El primer capítulo de "Los genios" la novela sobre Vargas Llosa y García Márquez

¡Qué tal, lector! Uno de los libros que más me ha divertido el 2023 que se fue, es la novela "Los genios" del peruano Jaime Bayly. De hecho, se convirtió en uno de los libros más vendidos de mi país. Por eso, quiero compartir contigo "para muestra un botón", el primer capítulo de este interesante libro para que puedas decidir si es conveniente adquirirlo o no ¡Leamos de qué trata!

Gabriel García Márquez y Mario Vargas Llosa en Lima, 7 de septiembre de 1967

LA NOVELA LOS GENIOS

Antes de compartir contigo el texto, quiero dejar en claro que este es un artículo cuya intención es difundir la obra y que el lector juzgue conveniente comprar o no la novela. Motivo por el cual solo comparto un este fragmento de la misma.

Personalmente me gustó el libro, porque a diferencia de lo que muchas piensan del estilo irreverente y grotesco de los libros de Jaime Bayly, este me pareció bastante cuidado, sin perder la esencia del autor de "No se lo digas a nadie". Me he reído con muchos capítulos, que es algo que me ha pasado con Eco, Flaubert, Bryce, sin compararlos claro está. Para mí fue una buena inversión.

EL PUÑETAZO DE VARGAS LLOSA A GARCÍA MÁRQUEZ

La novela se centra en el famoso golpe que recibió Gabriel García Márquez de parte de su compadre y amigo entrañable, Mario Vargas Llosa, allá por el año 1976 cuando el 12 de febrero el escritor peruano llegó a Ciudad de México para el estreno de la película "La odisea de los Andes", de la cual había escrito el guión. 

"'¡Esto, por lo que le hiciste a Patricia en Barcelona", cuando el escritor de "12 cuentos peregrinos" estaba en el suelo. Otros dicen que en realidad dijo: "¡Esto, por lo que que dijiste a Patricia en Barcelona!"

En una entrevista a la revista Caretas de Perú en 2023, el escritor peruano dice lo siguiente de su obra: 

"Por supuesto. Es un homenaje a los genios. No es, sin embargo, un homenaje solemne, un tributo reverencial. Es un homenaje insolente, si tal cosa es posible. La novela pretende mostrar a los genios artísticos en su dimensión más humana y vulnerable. Y no solo a Vargas Llosa y García Márquez: también a Neruda y Cortázar, a Sabina y Ribeyro, a Picasso y Edwards".

 $ads={2}



Y es cierto porque me sorprendió encontrar en un capítulo al 'flaco' Ribeyro desde la visión de Jaime Bayly, y cómo no la general Juan Velasco Alvarado que alude a su estrecha relación con ambos escritores. 

Ahora sí, sin más preámbulo te dejo con el siguiente fragmento: 

LOS GENIOS (JAIME BAYLY) 

PRIMER CAPÍTULO


-¡Esto es por lo que le hiciste a Patricia! -gritó Vargas Llosa.

Ofuscado, tembloroso, el ceño fruncido, la mirada turbada por el rencor, el puño apretado, preñado de rabia, Vargas Llosa acababa de golpear en el rostro a quien había sido su amigo, vecino y compadre, García Márquez, quien, al verlo en una sala reservada, declarando a la reportera María Idalia, del diario Excélsior, en el auditorio de la Cámara Nacional de la Industria Cinematográfica de México, a la espera de que proyectasen, en función privada, sólo para periodistas, un documental, La odisea en los Andes, cuyo guion había escrito el propio Vargas Llosa, se acercó con los brazos abiertos, deseando abrazarlo, dicién-dole, en tono risueño, fraternal:

-¡Hermano! ¡Hermanazo!

