Siete consejos de Edgar Allan Poe para escribir y entender la literatura de terror

¡¿Qué tal, lectores?! Escribir es una de las terapias más relajantes que puede existir y en un mundo tan convulsionado como estresante, puede ser una válvula de escape que tal vez nos permita descubrir un talento oculto. Por eso, aquí en MF compartimos los consejos más valiosos de escritores cuentistas talentosos, y hoy conoceremos "las fijas" que nos dejó el mismísimo Edgar Allan Poe ¡Leamos! 

consejos de Edgar Allan Poe para escribir literatura de terror
Imagen tomada de Pinterest: https://pin.it/2VcbsO6gW


La inspiración y la capacidad de anonadarse con el mundo la poseemos todos los lectores. De este modo cientos de escritores han sabido convertir cualquier realidad convencional en una potencial historia. Entre ellos, uno de los más conocidos es Edgar Allan Poe, el escritor estadounidense nacido en 1809 que nos aproxima con su obra al oscuro mundo del terror y lo fantástico. 

Los consejos de Allan Poe

Cada escritor tiene un estilo y modo de hacer literatura, algunos han revelado estas claves en entrevistas y otros como Edgar Allan Poe, lo han hecho a propósito a través de un documento.  ¡Así es! Poe dejó escrito un ensayo titulado "The Philosophy of Composition", en donde no solo explica su manera de escribir y todo el proceso creativo, sino que pone de ejemplo el poema "El Cuervo", para demostrar detalladamente como compone un texto. El mismo diría: 

"Escojo para ello 'El cuervo' debido a que es la más conocida de todas. Consiste mi propósito en demostrar que ningún punto de la composición puede atribuirse a la intuición ni al azar; y que aquélla avanzó hacia su terminación, paso a paso, con la misma exactitud y la lógica rigurosa propias de un problema matemático". 

Mientras vamos avanzando en el ensayo de Allan Poe, conoceremos también su punto de vista respecto al cuento y las novelas. Por eso, con sutil elegancia nos regala siete importantes consejos. 

El ensayo de Edgar Allan Poe

Como mencioné "The Philosophy of Composition" es un ensayo escrito por Edgar Allan Poe en 1846 en el que expone su proceso creativo y sus teorías sobre la escritura. Si revisamos el texto en español nos daremos con que Poe desglosa cómo argumenta que la creación literaria debería ser un proceso metódico y calculado, no resultado de una inspiración espontánea o azarosa.

El maestro Poe sostiene que un buen autor debe principalmente decidir el efecto que quiere causar en el lector y posteriormente armar la obra para lograr ese efecto. Por ejemplo, en El cuervo, Poe quería evocar un sentimiento de belleza melancólica. 

Los siete consejos de Edgar Allan Poe

Los primero que dice Poe es que debemos conocer el final "antes que la pluma ataque el papel", dice que solo si se tiene continuamente presente la idea del desenlace podemos conferir a un plan la indispensable apariencia de lógica y de causalidad, siempre teniendo en cuenta todas las incidencias y en especial el tono general para la intención establecida. 

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Una vez que tenemos claro eso, pasamos a Establecer la dimensión. Esto quiere decir, según Poe, que debemos considerar el tiempo que llevará nuestra obra a ser leída. Si hablamos de poemas, Poe dice que si son demasiado extensos para ser leídos en una sola sesión "los asuntos del mundo, y todo lo que denominamos el conjunto o la totalidad queda destruido automáticamente".

El tercer consejo sería "Establecer la impresión o efecto que se quiere conseguir". Aquí, el escritor de El corazón delator, insiste en tener claro el efecto que desea causar a los lectores y los alcances de la obra. Con el poema El Cuervo, Poe tuvo "siempre presente la voluntad de lograr una obra universalmente apreciable".

Es importante también determinar el tono. Con esto, el autor de "El pozo y el péndulo" se refiere a todo aquello que tiene que ver con la actitud de la voz que se utiliza en una obra. Debemos establecer cómo se contará la historia y esta puede ser: informal, solemne, irónico, por decir algunos ejemplos.  Poe explica que la repetición obstinada de la famosa frase en "El Cuervo", "Nunca más" la escogió por su fonética tanto como por sus cualidades conceptuales. Su objetivo fue conseguir un tono melancólico.

Seguimos avanzando y ahora le toca el turno a los personajes de la obra. Poe dice que para este punto se preguntó cuál es el tema más melancólico de todosuno que se comprenda universalmente. "Respuesta inevitable: ¡la muerte!" Por tanto decidió escribir sobre "un amante que llora a su amada perdida".

Establecer un clímax es importante para Poe, pues así empleamos mejor los primeros trazos de la obra que estamos escribiendo, Poe aconseja establecer el clímax de la obra y alcanzar el final que ya establecimos. Esto también dice sobre la originalidad:

No es en manera alguna, como suponen muchos, cuestión de instinto o de intuición. Por lo general, para encontrarla hay que buscarla trabajosamente; y aunque sea un positivo mérito de la más alta categoría, el espíritu de invención no participa tanto como el de negación para aportarnos los medios idóneos de alcanzarla.

