El día que Tom se robó un libro, por Mar de fondo

El día que Tom se robó un libro me lo encontré asustado a la vuelta de la esquina donde siempre nos poníamos a conversar y a tomar con los muchachos del barrio. Tenía la respiración agitada y los labios resecos, las pupilas dilatadas, en su cara convivían la vergüenza y la criollada "¿qué has hecho?" le dije, "nada que te interese" me respondió. 

Cuento
Imagen tomada de: https://pin.it/7vXxNlW 

Era evidente que el pequeño Tom se traía algo entre manos, literalmente empuñaba una bolsa negra de forma cuadrada. "¿qué tienes ahí?". Tom me mandó a la mierda y se fue, y mientras caminaba iba volteando para cerciorarse que nadie lo siguiera. Dobló otra esquina y no lo volví a ver. 

Más tarde me enteré lo que había sucedido, me lo contó el 'flaco' Navarro (su hermano), me dijo que Tom andaba detrás de una compañerita del colegio y que todos los días regresaban juntos a casa y en el camino ella le hablaba de grandezas e iba narrando historias que había leído en la lujosa biblioteca en casa de su tío. Tom, que había descubierto su pasión por los cuentos hace algunos años atrás, no entendía todavía por qué un libro puede potenciar toda cualidad humana, él admiraba lo que estos hacían en las personas y lo que las personas hacían con estos.  

Pero este cojudo no tenía ni dónde caerse muerto. Es muy complicado ciertamente poseer algún patrimonio monetario a los 13 años, más aún si lo único que recibes te lo gastas en lo que apenas se puede comprar: un refresco, un chocolate y nada más. 

Ese día Tom se levantó temprano, había soñado con que conseguía un ejemplar de los que su compañera le había hablado tanto y quería impresionarla. Entonces trazó un acucioso plan. 

Nosotros vivíamos en Barrios Altos, cerca de la Feria Amazonas ¡qué ocasión tan perfecta! habría dicho el sonso. El asunto es que saliendo del colegio por la tarde, no llegó a casa, no almorzó, se dirigió a la feria y estuvo deambulando horas en busca de un título extraño, misterioso, una joya para otra; algo difícil de encontrar. 

Hasta que lo encontró. Era una novela inédita de un autor recontrafumón como nosotros. Preguntó el precio: ¡40 intis! "porca miseria" dijo Tom y se dio media vuelta, pero no para irse a casa derrotado ¡derrotado jamás! se puso a observar a unos metros y cuando el dueño de la tienda se adentró a buscar un título para un cliente, Tom se abalanzó sobre el libro del fumón y emprendió la carrera. 

Ahí fue cuando me lo encontré y me mandó a la mierda, luego no lo volví a ver. ¿Cómo sé todo esto? porque Tom estaba tan deprimido que se lo contó a su hermano. Tom se había trazado una idea en la mente: si el regalo era bien recibido volvería para pagar los 40 intis que costaba (algún día). Podía hurtarlo pero jamás viviría con la etiqueta del ladrón.

Cuando al día siguiente a la hora de salida Tom fue a entregar el regalo a su compañera, temeroso pero orgulloso de su hazaña en la cual había romantizado el hurto, recibió la primera decepción de su vida. El gesto no fue bien recibido y la muchacha jamás volvió a dirigirle la palabra, "por misio, por ladrón y sobre todo por cursi". Todo fue tan rápido que ni tiempo le dio de explicar que pensaba pagar por él (algún día).

Entonces Tom pegó media vuelta, novela en mano y triste, caminó varias manzanas antes de llegar a casa. Devoró el libro en una semana y una tarde soleada regresó a Amazonas con la intención de devolverlo y con la firme convicción de jamás tomar algo que no estaba destinado a ser suyo.

¡Ay Tom!, yo te hubiera prestado los 40 intis. 

Mar de fondo, 2022

Mar de fondo

𝑆𝑜𝑦 𝐵𝑟𝑦𝑎𝑛 𝑉𝑖𝑙𝑙𝑎𝑐𝑟𝑒𝑧 (Lima, 1990) creador del Blog de Mar de fondo. Estudié Comunicaciones, Sociología y estoy escribiendo un libro. Soy un amante de los cuentos, cartas, diarios y novelas. Convencido de que "𝑈𝑛 𝑑𝑖́𝑎 𝑙𝑒𝑖́𝑑𝑜 𝑛𝑜 𝑒𝑠 𝑢𝑛 𝑑𝑖́𝑎 𝑝𝑒𝑟𝑑𝑖𝑑𝑜"

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