La conmovedora carta de Bukowski al editor que apostó por él a los 49 años

La conmovedora carta de Charles Bukowski a su editor John Martin

Carta de Charle Bukowski a John Martin
Foto: Archivo Carles Bukowski. 

¡Buenos días, lectores!  Hoy compartimos una carta de Charles Bukowski, uno de los escritores más crudos y auténticos de la literatura estadounidense. En ella, el autor de Cartero le escribe con profundo agradecimiento a su primer editor, John Martin, el hombre que confió en él y lo ayudó a abrirse camino en el mundo literario.

Charles Bukowski: el escritor tardío que conquistó la literatura de la mala vida

Hace poco publicamos un artículo sobre escritores tardíos, aquellos que fueron rechazados al inicio y luego se convirtieron en leyendas. Charles Bukowski fue uno de ellos. Su carrera como autor comenzó formalmente a los 50 años, edad en la que la mayoría ya ha renunciado a sus sueños. Sin embargo, su estilo directo, áspero y visceral lo convirtió en una voz imprescindible de la literatura del siglo XX.

Apodado “el padre de la literatura de la mala vida, leer a Bukowski es adentrarse en el lado oscuro del sueño americano: el alcohol, la pobreza, los trabajos precarios, los bares nocturnos y las vidas que se apagan lentamente en la rutina. Su infancia fue dura: creció con un padre violento, una madre ausente y compañeros que se burlaban de su acento alemán. Esa mezcla de dolor y rebeldía marcaría para siempre su escritura.

Los inicios literarios de Bukowski

Desde joven, Bukowski quiso ser escritor. A los 20 años, tras una fuerte discusión con su padre, fue echado de casa. Comenzó entonces un largo recorrido por Estados Unidos, entre bares baratos y moteles decadentes. Su amor por los libros lo llevó a refugiarse en bibliotecas públicas, donde leyó a los clásicos y soñó con convertirse en uno de ellos.

Publicó algunos relatos en la revista Story, pero la falta de reconocimiento lo desanimó. Durante casi una década abandonó la literatura, dedicándose a sobrevivir como empleado postal. Sin embargo, su espíritu inconforme nunca desapareció.

El encuentro con John Martin: el editor que cambió su destino

En 1969, cuando Charles Bukowski tenía casi 50 años, apareció John Martin, fundador de la editorial Black Sparrow Press. Fascinado por sus textos, le ofreció un trato inusual: pagarle un salario mensual para que se dedicara exclusivamente a escribir. Dos años después, nacía su primera novela, Post Office (Cartero), una obra autobiográfica que se convertiría en un clásico.

Ese gesto cambió la vida de Bukowski. Gracias a Martin, pudo abandonar los trabajos precarios y vivir de lo que más amaba: escribir. Su relación profesional se convirtió también en una amistad duradera, marcada por la gratitud y el respeto mutuo.

La carta de Charles Bukowski a John Martin: un testimonio de libertad y humanidad

Pasaron 17 años desde aquel primer encuentro cuando Bukowski decidió escribirle esta carta a su editor. El texto, incluido en la colección Reach for the Sun: Selected Letters 1978-1994, es una reflexión cruda y honesta sobre la vida, el trabajo y la libertad. Más que una nota de agradecimiento, es una declaración contra la rutina y la esclavitud moderna.

Fragmento de la carta de Charles Bukowski a John Martin (12 de agosto de 1986)

“Gracias por tu buena carta. No creo que duela, a veces, recordar de dónde venimos. (...) Ya conoces mi viejo dicho: la esclavitud nunca fue abolida, sólo se extendió a todos los colores.”

“De joven no podía creer que la gente pudiera entregar sus vidas a cambio de esas condiciones. De viejo todavía no puedo creerlo. ¿Por qué lo hacen? (...) Nunca pagan bastante a los esclavos para que sean libres, sólo lo suficiente para que sigan vivos y vuelvan a trabajar.”

“Así que, la suerte que al final he tenido escapando de esos lugares, no importa lo mucho que me llevó, me ha dado una cierta clase de gozo, el gozo feliz del milagro. (...) No haber desperdiciado del todo una vida parece ser un logro que merece la pena, aunque sólo sea para mí.”

Bukowski y la dignidad de escribir

La carta de Bukowski a John Martin es más que una muestra de gratitud. Es una lección sobre el valor de la libertad personal y el coraje de seguir escribiendo contra todo pronóstico. Bukowski nos recuerda que la literatura no se trata solo de publicar libros, sino de sobrevivir a la rutina, de mirar el abismo sin rendirse, de encontrar sentido incluso en medio del caos.

Este texto, sin duda, se alinea con su filosofía vital: “Encuentra lo que amas y deja que te mate”. Porque para Bukowski, escribir fue siempre una forma de resistir y celebrar la vida.


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Te invito a leerla con mucho entusiasmo, dado que no solo es un texto de agradecimiento, sino que también es una joya de reflexión sobre en sentido que debemos darle a nuestras vidas, sobre todo si enfrentamos una rutina asfixiante...