Pero Vargas Llosa no había acudido a esa sala de cine para saludar a García Márquez, menos aún para abrazarlo, tampoco para ver el documental. Había concurrido para hacer justicia con sus propias manos. Era un hombre atormentado por una misión, poseído por las fiebres de la venganza, listo para redimir su honor mancillado: por eso miró fijamente a García Márquez, apretó el puño como si fuese una granada, como había aprendido a cerrarlo en los pleitos desiguales del colegio militar donde estudió, se puso a distancia conveniente y lanzó un derechazo fulminante, una trompada brutal, un iracundo puñete larvado en meses, un golpe que derribó a García Márquez y lo dejó in-consciente, los anteojos rotos, la nariz sangrando por el raspo-nazo del anillo matrimonial de Vargas Llosa, el ojo izquierdo amoratado. Caído, noqueado y sin conocimiento García Már-quez, su esposa Mercedes le gritó a Vargas Llosa:

- ¿Qué has hecho, estúpido? ¿ Qué le has hecho a Gabito?

Enseguida se arrodilló para socorren a García Márquez, secundada por la escritora mexicana Elena Poniatowska.

-¡Es por lo que le hizo a Patricia! -gritó Vargas Llosa, aliviado de exorcizar sus demonios con aquel mandoble de derecha y, al mismo tiempo, abochornado de sucumbir a los dioses irracionales de la violencia, en medio de tantos periodistas que esperaban la proyección de un documental sobre un accidente aéreo en los Andes, un equipo de rugby uruguayo que, para sobrevivir, tuvo que comer los restos de sus compañeros muertos.

-¿ Y qué le hizo Gabito a Patricia? -preguntó Mercedes, de rodillas, mientras abanicaba a su esposo, que había recobrado el conocimiento y miraba a Mario con estupor, como si no lo reco-nociera, como si nunca lo hubiera conocido de veras, ni siquiera cuando eran vecinos en Barcelona y vivían a una cuadra uno del otro, en el barrio de Sarria, y se veían todos los días después de escribir.

Pero Vargas Llosa, tieso, exaltado, no respondió y se alejó. Se encontraba solo, aunque solo con sus demonios, solo con sus fantasmas. Su esposa Patricia, sin saber que Mario emboscaría a García Márquez aquella noche, se había quedado en el hotel Géneve de la capital mexicana, pues no tenía ganas de ver un documental sobre los sobrevivientes de un accidente aéreo que comían los restos de sus amigos muertos.

-¿Cómo se te ocurre que voy a acompañarte a ver esa pelicu-la espantosa? -le dijo a Vargas Llosa en el hotel, cuando este se alistaba para salir-. ¿Ya te has olvidado de Wandita? ¡Yo no puedo ver películas de aviones que se caen!

Wanda, Wandita, la hermana de Patricia, un año mayor que ella, había muerto en un accidente aéreo, doce años atrás, en un vuelo de París a Lima, ciudad en la que pensaba casarse: el vuelo de Air France se precipitó a tierra en una isla caribeña. Point aPitre, Guadalupe, y Wanda Llosa perdió la vida con apenas dieciocho años, y fue el propio Vargas Llosa quien viajó al Caribe a reconocer los restos de su prima hermana para luego llevarlos a Lima a darles sepultura. Un aóo después, se casó en Lima con su prima Patricia Llosa, la hermana menor de Wanda.

-Hay que llevar a Gabito ahora mismo a la carnicería para ponerle una chuleta en el ojo -dijo Mercedes.

Su amiga Elena Poniatowska sugirió un restaurante de hamburguesas cerca del auditorio, al que acudieron de inmediato, García Márquez herido, sangrando por la nariz, miope, sin an-teojos, pero riéndose como si saliera de una comedia negra, con desparpajo caribeño, con invencible cinismo. Pidieron un filete crudo.

-Yo no vendo carne cruda -dijo el dueño. Yo sólo vendo mi carne después de freírla.

-Entonces vamos a mi casa -sugirió la fotógrafa mexicana

María Luisa Mendoza, quien también los acompañaba-. Yo tengo carne en la refrigeradora.

