo, era tan fácil hacerlo, bastaba un paso y un empujoncito para brindarle una ayuda efectiva. Pero lo olvidé a causa de la carta. Además no podía ponerme de pie. Por fin, una lagartija logró que volviera a tomar conciencia de la vida que me rodeaba. Su camino la llevó hasta el escarabajo, que ya estaba totalmente inmóvil. De modo que no fue un accidente, me dije, sino una lucha mortal, el raro espectáculo de la muerte natural de un animal.

Pero la lagartija al deslizarse por encima del escarabajo, lo enderezó. Por unos instantes continuó inmóvil, como muerto, pero luego trepó la pared como la cosa más natural. Es probable que eso me haya brindado, de alguna manera, un poco de coraje. Lo cierto es que me puse de pie, bebí leche y le escribí a usted.

Suyo, Franz K.

La historia del escarabajo de Kafka está sujeta a muchas interpretaciones. Pero la más sencilla es como en la lucha entre la vida y la muerte cualquier observación puede darnos la capacidad de avanzar y que hay seres tan pequeños que pueden ofrecernos inspiración. Dónde está que la fe o lo signos no mueven montañas. Aquel día, Kafka revivió y se inmortalizó una vez más porque escribió ¡Hasta la próxima!

FIN

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