Leamos "Don Catalino, hombre sabio", cuento de Miguel de Unamuno

¡Buenas noches, queridos amigos de Mar de fondo! por nuestro recorrido literario nocturno desfilan los mejores autores del siglo XIX, XX y XX quienes nos deleitan con una impecable pluma y relatos que nos hacen estallar la imaginaciรณn. El cuento de hoy se lo debemos al genial Miguel de Unamuno, quien nos hace una magnรญfica semblanza de un personaje como ningรบn otro ¡Disfruta tu lectura! 


"Don Catalino, hombre sabio", Miguel de Unamuno
Imagen: Anciano con pipa por John George Brown


DON CATALINO, HOMBRE SABIO


Fui a ver a don Catalino. Recordarรกn ustedes que don Catalino es todo un sabio; esto es, un tonto, tan sabio que no ha sabido nunca divertirse y no mรกs que por incapacidad de ello. Lo que no quiere decir que don Catalino no se rรญa: don Catalino se rรญe a mandรญbula batiente, pero hay que ver de quรฉ cosas se rรญe don Catalino. ¡La risa de don Catalino es digna de un hรฉroe de una novela de Julio Verne! Y no dirรญa yo que don Catalino no le encuentre divertido y hasta jocoso, amรฉn de instructivo, ¡por supuesto!, al tal Julio Verne, delicia de cuando tenรญamos trece aรฑos, don Catalino es, como ven ustedes, un niรฑo grande, pero sabio, esto es, tonto.

Don Catalino cree, naturalmente, en la superioridad de la filosofรญa sobre la poesรญa, sin habรฉrsele ocurrido la duda -don Catalino no duda sino profesionalmente, por mรฉtodo-, de si la filosofรญa no serรก mรกs que poesรญa echada a perder, y cree en la superioridad de la ciencia sobre el arte. De las artes prefiere la mรบsica, pero es porque dice que es una rama de la acรบstica, y que la armonรญa, el contrapunto y la orquestaciรณn tienen una base matemรกtica. Inรบtil decir que don Catalino estima que el juego del ajedrez es el mรกs noble de los juegos, porque desarrolla altas funciones intelectuales. Tambiรฉn le gusta el billar, por los problemas de mecรกnica que en รฉl se ofrecen.

Un amigo mรญo, y suyo, dice que don Catalino es anestรฉtico y anestรฉsico. Pero anestรฉsicos son casi todos los sabios. Al cuarto de hora de estar uno hablando con ellos se queda como acorchado y en disposiciรณn de que le arranquen, sin dolor alguno, el corazรณn.

Don Catalino cree en la organizaciรณn, en la disciplina y en la tรฉcnica, y es feliz. Tan feliz como un perro de aguas, que le acompaรฑa en sus excursiones cientรญficas. Al cual perro de aguas le ha enseรฑado, para divertirse, a andar en dos patas y a saltar por un aro. Por donde se ve que no estuve del todo justo al decir que don Catalino no sabe divertirse. Aunque hay quien dice que no es por diversiรณn, sino por experimentaciรณn, por lo que don Catalino, perfecto mamรญfero vertical -que es la mejor definiciรณn del homo sapiens de Linneo-, ha enseรฑado a su perro a verticalizarse, a humanizarse.

Ademรกs, don Catalino le ha enseรฑado a un loro que tiene a decir: «Dos mรกs tres, cinco»; y si no le ha enseรฑado (a+b)2 = a2+2ab + b2, o el principio de Arquรญmides -«Todo cuerpo sumergido en un lรญquido», etc.-, es porque esto resultaba demasiado largo para un loro. Y don Catalino se empeรฑa que es mejor para el loro el que aprenda eso de «dos mรกs tres, cinco», que no Torito real, para Espaรฑa y para Portugal», u otra variedad por el estilo. Vaciedad, asรญ la llamaba รฉl. Y no pude convencerle de que en boca del loro tan vaciedad es «el dos mรกs tres, cinco», o un axioma cualquiera.

-No -me decรญa don Catalino-, ya que los loros hablan, que enuncien verdades cientรญficas.

-Pero, venga usted acรก, don Catalino de mis pecados -le dije-; dejando a un lado eso de verdades cientรญficas, como si no bastase que fueran verdades a secas, ¿usted cree que un axioma o el principio mรกs comprobado es, en boca del loro, verdad? Ni es verdad, ni es nada mรกs que una frase.

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-La verdad es algo objetivo, independiente de la intenciรณn y del estado de conciencia de quien la enuncia.

Y don Catalino se disponรญa a desarrollar este luminoso apotegma y a demostrรกrmelo por a mรกs b, cuando me puse en salvo. Porque don Catalino, sabio anestรฉtico y anestรฉsico, es mรกs objetivo todavรญa que las verdades cientรญficas que enuncia. Y no hay nada que me desespere mรกs que un hombre objetivo.

