¡Hola, lectores! Mar de fondo también es una oportunidad para aprender cosas nuevas. Aquí queremos mucho a Kafka por su profundidad y la vida difícil que tuvo que pasar. Es imposible no sentir empatía por Kafka y más ahora que encontramos explicaciones a los elementos que aparecen en sus textos. Por eso, hoy veremos qué nos quiso decir al añadir animales en sus obras ¡Leamos!
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Imagen tomada de Pinterest: https://pin.it/4gHMsqiEq |
El inacabable Franz Kafka
Con Kafka no terminó todo aquel 3 de junio de 1924, cuando murió a causa de una tuberculosis crónica. Al contrario, se inició una ardua labor por difundir su obra y estudiar a profundidad los pasajes de su vida que inspiraron sus personajes y las metáforas que empleó.
Por esta razón, Kafka es un autor vigente e inacabable que redescubrimos cada vez que leemos un cuento suyo, una carta o cualquier reflexión. Él sentía la literatura y exigía a los libros no solo el poder de darnos placer, sino también de retarnos y enfrentarnos a ellos.
“A mi juicio, sólo deberíamos leer libros que nos muerden y nos pican. Si el libro que estamos leyendo no nos despierta de un puñetazo en la crisma, ¿para qué lo leemos? ¿Para que nos haga felices? Dios mío, también podríamos ser felices sin tener libros y, dado el caso, hasta podríamos escribir nosotros mismos los libros que nos hicieran felices”.
Por todo ello, Franz Kafka ha superado la barrera del tiempo a 100 años de su muerte. Y lo seguirá haciendo gracias a estos pensamientos que nos interpelan como lectores (porque amamos leer).
“Sin embargo, necesitamos libros que surtan sobre nosotros el efecto de una desgracia muy dolorosa, como la muerte de alguien al que queríamos más que a nosotros, como un destierro en bosques alejados de todo ser humano, como un suicidio; un libro ha de ser un hacha para clavarla en el mar congelado que hay dentro de nosotros”.
Los animales de Kafka
¿Por qué existen tantos animales dispersos en los textos de Kafka? La respuesta pasa por revisar todos sus escritos, desde cartas, diarios, cuentos y novelas. En cada uno de ellos aparece la introspección constante, un paisaje interior de lucha personal.
Según su biógrafo, el editor Reiner Stach, autor del libro "¿Este es Kafka? 99 hallazgos", el autor de la Metamorfosis dudó con el final de su más recordada obra. Pero de lo que si estaba seguro era que no quería que el libro llevase ninguna ilustración de cubierta que dejase notar el tipo de bicho que aparece en la narración.
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Pero los animales para Kafka tenían un sentido más hondo y entre ellos destacan Buitres, chacales, cornejas, perros, ratones y demás criaturas que recogen esa rica tradición literaria venida de la antigüedad, en torno a numerosas fábulas con animales, para construir sus alegorías narrativas.
Simbolismo Kafkiano
Cada uno de estos animales tiene una simbolización, se humanizan y su voz es reflexiva, Franz nos identifica con cada animal y nos sumerge en la incertidumbre. Para ejemplificar lo expuesto, hay un texto de Kafka que podría ser el origen de Gregorio Samsa, este escritor se remonta a la juventud del escritor llamado Preparativos de boda en el campo, donde apare un hombre-insecto:
“Y mientras estoy acostado en la cama tengo la forma de un gran escarabajo, de un ciervo volante o de un abejorro, creo […]. Y susurro unas cuantas palabras que son instrucciones para mi cuerpo triste, que está de pie junto a mí, inclinado”.
Pero, queridos lectores, esta introducción no sería nada sin el valioso aporte de un fragmento de Reiner Stach, analizando brevemente cada uno de los textos famosos de Kafka y donde aparece la figura animal
Un artista del hambre
“En el relato Un artista del hambre, un asceta aposentado en una jaula expuesta al público pasa semanas enteras sin tomar alimento, transcurre tanto tiempo que el público se aburre de verlo y termina por olvidarse de él. Al final de esta historia, el hombre muere, y de ahí en adelante una pantera joven habitará en la jaula; el animal representa la vitalidad pura, y por eso resulta mucho más interesante para el público que el asceta. Kafka utiliza aquí la energía que aporta la metáfora del animal para crear el máximo contraste sensorial y físico en oposición a la cercanía del asceta a la muerte.
El castillo
En Kafka se dan igualmente apariciones de animales mucho más misteriosas y más difíciles de descifrar. Por ejemplo, en la novela El castillo, esas cornejas que vuelan en círculos muy por encima de la torre del castillo. O esa otra imagen de grandes pájaros negros sobre el fondo de un paisaje nevado; es una imagen muy poética, pero ¿qué más podemos decir al respecto? Y en el relato Un médico rural, en el que vemos a un médico llegado de muy lejos que está sentado al borde de la cama de su joven paciente sin poder hacer nada por él; alrededor de ambos se concentra la familia a la espera de un milagro. Pero he ahí que de pronto las ventanas se abren al ser empujadas desde fuera, y entonces las cabezas de dos caballos se asoman a la habitación para contemplar al joven enfermo. Algo así solo ocurre en un sueño; aquí la interpretación no es fácil, pero precisamente por ello esa imagen tiene una fuerza tan extraordinaria.
Tales motivos se encuentran en múltiples variaciones en la literatura universal. Los animales están per se cargados de simbolismo, porque todavía antes de que se establezca la comprensión consciente provocan impulsos complejos, fuertes y, en parte, también atávicos; la historia del arte proporciona ejemplos de ello, cuyo efecto no es menos poderoso. Pero algunas de las ocurrencias de Kafka se distancian de manera tan enérgica de esta historia general de los motivos que un mero recurso a tradiciones literarias a la hora de interpretarlas será de poca ayuda. Kafka le asigna a sus animales una autonomía desconcertante, y les reserva un piso muy amplio en el edificio de su obra.