12 de agosto de 1986

Hola John:

Gracias por tu buena carta. No creo que duela, a veces, recordar de dónde venimos. Incluso la gente que trata de escribir sobre eso o hacer películas no lo pillan. Lo llaman «de 9 a 5». Nunca es de 9 a 5, no hay pausa gratis para comer en esos sitios, de hecho, en muchos de ellos no paras para comer para poder conservar el trabajo. Luego están las horas extras y los libros nunca parecen reflejar bien las horas extras y si te quejas de ellas, hay otro tonto para ocupar tu puesto.

Ya conoces mi viejo dicho, «la esclavitud nunca fue abolida, sólo se extendió a todos los colores».

Y lo que duele es la constante disminución de humanidad de aquellos peleando por conservar trabajos que no quieren pero que temen más a la alternativa. La gente simplemente se vacía. Son cuerpos con mentes obedientes y temerosas. El color abandona a los ojos. La voz se vuelve fea. Y el cuerpo. El pelo. Las uñas. Los zapatos. Todo.

De joven no podía creer que la gente pudiera entregar sus vidas a cambio de esas condiciones. De viejo todavía no puedo creerlo. ¿Por qué lo hacen? ¿Sexo? ¿Televisión? ¿Un coche con letras mensuales? ¿Por los niños? ¿Niños que simplemente van a hacer lo mismo que hicieron ellos?

Ya desde pronto, cuando era joven e iba de trabajo en trabajo, a veces era lo bastante tonto para hablar con mis compañeros de trabajo. «Ey, el jefe puede venir en cualquier momento y echarnos, así por las buenas, ¿te das cuenta de eso?»

Ellos sólo me miraban. Exponía algo que no querían que entrara en sus mentes. Ahora hay despidos masivos en las industrias (el acero ha muerto, cambios técnicos en los lugares de trabajo). Los despiden por cientos de miles y sus caras son de asombro.

«Entregué 35 años…»

«No está bien…»

«No sé qué hacer…»

Nunca pagan bastante a los esclavos para que sean libres, sólo lo suficiente para que sigan vivos y vuelvan a trabajar. Podía ver todo eso, ¿por qué ellos no? Ya me figuré que el banco del parque era igual de bueno o que la barra del bar era igual de buena. ¿Por qué no llegar allí primero antes de que me pusieran ellos? ¿Por qué esperar?

Escribí con disgusto contra todo eso y fue un alivio sacar la mierda de mi sistema. Y ahora estoy aquí, un supuesto escritor profesional, después de haberles entregado los 50 primeros años de mi vida, he encontrado que hay otras molestias más allá del sistema.

Recuerdo una vez, trabajando para un empaquetador en una empresa de iluminación, que uno de los empaquetadores dijo de pronto: «¡Nunca seré libre!».
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Uno de los jefes pasaba por allí (su nombre era Morrie) y dejó caer una buena risa, disfrutando el hecho de que este tipo estaba atrapado de por vida.

Así que, la suerte que a final he tenido escapando de esos lugares, no importa lo mucho que me llevó, me ha dado una cierta clase de gozo, el gozo feliz del milagro. Ahora escribo desde una mente vieja y un cuerpo viejo, mucho más allá del tiempo en que muchos hombres pensarían en continuar semejante cosa, pero ya que he empezado tan tarde me debo a mí mismo continuar. Y cuando las palabras empiecen a faltarme y me tengan que ayudar a subir las escaleras y no pueda distinguir un azulillo de un clip, siento que algo en mí va a recordar (no importa lo mal esté) cómo he atravesado el asesinato y el follón y la agitación, hasta llegar, al menos, a una manera generosa de morir.

No haber desperdiciado del todo una vida parece ser un logro que merece la pena, aunque sólo sea para mí.

Tu chico.

Hank

La historia y la carta de hoy también es un llamado a la motivación, pues cuando hay talento y voluntad no importa la edad, sino ir tras esa oportunidad que haga que todo valga la pena. Eso nos demuestra Bukowski. 

Fuente: Reach for the Sun: Selected Letters 1978–1994, Charles Bukowski.


Mar de fondo

𝐵𝑟𝑦𝑎𝑛 𝑉𝑖𝑙𝑙𝑎𝑐𝑟𝑒𝑧 (Lima, 1990) Director del Blog de Mar de fondo. Estudié Comunicaciones, Sociología y soy autor del libro "Las vidas que tomé prestadas". Amante de los cuentos, cartas, diarios y novelas. Convencido de que "𝑈𝑛 𝑑𝑖́𝑎 𝑙𝑒𝑖́𝑑𝑜 𝑛𝑜 𝑒𝑠 𝑢𝑛 𝑑𝑖́𝑎 𝑝𝑒𝑟𝑑𝑖𝑑𝑜."

2 Comentarios

  1. Que la realidad no nos sumerga en simple fuerza de trabajo, en esclavos del capital, la reflexión es el comienzo.

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