Inรบtil decir que a don Catalino se le conoce mucho mรกs y mejor en Alemania que en esta su ingrata patria. Como que yo creo que aquรญ se empezarรก a conocerle cuando se traduzca su gran obra de la รบltima traducciรณn alemana. Don Catalino estรก en correspondencia con los grandes espadas extranjeros de la especialidad que cultiva, con los don Catalinos de Europa. De Europa como unidad intelectual, por supuesto.

Don Catalino se lamenta de nuestra ligereza, de nuestro exceso de imaginaciรณn. Esto del exceso de imaginaciรณn, que es una manรญa de don Catalino, es una manera de decir, porque nuestro sabio, hablando de imaginaciรณn, es como un buey mugiendo amor. Un dรญa le encontrรฉ apenado y casi indignado. Yendo de viaje, en un momento de distracciรณn tentadora, se le ocurriรณ leer una crรณnica de Julio Camba, y luego me decรญa: «¡Esto no es serio… esto no es serio!».

-¿Y quรฉ es lo serio, don Catalino? -le preguntรฉ.

-Bueno, dejรฉmonos de paradojas -me contestรณ-. Esto que yo le digo a usted, amigo don Miguel, es que, a tรญtulo de humorismo y por hacer reรญr a las gentes, se produce un lamentable espรญritu de irreverencia hacia la Ciencia…

No se descubriรณ al pronunciar la palabra Ciencia -y la pronunciรณ asรญ, con letra mayรบscula-, pero es porque estaba ya descubierto. Yo volvรญ a ponerme en salvo, de miedo de que intentara demostrarme que es pernicioso para un pueblo el espรญritu de irreverencia para con la Ciencia y sus abnegados cultivadores.

Como se ve, cada vez que me pongo a tiro de don Catalino acabo por escaparme, buscando ponerme en salvo.

Y es que temo que acabe por convencerme de algo, que serรญa para mรญ lo mรกs terrible que pudiera sucederme.

Fui, pues, como dije, a ver a don Catalino. Querรญa conocer su opiniรณn respecto a esta guerra. Es decir respecto a la guerra precisamente, no, sino respecto a los zeppelines, a los submarinos, a los morteros del 42 y a los gases asfixiantes. Esperaba oรญrle cosas regocijantes y peregrinas sobre esos grandes inventos de la ciencia aplicada. Pero apenas me tuvo don Catalino a tiro me espetรณ a boca de jarro este epifonema:

-Hombre, me alegra verle a usted, para decirle que cada vez le comprendo a usted menos.

-¡Tanto honor!… -exclamรฉ.

-¿Cรณmo honor?

-Honor, sรญ. El no ser comprendido por un sabio, y por un sabio como usted, don Catalino, es uno de los mรกs grandes honores.

-Pues, no le comprendo…

-Yo sรญ comprendo que usted no lo comprenda. Porque ustedes los sabios estudian las cosas, pero no a los hombres…

-Hombre, hombre, amigo don Miguel… Hay antropรณlogos, es decir, sabios que se dedican a estudiar al hombre…

-Sรญ, pero como cosa, no como hombre.

-Y psicรณlogos…

-Sรญ, que estudian tambiรฉn el alma objetivamente, como una cosa…

-¡Ah! -exclamรณ-, ¡usted es partidario, sin duda, de la introspecciรณn! Pues verรก usted…

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-No, no verรฉ nada -le dije aterrado-, me acuerdo de repente que tengo una cita. Volverรฉ otro dรญa…

Y me escapรฉ una vez mรกs. Fuime a casa a leer un poeta cualquiera, el menos cientรญfico, forzosamente convencido de aquella verdad de que si el poeta es loco, el sabio, en cambio, es tonto de capirote. Y entre oรญr los graciosos embustes de un loco o las ramplonas verdades cientรญficas de un tonto, no cabe duda alguna. Me divierten mรกs las aventuras de Belerofonte o la leyenda de Edipo, que no el binomio de Newton. Y en cuanto a utilidad, como al fin y al cabo se ha de morir uno… La cuestiรณn es pasar la vida divertido. Y aunque me divierto con don Catalino, puedo asegurarles a ustedes que don Catalino no me divierte. No pasa de ser para mรญ una rara estรฉtica; quiero decir, un sujeto para bromas de mal gรฉnero, como con esta semblanza pretendo darle ¡Porque cuando la lea!…

FIN

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Mar de fondo

๐ต๐‘Ÿ๐‘ฆ๐‘Ž๐‘› ๐‘‰๐‘–๐‘™๐‘™๐‘Ž๐‘๐‘Ÿ๐‘’๐‘ง (Lima, 1990) Director del Blog de Mar de fondo. Estudiรฉ Comunicaciones, Sociologรญa y soy autor del libro "Las vidas que tomรฉ prestadas". Amante de los cuentos, cartas, diarios y novelas. Convencido de que "๐‘ˆ๐‘› ๐‘‘๐‘–́๐‘Ž ๐‘™๐‘’๐‘–́๐‘‘๐‘œ ๐‘›๐‘œ ๐‘’๐‘  ๐‘ข๐‘› ๐‘‘๐‘–́๐‘Ž ๐‘๐‘’๐‘Ÿ๐‘‘๐‘–๐‘‘๐‘œ."

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