Julio Ramón Ribeyro decía que "uno está nutrido de los autores que ama". También he leído que uno de los principales consejos que dan los grandes escritores sea de novelas o narrativa breva es tener un referente.
Imagen tomada de: https://pin.it/58wURMM |
En mi caso el referente principal por excelencia es, como ustedes saben, Julio Ramón Ribeyro, impecable autor que jamás emularé pero que me basta la sola lectura de su obra para aspirar a un estilo digno. Somos lo que leemos entonces, pero ¿saben qué más? somos lo que vivimos y escribimos lo que somos.
Este decálogo del cuento se encuentra en la introducción del libro "La palabra del mundo" y recoge aspectos importantes para el 'flaco' en la construcción de su obra. Ciertamente cada estilo es distinto y cada escritor se nutre de sus gracias y desgracias. Lean esto bien, no hay obra que no tenga una breve cuota de realidad, por más mínima que esta sea. La mejor materia prima es la propia experiencia y el talento está en cómo contarla. Veamos:
DECÁLOGO PARA CUENTISTAS
- El cuento debe contar una historia. No hay cuento sin historia. El cuento se ha hecho para que el lector pueda a su vez contarlo.
- La historia del cuento puede ser real o inventada. Si es real debe parecer inventada, y si es inventada, real.
- El cuento debe ser de preferencia breve, de modo que pueda leerse de un tirón.
- La historia contada por el cuento debe entretener, conmover, intrigar o sorprender, si todo ello junto, mejor. Si no logra ninguno de estos efectos, no sirve como cuento.
- El estilo del cuento debe ser directo, sencillo, sin aspavientos ni digresiones. Dejemos eso para la poesía o la novela.
- El cuento debe solo mostrar, no enseñar. De otro modo sería una moraleja.
- El cuento admite todas las técnicas: diálogo, monólogo, narración pura y simple, epístola, collage de textos ajenos, etc., siempre y cuando la historia no se diluya y pueda el lector reducirla a su expresión oral.
- El cuento debe partir de situaciones en las que el o los personajes viven un conflicto que los obliga a tomar una decisión que pone en juego su destino.
- En el cuento no deben haber tiempos muertos ni sobrar nada. Cada palabra es absolutamente imprescindible.
- El cuento debe conducir necesaria, inexorablemente a un solo desenlace, por sorpresivo que sea. Si el lector no acepta el desenlace es que el cuento ha fallado.