Subieron los cuatro, García Márquez, Mercedes Barcha, Elena Poniatowska y María Luisa Mendoza al coche de esta última.

Al llegar a su apartamento, Mendoza le puso un filete a Gabriel en el ojo morado, Gabriel tendido en el sofá, los ojos cerrados, como un buda malherido, el perro de Mendoza queriendo arrebatarle el bisté.

Mientras los García Márquez se recuperaban del violento incidente, Vargas Llosa, acompañado por un periodista peruano, Francisco Igartua, se dirigía en taxi al hotel Géneve, sin saber que ya alguien había llamado a Patricia desde un teléfono público para contarle el chisme:

-¡Mario acaba de noquear a Gabo! ¡Lo tumbó, lo dejó tirado en el piso! ¡Le dijo: esto es por lo que le hiciste a Patricia!

-¿Le hiciste algo a Patricia? -le preguntó, curiosa, Elena Poniatowska a García Márquez, mientras le sobaba el ojo con la chuleta.

-¡Jamás! -dijo García Márquez-. ¡Cómo se te ocurre! Yo soy salchichón de un solo hoyo.

-¡Imposible! -añadió Mercedes, con una sonrisa maliciosa-.

A Gabito sólo le gustan las mujeres guapas.

No era la primera vez que Vargas Llosa derribaba de un golpe seco y brutal a un hombre, dejándolo tendido, inconsciente.

TE RECOMIENDO, LECTOR: El consejo clave de Mario Vargas Llosa a un joven novelista sobre: "El estilo"


Había aprendido a pelear, a dar trompadas, a recibir palizas, a noquear a unos enemigos más robustos y procaces que él, en el colegio militar, en Lima, en un internado bárbaro, salvaje, don-de, nada más entrar con apenas catorce años, cuando era un alumno recién llegado o «perro», como llamaban a los advene-dizos, tuvo que soportar que lo insultaran, lo humillaran, le pe-garan, le metieran la mano, lo obligaran a masturbarse de pie, al lado de otros compañeros, de otros «perros», a ver quién eyaculaba más lejos. Con los golpes salvajes que recibió de sus mayo-res, de sus superiores en el colegio militar, había aprendido también a darlos. A pesar de que sus compañeros del internado lo consideraban tímido y ensimismado, lector afiebrado, también lo respetaban porque el cadete Vargas Llosa sabía defenderse con los puños, no era blandito, cobarde, apocado ni pusilánime, era orgulloso y valiente, no le hacía ascos a una buena riña calle-jera, estaba dispuesto a sangrar por la boca y la nariz y hasta perder dos dientes, él, el de la sonrisa de conejo, si su honor y su hombría estaban en juego.

-Carajo, el cadete me noqueó -dijo García Márquez, sacándose el bisté del ojo morado-. Pega duro el cabrón. Pega como boxeador.

Vargas Llosa había derribado a golpes a varios cadetes en el colegio militar. Sabía pelear. Sabía reunir toda la fuerza en una mano, convertir el puño en una granada y hacerla estallar en el rostro de su enemigo díscolo, insolente. Cuando aprendió a pe-lear, dejó de tenerle miedo a su padre, Ernesto Vargas, a quien odiaba. Lo odiaba porque era un padre cruel, mezquino, misera-ble, que solía insultarlo, rebajarlo, decirle que era una mariqui-ta, un hijito de mamá, un llorón. Sentía que su padre era un enemigo, un extraño. Sentía que su padre lo miraba con asco o con desprecio o con tristeza, como si fuese un hijo fallido, defec-tuoso, no el hijo machote que él quería tener. Por eso lo metió al colegio militar, a ver si aprendía a hacerse hombre. Y Vargas Llosa aprendió con las palizas, mientras le aporreaban sus ma-yores, encajaba trompadas asesinas, recibía salivazos cuando se hallaba tendido en el suelo, de paso conocía insultos, procacida-des, expresiones soeces que, hasta entonces, niñato de Miraflo-res, ignoraba. Y una vez que aprendió a trompearse con los más grandes y los más fuertes, y a tumbarlos de un golpe impregnado de todas las iras de este mundo emputecido, se atrevió a confrontar una noche a su padre, a su propio padre. Escuchó los gritos de su madre Dorita, comprendió que nuevamente el maldito de Ernesto estaba pegándole en el dormitorio conyugal y decidió que no podía seguir tolerando esa humillación. Entró en la habitación dando una patada a la puerta, se dirigió a su pa-dre, lo miró con todo el odio que anidaba en su alma, cerró el puño y le arrojó una trompada, sólo una, que derribó a Ernesto Vargas, el marido abusivo, el padre tóxico, el hombre que vivía molesto, dejándolo privado en el suelo, sin conocimiento. Luego Vargas Llosa escupió un gargajo sobre su padre, tomó de la mano a su madre y le dijo:

