En estas fiestas patrias disfrutemos de una de las obras más graciosas del 'flaco' Ribeyro, puesta hace poco en escena en el Teatro de Lucía y que bien vale la pena leer sobre todo en estos tiempos. Prepárense a reír.
Esta pieza teatral es de rápida lectura y un estilo inconfundible: chasco en toda su dimensión.
CONFUSION EN LA PREFECTURA DE JULIO RAMON RIBEYRO
Confusión en la prefectura.
Farsa en un acto.
La acción ocurre en un alejado pueblo de provincia. Oficina modesta con un mapa del Perú, un escritorio, una silla, un viejo sillón, un radio antiguo contra la pared. Puerta a la izquierda que da a la calle. Al levantarse el telón el prefecto se encuentra sentado ante su escritorio, bostezando. Lleva un saco de pijama grueso amarrado a la cintura con un cordón. Sus cuatro pelos están bien peinados.
Personajes:
EL PREFECTO .- Juan Sandia, 50 años, calvicie acusada, bigotillo con las puntas ligeramente levantadas, nariz rojiza.
EL GOBERNADOR .- Jaime Toro, mestizo de 35 años, sombrero blanco y poncho corto de vicuña.
EL ALCALDE .- Cuarentón, gordo, traje negro de pana con chaleco y cadena de reloj.
PREFECTO .- (Solo) ¡Ah, que descansada vida se lleva en estos pueblos! Buen clima, buena leche, buena carne. De vez en cuando una reunión donde el alcalde, otra donde el señor cura, un discurso por aquí, una subversión por allá. Esto sería el mismo cielo sino quedara tan lejos de Lima. ¡Y sobre todo los regalitos! Regalitos de los hacendados y, también de los indígenas, un carnerito por aquí, una bombita por allá…
GOBERNADOR .- (Entrando a la carrera) ¡Señor prefecto! (Se ahoga) ¡Señor prefecto!
PREFECTO .- (Se pone de pie) ¿Qué sucede? ¡Hable usted, señor gobernador!
GOBERNADOR .- ¡Han derrocado al gobierno! ¡Acabo de oírlo en la radio del bar Bacará, donde tomaba desayuno!
PREFECTO .- ¡Imposible!
GOBERNADOR .- ¡Se lo juro! Sucedió anoche… es decir, esta madrugada.
PREFECTO .- ¿Y cómo se han atrevido? (Contornea su escritorio) Si nuestro presidente hace un año que está en el poder. (Recitando) Es más, anda por la senda del progreso… La economía postrada se rehabilita…. La agricultura reverdece (Señalando el mapa) en todos los valles de la patria… (Reaccionando) Pero, ¿está usted seguro de lo que dice?
GOBERNADOR .- (Señalando el radio) Encienda usted el aparato. Están dando el noticiario.
PREFECTO .- (Dirigiéndose a la radio) Debe ser una falsa alarma, propaganda por alguno de esos elementos disolventes interesados en sembrar la confusión… (Enciende el radio y se escucha el final de una marcha militar).
LOCUTOR .- ¡Últimas noticias! El señor presidente, don Héctor Verdoso dimitió esta madrugada de sus funciones para evitar efusión de sangre. El golpe de estado fue dado por el general Camilo Chumpitaz al frente de la división blindada.
GOBERNADOR .- Exactamente. Eso es lo que había escuchado.
PREFECTO .- (Cogiéndose la cabeza) ¡Y sólo tengo seis meses de prefecto! (Incrédulo) No, no y no. No lo creo. ¡No lo creo, señor gobernador!
GOBERNADOR .- Pero escuche usted.
LOCUTOR .- A las cuatro de la madrugada, sin que nada lo dejara prever, una columna blindada llegó ante Palacio de Gobierno, y después de una breve escaramuza con la escolta de guardia… (ruidos en la radio, la emisión se interrumpe).
PREFECTO .- ¿Qué pasa? Sintonice usted bien. (Siguen los ruidos).
GOBERNADOR .- (Mueve los botones) No se escucha nada... Se debe haber perdido la onda. (Los ruidos cesan).