Cuentos de animales
Los relatos que contiene el presente volumen [Cuentos de animales] no se limitan al uso simbólico o metafórico de la aparición de animales. Más bien, sus protagonistas mismos provienen del mundo animal, como criaturas con una identidad no siempre inequívoca (Un cruce y En nuestra sinagoga), como repentina encarnación de una tradición (El nuevo abogado y El buitre), pero constantemente en figura de animal, actuando de manera misteriosa, a menudo pensando con intensidad, incluso hablando. En cuatro de los textos no aparece ningún ser humano. Y en tres de los relatos el animal, el protagonista, es idéntico al yo narrador.
Gatos, monos, buitres...
Chacales y árabes
Uno vino por detrás, se apretó estrechamente a mí, pasando bajo mi brazo, como si necesitara mi calor, después se situó delante de mí y habló, casi cara a cara conmigo:
“Soy el chacal más viejo a lo largo y ancho. Estoy contento de poder saludarte todavía aquí. Ya casi había perdido la esperanza, puesto que hemos estado esperándote durante un tiempo infinitamente largo; mi madre ha esperado y su madre y todas las demás madres hasta llegar a la madre de todos los chacales. ¡Créelo!”.
“Esto me asombra”, dije, y olvidé prender fuego al montón de leña que ya estaba preparado para mantener alejados a los chacales con su humo. “Esto me asombra mucho oírlo. Solo por casualidad vengo del lejano norte y mi viaje será breve. ¿Qué es lo que queréis, chacales?”
Un cruce
Tengo un animal peculiar, mitad gatito, mitad cordero. Es una herencia de mi padre, pero solo se desarrolló en mi tiempo; solía ser mucho más un cordero que un gatito, pero ahora probablemente tenga la misma cantidad de ambos. La cabeza y las garras del gato, el tamaño y la forma del cordero, de ambos los ojos, que son benevolentes y parpadeantes, el pelaje, que es suave y apretado, los movimientos, consistentes tanto en saltar como en arrastrarse; cuando luce el sol ronronea y se enrosca en el alféizar de la ventana, corre como loco por el prado y es difícil de atrapar, huye de los gatos, los corderos quieren atacarlo, en las noches de luna los aleros de los tejados son su camino predilecto, no sabe maullar y aborrece las ratas.
Un informe para una Academia
Sí que es verdad que hasta entonces yo había tenido muchas salidas, y de pronto ninguna. Estaba atascado. Si me hubieran inmovilizado con clavos, mi libertad de acción no hubiera sido menor por ello. ¿Por qué esto? Ráscate la carne entre los dedos de los pies hasta hacerte sangre, que no encontrarás la razón. Apriétate la espalda contra los barrotes de la reja hasta que casi te partan en dos, que no encontrarás la razón. Yo no tenía ninguna salida, pero tenía que conseguirme una, porque sin ella no podía vivir. Siempre de cara a aquella pared de la caja habría terminado por reventar sin remedio. Pero en la compañía Hagenbeck los monos pertenecen a la pared de la caja, así que dejé de ser un mono. Un razonamiento claro y hermoso que de alguna manera debí concebir con la barriga, puesto que los monos piensan con la barriga.
El buitre
Érase una vez un buitre que picoteaba mis pies. Ya había desgarrado las botas y los calcetines, ahora picoteaba los mismos pies. No dejaba de atacarme, luego volaba inquieto a mi alrededor varias veces para, después, continuar con el trabajo. Pasó un señor, miró un rato y luego preguntó por qué tolero al buitre. “Estoy indefenso”, dije. “Él vino y comenzó a picotearme, así que por supuesto que quería ahuyentarlo, incluso traté de estrangularlo, pero un animal así tiene una gran fuerza, y ya quería saltarme a la cara, por lo que preferí sacrificar los pies. Ahora ya están casi completamente desgarrados”. “Que se deje torturar de esa manera”, dijo el señor, “un tiro y el buitre está muerto”. “¿Es así?”, pregunté, “y ¿podría procurarlo?”. “Encantado”, dijo el señor, “solo tengo que ir a casa y traer mi arma. ¿Puede esperar aún una media hora?”. “Pues no lo sé”, dije yo, y permanecí un rato rígido por el dolor. Después dije: “Por favor, inténtelo en cualquier caso”. “Bien”, dijo el señor, “me apresuraré”.
Pequeña fábula
“Oh”, dijo el ratón, “el mundo se hace cada día más estrecho. Al principio era tan ancho que tenía miedo, seguí caminando y fui feliz cuando, finalmente, en la distancia, vi muros a la derecha y a la izquierda, pero esos largos muros se precipitaban el uno hacia al otro con tal rapidez que ya estoy en la última habitación y allí, en la esquina, está la trampa en la que voy a meterme”. “Todo lo que tienes que hacer es cambiar de dirección”, dijo el gato, y se lo comió.
Espero, querido lector que este artículo haya aportado todavía más a tus conocimientos sobre el gran Kafka, algunos de estos relatos están en la web de Mar de fondo y puedes disfrutarlos en cualquier momento. Si te gustó este contenido no olvides compartirlo y dejar un comentario ¡Nos leemos en otro texto!
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Fuente: La Vanguardia.
Después leer sobre los animales, que aparecen en sitios claves, me vinieron a la mente los Emojic. ....
ResponderEliminarsiempre están por ahí rondando
EliminarInteresante.
ResponderEliminarpor supuesto! gracias por visitar
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