Por último hay que definir el escenario. Sin duda un peculiar consejo pues por lo general otros escritores lo ubican en primer lugar; pero para Poe este punto debería importarnos solamente cuando tengamos claros los puntos anteriores, anteponiendo la intención, el final y el climax. 

A continuación te comparto el poema El cuervo en la traducción de Julio Cortázar


EL CUERVO


Una vez, al filo de una lúgubre media noche,
mientras débil y cansado, en tristes reflexiones embebido,
inclinado sobre un viejo y raro libro de olvidada ciencia,
cabeceando, casi dormido,
oyóse de súbito un leve golpe,
como si suavemente tocaran,
tocaran a la puerta de mi cuarto.
“Es -dije musitando- un visitante
tocando quedo a la puerta de mi cuarto.
Eso es todo, y nada más.”

¡Ah! aquel lúcido recuerdo
de un gélido diciembre;
espectros de brasas moribundas
reflejadas en el suelo;
angustia del deseo del nuevo día;
en vano encareciendo a mis libros
dieran tregua a mi dolor.
Dolor por la pérdida de Leonora, la única,
virgen radiante, Leonora por los ángeles llamada.
Aquí ya sin nombre, para siempre.

Y el crujir triste, vago, escalofriante
de la seda de las cortinas rojas
llenábame de fantásticos terrores
jamás antes sentidos. Y ahora aquí, en pie,
acallando el latido de mi corazón,
vuelvo a repetir:
“Es un visitante a la puerta de mi cuarto
queriendo entrar. Algún visitante
que a deshora a mi cuarto quiere entrar.
Eso es todo, y nada más.”

Ahora, mi ánimo cobraba bríos,
y ya sin titubeos:
“Señor -dije- o señora, en verdad vuestro perdón imploro,
mas el caso es que, adormilado
cuando vinisteis a tocar quedamente,
tan quedo vinisteis a llamar,
a llamar a la puerta de mi cuarto,
que apenas pude creer que os oía.”
Y entonces abrí de par en par la puerta:
Oscuridad, y nada más.

Escrutando hondo en aquella negrura
permanecí largo rato, atónito, temeroso,
dudando, soñando sueños que ningún mortal
se haya atrevido jamás a soñar.
Mas en el silencio insondable la quietud callaba,
y la única palabra ahí proferida
era el balbuceo de un nombre: “¿Leonora?”
Lo pronuncié en un susurro, y el eco
lo devolvió en un murmullo: “¡Leonora!”
Apenas esto fue, y nada más.

Vuelto a mi cuarto, mi alma toda,
toda mi alma abrasándose dentro de mí,
no tardé en oír de nuevo tocar con mayor fuerza.
“Ciertamente -me dije-, ciertamente
algo sucede en la reja de mi ventana.
Dejad, pues, que vea lo que sucede allí,
y así penetrar pueda en el misterio.
Dejad que a mi corazón llegue un momento el silencio,
y así penetrar pueda en el misterio.”
¡Es el viento, y nada más!

De un golpe abrí la puerta,
y con suave batir de alas, entró
un majestuoso cuervo
de los santos días idos.
Sin asomos de reverencia,
ni un instante quedo;
y con aires de gran señor o de gran dama
fue a posarse en el busto de Palas,
sobre el dintel de mi puerta.
Posado, inmóvil, y nada más.

Entonces, este pájaro de ébano
cambió mis tristes fantasías en una sonrisa
con el grave y severo decoro
del aspecto de que se revestía.
“Aun con tu cresta cercenada y mocha -le dije-.
no serás un cobarde.
hórrido cuervo vetusto y amenazador.
Evadido de la ribera nocturna.
¡Dime cuál es tu nombre en la ribera de la Noche Plutónica!”
Y el Cuervo dijo: “Nunca más.”

Cuánto me asombró que pájaro tan desgarbado
pudiera hablar tan claramente;
aunque poco significaba su respuesta.
Poco pertinente era. Pues no podemos
sino concordar en que ningún ser humano
ha sido antes bendecido con la visión de un pájaro
posado sobre el dintel de su puerta,
pájaro o bestia, posado en el busto esculpido
de Palas en el dintel de su puerta
con semejante nombre: “Nunca más.”

Mas el Cuervo, posado solitario en el sereno busto.
las palabras pronunció, como virtiendo
su alma sólo en esas palabras.
Nada más dijo entonces;
no movió ni una pluma.
Y entonces yo me dije, apenas murmurando:
“Otros amigos se han ido antes;
mañana él también me dejará,
como me abandonaron mis esperanzas.”
Y entonces dijo el pájaro: “Nunca más.”