PREFECTO .- (Preocupado) ¡La onda, la onda…! Nuestro ilustre mandatario, don Héctor Verdoso, un verdadero patricio, derrocado… y ¿por quién además? Por un, por un…
GOBERNADOR .- Ya lo oyó usted: por el general Camilo Chumpitaz.
PREFECTO .- ¿Chumpitaz? ¡Hay tantos generales, Santo Dios! ¿Qué Chumpitaz será éste? ¿El antiguo ministro de gobierno?
GOBERNADOR .- El mismo.
PREFECTO .- ¡Ejem! Lo conozco… es decir, lo vi una vez en palacio. Debo reconocer que es un militar de …, de prestigio, con una limpia foja de servicios en los anales patrios… ¡Ejem! Pero, dadas circunstancias, es inadmisible que se haya atrevido.
GOBERNADOR .- Por lo que pude oír en el Bacará, que “el país estaba en el caos”.
PREFECTO .- Vaya, eso es una exageración… Claro, que si uno mira las cosas con cierta objetividad, todo no marchaba muy bien, hay que reconocerlo. Había un déficit por aquí, una pequeña inflación por allá… El presidente Héctor Verdoso hacía lo que podía, pero…
GOBERNADOR .- (Anticipándose) ¡Pero carecía de carácter…! ¿No es eso señor Prefecto? En confianza le diré que yo no tenía mucha fe en su gobierno.
PREFECTO .- (Convencido) ¡Usted lo ha dicho! Eso es también lo que yo sentía a veces: falta de confianza, no sé, algo como una corazonada que me decía: “no te fíes mucho de ese Verdoso”.
GOBERNADOR .- En cambio, lo que el país necesita, pensaba yo, es un hombre de carácter…
PREFECTO .- (Completando) Diga más bien, de orden y rectitud. Un militar, para decirlo sin rodeos. Un hombre de temple, de disciplina…., como el ilustre general Chumpitaz, para poner un ejemplo…
GOBERNADOR .- Completamente de acuerdo.
PREFECTO .- Sí, querido señor gobernador . Eso tenía que suceder. Cuando el país cae en el caos, es necesario que alguien intervenga para poner orden, para restablecer las libertades amenazadas, para garantizar el ejercicio de los derechos…. Creo que no debemos perder tiempo. En el acto hay que manifestar nuestra adhesión al nuevo gobierno. Fíjese, corra usted a la oficina de correos y ponga rápido un telegrama…
GOBERNADOR .- ¿En qué términos?
PREFECTO .- Espere usted. (Se coge la cabeza) ¡Qué lío, Dios mío, y tan temprano! Aún no he tenido tiempo de quitarme (señala su pijama) el “robe de chambre”. (Al gobernador) Diga usted: “Felicitaciones brillante paladín democracia stop, valiente actitud derrocar gobierno incapaz stop. .. Bueno, etcétera, algo dentro del estilo. Firmado, Juan Sandia, Prefecto de Huanta y Jaime Toro, Gobernador…” ¡Pero vaya usted, apúrese! (El gobernador se pone su sombrero y sale corriendo) ¡Uf, qué problema! Hacerme esto a mi que estoy sólo seis meses aquí. No se lo perdonaré nunca a ese vil Verdoso. Y cuando subió a la presidencia me dijo: “Querido Sandia, tiene usted para cinco años de prefecto, en el pueblo que usted elija”. ¡Qué falta de garantías!
ALCALDE .- (Entra resollando) ¿Es cierto, señor, que nuestro ilustre presidente Héctor Verdoso ha sido expulsado de palacio?
PREFECTO .- (Colérico) ¿Qué es eso de ilustre señor Verdoso? ¡Verdoso a secas, señor alcalde!... Sí, es cierto. Un valeroso militar, harto de las tropelías de este civil incapaz, resolvió anoche dar un ejemplo de civismo a la nación y le arrebató el mandato que injustamente desempeñaba.
ALCALDE .- ¿Y quién es ese militar?
PREFECTO .- ¡Tenga usted un poco de respeto! Diga “ese representante de las fuerzas armadas”. Es el general Camilo Chumpitaz.
ALCALDE .- (Dubitativo) ¿Chumpitaz?