-Nos vamos, Dorita. No vamos a seguir viviendo con este miserable. No voy a permitir que te pegue nunca más.

Y en efecto se fueron. Y no volvieron. Y aquella fue la última vez que Ernesto Vargas le pegó a su esposa Dorita en esa casa de Miraflores.

-¡Estúpido! ¡Imbécil! ¡Cretino! -le gritó Patricia a su esposo, apenas este entró en la habitación del hotel Géneve-. ¿Qué le hiciste a Gabriel?

-Hice lo que tenía que hacer -dijo fríamente Vargas Llosa, que no esperaba encontrar a su esposa tan exaltada.

-¡Me has dejado como una idiota! -rugió Patricia-. ¡Esto va a ser un escándalo! ¡Todo el mundo va a saber lo que me hizo Gabriel!

-¡Pues que lo sepan! ¡Que sepan que es un traidor!

-¡Cretino! -siguió gritándole Patricia-. ¡Debiste consultarme, debiste avisarme!

-¡Me hubieras dicho que no lo hiciera, Patricia!

-¡Por supuesto! ¡Porque ahora me vas a convertir en el chisme de todo el mundo! ¡Me van a volver loca con lo que me hizo Gabriel!

-¡Los hombres arreglamos nuestros problemas así, a mano limpia, así que por favor cállate, que todo el hotel se va a enterar!

Patricia cogió un cenicero y se lo arrojó, pero Vargas Llosa lo esquivó a tiempo. Luego le tiró una lámpara en la cabeza....

Espero, lector, que te haya gustado esta muestra. Si bien el primer capítulo no termina ahí (falta una página y media aproximadamente). Creo que la trama y el estilo se dejan comprender desde las primeras líneas. En adelante dependerá de ti si quieres continuar leyendo más de esta obra. Mientras, puedes comentarme qué te pareció este fragmento. ¡Nos leemos en los comentarios! 


AVISO LEGAL
: Los cuentos, poemas, fragmentos de novelas, ensayos  y todo contenido literario que aparece en mardefondo podrían estar protegidos por los derechos de autor (copyright). Si por alguna razón los propietarios no están conformes con el uso de ellos por favor 
escribirnos y nos encargaremos de borrarlo inmediatamente. 

Mar de fondo

𝑆𝑜𝑦 𝐵𝑟𝑦𝑎𝑛 𝑉𝑖𝑙𝑙𝑎𝑐𝑟𝑒𝑧 (Lima, 1990) creador del Blog de Mar de fondo. Estudié Comunicaciones, Sociología y estoy escribiendo un libro. Soy un amante de los cuentos, cartas, diarios y novelas. Convencido de que "𝑈𝑛 𝑑𝑖́𝑎 𝑙𝑒𝑖́𝑑𝑜 𝑛𝑜 𝑒𝑠 𝑢𝑛 𝑑𝑖́𝑎 𝑝𝑒𝑟𝑑𝑖𝑑𝑜"

Publicar un comentario

Artículo Anterior Artículo Siguiente