El día que conocí a un Ribeyro - Mar de fondo

El relato de la semana...

Julio Ramón Ribeyro
Doña 'Meche' firmando mi libro de Ribeyro. 



Cuando Julio Ramón Ribeyro murió el 4 de diciembre de 1994 yo tenía 4 años. Nos sería sino hasta dos años después que nos conoceríamos por primera vez en el colegio Rosa Merino a través del cuento “Por las azoteas”. Lamentablemente era demasiado tarde, quien estaba destinado a convertirse en mi autor favorito y fuente de inspiración de mis textos había muerto y años más tarde lamentaría no haber podido estrechar su mano.

Por mucho tiempo nos distanciamos, mientras tanto la vida me llevó por otros textos, ronde a Valdelomar, pero el 'flaco' y yo nos encontrábamos intermitentemente en algunos cuentos del plan lector como “Los Gallinazos sin plumas” o “El banquete”. Éramos como aquellos amigos que una vez que se conocen no se separan nunca, por más que la distancia física diga lo contrario. Sin embargo, sería en la universidad que el profesor León nos hizo leer “Los merengues” y entonces nos volvimos a encontrar, pero esta vez para siempre.

Mi admiración por Julio Ramón creció enormemente, recuerdo que fui a Amazonas y conseguí un ejemplar pequeñito de 'La palabra del mudo' con cuentos clásicos como "El banquete", mi predilección por sus textos se desbordaba ante cada relato leído, quería emularlo cual iluso e igualado, aún sabiendo que me es imposible ser como él, quería tener su sensibilidad y su estilo. Pero sobre todo, quería conocerlo y nuevamente volvía a mi la realidad: era imposible, estaba muerto físicamente (pero no literariamente).


Resignado me dediqué a cultivar en mí el universo ribeyriano y es así como un día de junio de 2014 me enteré de que la Casa de la Literatura Peruana inauguró la exposición “El eterno forastero” en honor al ‘flaco’ de oro por conmemorarse 20 años de su fallecimiento (4 de diciembre de 1994). Me dirigí hacia el centro de Lima junto con otros compañeros de la universidad, esperanzado encontrar a un familiar que me permita acércame más a ese autor que tanto admiro y que no pude conocer.


Fue allí que, después de escuchar un largo discurso y pasar a la reunión social vi a una simpática dama ya entrada en años con el perfil inconfundible de un Ribeyro, el espíritu de Julio Ramón se había depositado aquel día en aquella frágil figura; se trataba de Doña ‘Meche’, Mercedes Ribeyro Zúñiga, hermana de sangre de Julio Ramón y personaje infaltable en sus cuentos de infancia. Había sido invitada, cómo no, para presenciar el evento.


Me acerqué hacia doña ‘Meche’, recuerdo, y le pedí que por favor me firme mi segundo tomo de “La palabra del mudo”.


-Doña Mercedes, buenas, soy admirador de Julio Ramón ¿podría por favor, usted que es su hermana, firmar mi libro?

-Claro que sí ¿cómo te llamas?

-Bryan.

Le extendí emocionado y tembloroso la primera página de mi libro y ella escribió:

“Para Bryan, admirador y lector de Julio Ramón, Mercedes Ribeyro”.

-Muchas gracias, Doña Mercedes -dije emocionado.

Eso fue todo, tuvieron que pasar 20 años para un encuentro de este tipo. Es lo más cercano que he estado a un Ribeyro de la primera generación, 'Chalo' Ribeyro, sobrino de Julio Ramón, también firmó mi libro.

Lamentablemente porque así es la vida, ya Doña ‘Meche’ dejó de existir y partió a reunirse con Julio Ramón, seguramente a retomar los juegos de infancia. Mientras tanto me quedo con el recuerdo de aquella tarde de invierno cuando al estrechar de agradecimiento esos dedos delgados pude decir que Ribeyro y yo nos dimos la mano.


Mar de fondo

𝑆𝑜𝑦 𝐵𝑟𝑦𝑎𝑛 𝑉𝑖𝑙𝑙𝑎𝑐𝑟𝑒𝑧 (Lima, 1990) creador del Blog de Mar de fondo. Estudié Comunicaciones, Sociología y estoy escribiendo un libro. Soy un amante de los cuentos, cartas, diarios y novelas. Convencido de que "𝑈𝑛 𝑑𝑖́𝑎 𝑙𝑒𝑖́𝑑𝑜 𝑛𝑜 𝑒𝑠 𝑢𝑛 𝑑𝑖́𝑎 𝑝𝑒𝑟𝑑𝑖𝑑𝑜"

1 Comentarios

  1. RECORDADO ESCRITOR QUE EN VARIOS DE SUS CUENTOS, NARRA PASAJES DE SUS VIVENCIAS EN EL DISTRITO DE MIRAFLORES. GRANDE JULIO RAMÓN

    ResponderEliminar
Artículo Anterior Artículo Siguiente