En este artículo Ribeyro describe con preocupación la Lima de 1986 y notamos que nada ha cambiado

¡Buenos días, lectores y lectoras del Blog! Cerramos la semana con este breve y lúcido análisis que hace Julio Ramón Ribeyro a la ciudad de Lima de 1986. El artículo nos centra básicamente en el caos de la ciudad y la falta de civismo en sus habitantes, partiendo de la noción de lo que es ser un "buen ciudadano". El 'flaco' hace gala de esa capacidad de observar que lo ha caracterizado en todos sus escritos ¡Leamos con atención!

La Lima de Julio Ramón Ribeyro
Imagen: Archivo Julio Ramón Ribeyro.

SER UN BUEN CIUDADANO


En este artículo que podemos encontrarlo en la nueva edición de La caza sutil (2022), nos damos cuenta de la preocupación del escritor peruano por los avatares de su ciudad natal y cómo ésta había crecido demográficamente, pero también reproducido las malas prácticas que interferían en una buena y sana convivencia; por eso, es que se pregunta ¿Qué es el civismo?

El ciudadano perfecto


Para Ribeyro el civismo consiste en "ser un buen ciudadano, o sea, una persona educada, respetuosa de los derechos ajenos, cuidadosa del bien público y dispuesto a acatar las normas de una armoniosa convivencia social. Un perfecto ciudadano sería aquel, por ejemplo, que al salir de su departamento saluda al portero, recoge la cáscara de un plátano de la calzada, hace cola para subir al autobús, mira con orgullo la estatua del héroe y da su óbolo para mejorar el ornato de su comuna".


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Debemos de temer en cuenta que el escritor de Los gallinazos sin plumas, había vivido desde 1952 en Europa y había conocido muchos rincones de ella, lo cual le permitió observar en primera fila la evolución de la cultura y la sociedad europea de la segunda mitad del siglo XX. Sin embargo, entre 1952 y 1986 tuvo que volver a su tierra algunas veces, a esa Lima que tanto lo cautivó desde pequeño. Así que pudo encontrar diferencias muy marcadas:

Pero al asomarme al balcón para observar desde el piso 14 de mi hotel la ciudad de Lima, percibo el tráfico endemoniado de vehículos y peatones, el ruido, la polución y, a pérdida de vista, los balnearios y barriadas, me pregunto si en una ciudad como Lima se podrá ser un buen ciudadano.

Si lo intentara me ocurriría probablemente lo mismo que al personaje de la novela de Duhamel Diario de un aspirante a santo, que ve terminarse en chasco cada una de sus buenas acciones. Así, para volver a mi ejemplo, el portero respondería a mi saludo con un gruñido, al agacharme a recoger la cáscara un caco me birla la billetera del pantalón y por hacer cola en el autobús soy arrollado por una turba de viajeros y pierdo el autobús.

La degradación del civismo


Es aquí donde la preocupación de Ribeyro se acrecienta, pues en el siguiente párrafo hace una comparación entre otras ciudades, pues el fenómeno que el acusa se estaba reproduciendo hasta esa actualidad.

Esta degradación del civismo es un fenómeno que se da en todas las grandes metrópolis, pues en ellas se ha roto la homogeneidad del tejido social y se han acrecentado las dificultades de la vida cotidiana. En las grandes urbes, la lucha por el espacio y la carrera contra el tiempo, entre otras cosas, exacerban el individualismo y predisponen al ciudadano a violar constantemente las normas de la vida urbana.

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En el incivismo de Lima entran en juego, además de otros factores: la pobreza, la desocupación, la ignorancia, la falta de adecuación entre los servicios públicos y las aspiraciones de la población, causada por su explosivo crecimiento demográfico y físico.

¿Hay una solución?


Ribeyro se pregunta ¿Qué hacer para remediar el incivismo que aprisiona a Lima? Una primera medida para él sería mejorar los servicios y las condiciones de vida del ciudadano como su derecho a la vivienda digna, al trabajo, abastecimientos, un buen transporte, entre otros. Eso para Julio Ramón reduciría la tensión, ese enervamiento y esa agresividad del todo contra todos. Para cerrar, todo esto debería ser complementado con una normativa en "preservación del buen público, con sanciones adecuadas a los depredadores. También intensivas campañas en diarios, carteles, televisión, etcétera, que inculquen su aseo, la cortesía, la convivencia".

Participación de los vecinos, gracias a estímulos apropiados, en el cuidado de su calle y de su barrio... En fin, quizá estas medidas contribuyan a reavivar el espíritu cívico, en parte al menos. Si no fuera así, podríamos considerar que nos encontramos ante un fenómeno irreversible y debemos prepararnos para que impere la ley de la jungla.

A pesar de que Julio Ramón Ribeyro haya hecho casi la mitad de su vida fuera de Lima, nunca dejó de ser uno más de nosotros, sus cuentos más célebres están ambientados en la ciudad que tanto amó y estoy seguro que seguiría conmovido hasta la fecha por ver su realidad, pero aun así no dejaría de quererla. 


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¡Hasta la próxima!

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Mar de fondo

𝑆𝑜𝑦 𝐵𝑟𝑦𝑎𝑛 𝑉𝑖𝑙𝑙𝑎𝑐𝑟𝑒𝑧 (Lima, 1990) creador del Blog de Mar de fondo. Estudié Comunicaciones, Sociología y estoy escribiendo un libro. Soy un amante de los cuentos, cartas, diarios y novelas. Convencido de que "𝑈𝑛 𝑑𝑖́𝑎 𝑙𝑒𝑖́𝑑𝑜 𝑛𝑜 𝑒𝑠 𝑢𝑛 𝑑𝑖́𝑎 𝑝𝑒𝑟𝑑𝑖𝑑𝑜"

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