Debo confesar que soy un amante de las historias y leyendas del interior del Perú, y en especial siempre me han cautivado los mitos de la serranía peruana, joyas literarias que etnólogos como el gran José María Arguedas (hoy en el billete de 20 soles) han recogido para las futuras generaciones. Hoy les comparto una pequeña leyenda para inaugurar este ciclo.
Historia tomada del libro: Cuentos, mitos y leyendas peruanas. |
EL MÉDANO BLANCO
El Distrito de Sechura, en el desierto, a unos veinte kilómetros de la población, se encuentra un inmenso médano, que por la blancura de sus arenas le llaman Médano Blanco.
Este es muy alto, nadie puede subirlo, porque dicen que está encantado. Está rodeado de forraje y cuentan los pastores que habitan por allí, que siempre oían tocar un tamborcito pero que nunca llego a ser descubierto quien lo tocaba. En el centro del médano, hay corales y cosas de oro, por eso la gente quería subir; y apenas habrían subido cinco a seis metros, comenzaban a hundirse; y como tenían miedo, no continuaban.
Se cuenta que dos señores, yendo por esos lugares, se perdieron del camino. Cuando se dieron cuenta que estaban perdidos ya habían caminado bastante; tenían sed y no encontraban donde tomar' agua.
Caminaron más y más, buscando como orientarse. De pronto, vieron un río, se alegraron y se dirigieron a él. Cuando llegaron hicieron beber a sus· caballos. Ellos llevaban dos depósitos y también los llenaron de agua. Creían que era el río de Batán, que pasa cerca de Sechura; pero como estaban cansados, se quedaron a descansar y se durmieron. Cuando despertaron, cuál sería su sorpresa al ver que el río era un médano; los depósitos que llenaron de agua estaban llenos de arena. Estaban encantados; este médano era el famoso Médano Blanco, y no sabían cómo llegaron a él.
Dicen que en época de Semana Santa aparecen varios de esos llamados encantos, junto al Médano; también dicen que aparece, un patito; y creen que éste fue una persona que por curiosa subió al médano y se quedó encantada. Algunas veces el patito aparece en los ríos, transformado en patito de oro, y cuando encuentra alguna persona buena, sale a hablarle, diciéndole que en tal o cual lugar hay un tesoro reservado para él.
FIN