Tom estaba pensando en cuánto empeño se necesita para superar adversidades. Lo cierto es que todo proceso requiere una cuota de suerte y otra mucha de voluntad. Él piensa que el universo como tal es infinito y no responde más que a quien esparció el polvo cósmico. Allá, en un rincón, los seres humanos luchan día a día por convertirse en la mejor versión de sí mismos ¿reto? ¿un show de TV?
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Tom desnuda cada uno de sus pensamientos todas las noches ante un editor de texto, escribe prosas, escribe cojudeces, relee textos y también elabora sentencias, vidas nuevas para él; redacta con acuciosa ambición epístolas que quizá vean la luz cuando se muera (y no quiere morirse) y sueña una y otra vez con disponer la realidad que su insuficiencia humana le niega a su deseo narcisista. La vida, se dice Tom, es una sarta de momentos enredados y felices así como tristes, pero afortunados ciertamente y con mucho sentido (por descubrir) gracias a la generosa mano de la trascendencia.
Tom también, por casualidad, escucha una canción de Los Prisioneros: "Nunca quedas mal con nadie" cosa que él no puede hacer y por eso se pregunta: ¿hasta dónde puede llegar la empatía de los seres humanos? ¿de cuánto podemos despojarnos y ponernos en el lugar de los demás?
Tom sabe que no puede controlar a las personas ni hacerlas felices, pero puede desearles con su buen corazón felicidad, lo escuchó una vez en una clase, Tom quisiera hacer feliz a su primo enfermo, quisiera darle la receta exacta para su vida. Tom quisiera hacer feliz a todo el mundo, crear un albergue para perros, asegurar la vida de quienes ama y al mismo tiempo quisiera salir de sí, dividirse en pedacitos, negarse a sí mismo y entregarse al mundo.
Piensa con su esperanza esperante que allá, en el fondo el rompecabezas se va a armar y todas las barreras que limitan a los seres humanos se vendrán abajo. Tom a veces se siente especial, no maldito, no, no, no; al contrario, marcado por una sensibilidad que a veces lo atormenta ¿por qué usa demasiado la cabeza?
Cavila la lógica marxista de amar y ser amado. Es optimista, pues todas sus esperanzas recaen en el autofundado que sabe poner siempre las cosas en su lugar.
Tom apaga la televisión.