"La conciencia de amarla": leamos el primer cuento inédito de Marcel Proust

¡Hola, lectores! Marcel Proust es uno de los iconos de la literatura francesa del Siglo XX. Su legado nos ha dejado la obra más extensa jamás conocida: En busca del tiempo perdido, una joya de la literatura universal. Pero ¿sabías que también escribió buenos relatos? Además de novelista, Proust cultivó la narrativa breve y tras décadas de su muerte salieron a la luz sus cuentos inéditos ¡Aquí te traigo uno!

La conciencia de amarla", leamos el primer cuento inédito de Marcel Proust
Imagen editada en CV. Pro. 


El legado de Marcel Proust

 
He hablado ya en varias ocasiones del escritor francés, desde su éxito como novelista y su trágica y temprana muerte. Pero conocemos menos sus relatos más importantes, por eso en 2021 la editorial Lumen sacó a la luz el libro "El remitente misterioso y otros relatos", con ocho cuentos inéditos de Marcel Proust ¡Una joya! 

¿Quién fue Marcel Proust?

Marcel Proust nació en 1871 en París y fue un novelista, ensayista y crítico francés. A la fecha es considerado uno de los escritores imprescindibles de la literatura moderna. Desde pequeño se crió en el seno de una familia adinerada y decidió dejar de lado sus estudios de Derecho para mezclarse con la sociedad elegante de París y dedicarse a su pasión: escribir. Falleció también en París un 18 de noviembre de 1922. 

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Los cuentos inéditos de Proust

Estos ochos excepcionales relatos nos transportan a la juventud del talentoso Marcel Proust y han permanecido inéditos por más de un siglo, tal vez censurados por el propio autor. 

Es probable que se deba a la expresión de su deseo homosexual con excesiva osadía para la época.  Lo cierto es que estos cuentos fueron compilados en la década de 1950 por Bernanrd de Fallois, el recordado editor de Marcel Pagnol y Joël Dicker, y autor del ensayo Proust antes de Proust. 

Pero no fue sino hasta el 2021 que pudimos conocer este otro lado del notable autor. El cuento que leerás a continuación forma parte de este libro y la crítica la considera una particular versión de "El cuervo", de Edgar Allan Poe. ¡Leamos! 


El remitente misterioso y otros cuentos inéditos de Marcel Proust
Portada Editorial Lumen



LA CONCIENCIA DE AMARLA


"Nunca, nunca”, me repetía esas palabras que ella me había dicho y que, por el silencio espantoso de la espera que las había precedido y la desesperación que las había sucedido, me habían permitido oír por primera vez mi corazón, que con idéntica obstinación pronunciaba estas palabras: “Siempre, siempre”. Y ahora, cuando uno hería al otro de muerte, esos dos estribillos se alternaban desesperadamente y yo los oía muy cerca y muy profundamente, como esos golpes que palpitan sin descanso en el fondo [sic] de las heridas profundas. De modo que cuando mi criado entró para decirme que el coche me esperaba y que era hora de cenar, retrocedió espantado al ver la pechera de mi camisa empapada de lágrimas. Lo despaché, volví a vestirme y me preparé para salir. Pero pronto me di cuenta de que no estaba solo en la habitación. Una especie de gato-ardilla cubierto de un pelaje blanco, con un algo de somormujo, grandes ojos azules y un alto penacho blanco de pájaro en la cabeza, parecía esperarme semioculto por la cortina de mi cama. ¡Dios!, exclamé, ¿me dejarás morir en este mundo desierto, puesto que su ausencia crea en él para siempre el vacío más absoluto, en esta soledad desesperada? ¿No quieres perdonarme como perdonaste al hombre en los primeros días de la tierra? Que ella me ame, o que deje yo de amarla. Pero lo primero no se puede y lo segundo no lo deseo yo. Haz que brille alguna claridad en mis lágrimas, como en los primeros días. El reloj dio las ocho. Temiendo llegar tarde, salí rápidamente. Subí a mi calesa. Con un salto ágil y silencioso, el animal blanco vino a acurrucarse entre mis piernas con la tranquila fidelidad de alguien que ya no me abandonaría. Miré largamente sus ojos, donde parecía cautivo el azul profundo y claro de los cielos sin fin, estrellado con una cruz de oro. Contemplarlos me provocaba unas ganas de llorar irresistibles, infinitamente agridulces. Entré sin preocuparme más por usted, hermosa ardilla-gato blanca, pero una vez en casa de mis amigos, apenas me senté a la mesa, al sentirme tan lejos de ella y entre personas que no la conocían, me oprimió una angustia atroz. Pero enseguida sentí contra mi rodilla una caricia poderosa y dulce. Con un rápido movimiento de su cola forrada de blanco, el animal se instaló cómodamente a mis pies, bajo la mesa, y me ofreció su lomo sedoso como si fuera un taburete. En un momento perdí un zapato y mi pie descansó sobre su piel. Al bajar un instante los ojos, tropecé de pronto con su mirada brillante y serena. Ya no estaba triste, ya no estaba solo, y mi felicidad era más profunda porque era secreta. “¿Cómo es posible —me dijo una dama después de cenar—, cómo es posible que no tenga un animal que le haga compañía? Está usted tan solo...”. Eché un vistazo furtivo hacia el sillón, debajo del cual permanecía escondida la ardilla-gato blanca, y balbuceé: “En efecto, en efecto”. 

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Me callé, sentía que las lágrimas se me agolpaban en los ojos. Por la noche, mientras soñaba, pasear mis dedos por su pelaje poblaba mi soledad de compañeras agraciadas y tristes, igual que si hubiera tocado alguna melodía de Fauré. A la mañana siguiente me dediqué a todas mis banales ocupaciones, recorrí las calles indiferentes, vi a mis amigos y a mis enemigos con un deleite raro, triste. La indiferencia y el tedio que teñían todas las cosas que me rodeaban se habían disipado desde que se había posado sobre ella [sic], con una elegancia de pájaro-rey y una tristeza de profeta, la ardilla-gato blanca que me seguía a todas partes. Usted, animal querido, gentil, silencioso, que me acompañó en esta vida embelleciéndola misteriosa y melancólicamente.

FIN


Fuente: Marcel Proust. Traducción de Alan Pauls. Lumen, 2021. 192 páginas.


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Mar de fondo

𝑆𝑜𝑦 𝐵𝑟𝑦𝑎𝑛 𝑉𝑖𝑙𝑙𝑎𝑐𝑟𝑒𝑧 (Lima, 1990) creador del Blog de Mar de fondo. Estudié Comunicaciones, Sociología y estoy escribiendo un libro. Soy un amante de los cuentos, cartas, diarios y novelas. Convencido de que "𝑈𝑛 𝑑𝑖́𝑎 𝑙𝑒𝑖́𝑑𝑜 𝑛𝑜 𝑒𝑠 𝑢𝑛 𝑑𝑖́𝑎 𝑝𝑒𝑟𝑑𝑖𝑑𝑜"

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