Sobrecogido al romper el silencio
tan idóneas palabras,
“sin duda -pensé-, sin duda lo que dice
es todo lo que sabe, su solo repertorio, aprendido
de un amo infortunado a quien desastre impío
persiguió, acosó sin dar tregua
hasta que su cantinela sólo tuvo un sentido,
hasta que las endechas de su esperanza
llevaron sólo esa carga melancólica
de “Nunca, nunca más.”

Mas el Cuervo arrancó todavía
de mis tristes fantasías una sonrisa;
acerqué un mullido asiento
frente al pájaro, el busto y la puerta;
y entonces, hundiéndome en el terciopelo,
empecé a enlazar una fantasía con otra,
pensando en lo que este ominoso pájaro de antaño,
lo que este torvo, desgarbado, hórrido,
flaco y ominoso pájaro de antaño
quería decir graznando: “Nunca más,”

En esto cavilaba, sentado, sin pronunciar palabra,
frente al ave cuyos ojos, como-tizones encendidos,
quemaban hasta el fondo de mi pecho.
Esto y más, sentado, adivinaba,
con la cabeza reclinada
en el aterciopelado forro del cojín
acariciado por la luz de la lámpara;
en el forro de terciopelo violeta
acariciado por la luz de la lámpara
¡que ella no oprimiría, ¡ay!, nunca más!

Entonces me pareció que el aire
se tornaba más denso, perfumado
por invisible incensario mecido por serafines
cuyas pisadas tintineaban en el piso alfombrado.
“¡Miserable -dije-, tu Dios te ha concedido,
por estos ángeles te ha otorgado una tregua,
tregua de nepente de tus recuerdos de Leonora!
¡Apura, oh, apura este dulce nepente
y olvida a tu ausente Leonora!”
Y el Cuervo dijo: “Nunca más.”

“¡Profeta! exclamé-, ¡cosa diabólica!
¡Profeta, sí, seas pájaro o demonio
enviado por el Tentador, o arrojado
por la tempestad a este refugio desolado e impávido,
a esta desértica tierra encantada,
a este hogar hechizado por el horror!
Profeta, dime, en verdad te lo imploro,
¿hay, dime, hay bálsamo en Galaad?
¡Dime, dime, te imploro!”
Y el cuervo dijo: “Nunca más.”

“¡Profeta! exclamé-, ¡cosa diabólica!
¡Profeta, sí, seas pájaro o demonio!
¡Por ese cielo que se curva sobre nuestras cabezas,
ese Dios que adoramos tú y yo,
dile a esta alma abrumada de penas si en el remoto Edén
tendrá en sus brazos a una santa doncella
llamada por los ángeles Leonora,
tendrá en sus brazos a una rara y radiante virgen
llamada por los ángeles Leonora!”
Y el cuervo dijo: “Nunca más.”

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“¡Sea esa palabra nuestra señal de partida
pájaro o espíritu maligno! -le grité presuntuoso.
¡Vuelve a la tempestad, a la ribera de la Noche Plutónica.
No dejes pluma negra alguna, prenda de la mentira
que profirió tu espíritu!
Deja mi soledad intacta.
Abandona el busto del dintel de mi puerta.
Aparta tu pico de mi corazón
y tu figura del dintel de mi puerta.
Y el Cuervo dijo: Nunca más.”

Y el Cuervo nunca emprendió el vuelo.
Aún sigue posado, aún sigue posado
en el pálido busto de Palas.
en el dintel de la puerta de mi cuarto.
Y sus ojos tienen la apariencia
de los de un demonio que está soñando.
Y la luz de la lámpara que sobre él se derrama
tiende en el suelo su sombra. Y mi alma,
del fondo de esa sombra que flota sobre el suelo,
no podrá liberarse. ¡Nunca más!


Así, queridos lectores, este genial ensayo está más vigente que nunca y nos explica la razón por la que Poe tomó determinadas decisiones en su obra y que desde luego no son producto de una simple inspiración sino pasos decisivos y concisos. ¿Qué opinas de este estilo? ¿Te gustaría que publique fragmentos más largos? 

Te leo en comentarios: 


Fuente: Hipertextual.

Mar de fondo

𝑆𝑜𝑦 𝐵𝑟𝑦𝑎𝑛 𝑉𝑖𝑙𝑙𝑎𝑐𝑟𝑒𝑧 (Lima, 1990) creador del Blog de Mar de fondo. Estudié Comunicaciones, Sociología y estoy escribiendo un libro. Soy un amante de los cuentos, cartas, diarios y novelas. Convencido de que "𝑈𝑛 𝑑𝑖́𝑎 𝑙𝑒𝑖́𝑑𝑜 𝑛𝑜 𝑒𝑠 𝑢𝑛 𝑑𝑖́𝑎 𝑝𝑒𝑟𝑑𝑖𝑑𝑜"

1 Comentarios

  1. Fernando Martínez Ruiz8 de noviembre de 2024, 13:54

    Gracias por el ensayo y por el poema. Felicitaciones por su iniciativa y su generosidad.

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