PREFECTO .- ¡Qué! ¿No lo conoce? ¿Es posible que no conozca al general Chumpitaz? Un hombre brillante, uno de esos paladines que han heredado y que encarnan la tradición…
LOCUTOR .- (Precipitadamente) Radio Nacional reanuda su emisión interrumpida por causas ajenas a nuestra voluntad. Les pedimos disculpas por el incidente, pero nuevamente en el aire al servicio de la ciudadanía.
PREFECTO .- Oiga usted. Entérese de lo que pasó.
LOCUTOR .- Nos vemos obligados a rectificar nuestra información dada hace unos minutos. El servicio de información de palacio nos comunica que el presidente Héctor Verdoso no ha dimitido, sino que después de un animado debate con el general Camilo Chumpitaz convenció a este último a desistir de su tentativa de tomar el poder.
PREFECTO .- ¿Eh?
LOCUTOR .- En consecuencia, el mandatario legítimamente elegido continúa desempeñando la máxima magistratura.
PREFECTO .- (Fuera de sí) ¡Dios! ¡Corra, corra, vuele señor alcalde! ¡Apúrese!
ALCALDE .- ¡Pero no entiendo nada! ¿Y el ilustre general Camilo Chumpitaz?
PREFECTO .- ¡No lo conozco! ¡No lo conoce nadie! ¡Aquí no hay ningún general ilustre! ¡Corra detrás del gobernador que debe estar llegando al correo y dígale que no ponga el telegrama!
ALCALDE .- (Sin entender) ¿Telegrama?
PREFECTO .- (Empujándolo hacia la puerta) ¡Vamos, de una vez! (Sale el alcalde) ¡Uf, qué historia! (El prefecto se abanica con su pañuelo). Si no lo agarra antes que despache la adhesión… Eso te pasa por… Pero en fin, hacerme esto a mí, Juan Sandia, con veinte años al servicio de la nación en la prefecturas de Cusco, Puno, Arequipa, Nazca, Ayabaca, Huánuco, Andamarca, Quillabamba, Satipo, Iquitos y para de contar. ¡Sin haber cumplido seis meses en Huantay! Y cuando no he tenido tiempo sino de conseguir una chacrita, una casita…
LOCUTOR .- Ahora transmitiremos una marcha, mientras esperamos la llegada del mensaje que el presidente Héctor Verdoso ha anunciado para tranquilizar a la ciudadanía.
PREFECTO .- (Apaga el radio) ¡Nada de marchas! (Reflexiona) Será sin dudas un mensaje deslumbrante. ¡Qué talento oratorio tiene este señor! Un verdadero letrado (Se coge la frente) ¡Qué dolor de cabeza Dios, y a las ocho de la mañana!
GOBERNADOR .- (Aparece a la carrera) ¡Todo arreglado! (Resuella).
PREFECTO .- ¡Pero hable!
GOBERNADOR .- Figúrese usted, ¡con las justas! Le estaba entregando ya el telegrama a la empleada, cuando llegó el alcalde. ¡Se lo tuve que arrancar de las manos! ¡Uf, que carreras! En fin, todo se arregló… ¿quiere decir entonces que no ha pasado nada?
PREFECTO .- ¿Cómo que nada? ¿Le parece poco que ese felón militar, cómo se llama, ese Chumpitaz, haya intentado darle un golpe artero a nuestro ilustre presidente don Héctor Verdoso? Ah no, no, no. ¡Yo reclamo contra él una grave sanción! Eso no puede quedar sin castigo. ¡Un fusilamiento! Ya es tiempo de acabar de una vez venales tentativas contra el orden establecido y la constitución. Vea, le voy a dictar otro telegrama.
GOBERNADOR .- (Saca una libreta) ¡A sus órdenes!
PREFECTO .- (Mirando el cielo raso, solemne) “Su excelencia, don Héctor Verdoso…” No, ponga así: “Excelentísimo señor don Héctor Verdoso, Presidente de la República del Perú stop (Pausa) Autoridades Huanta y encabezadas Prefecto Sandia aplauden gran lección de civismo dada viles usurpadores poder legítimo stop, felicitan mandatario valiente actitud stop, adhesión incondicional término feliz mandato stop”. ¡Espere! Añada usted: “Exigimos castigo felón militar”. ¡Listo!
GOBERNADOR .- (Terminando de escribir) Listo. En el acto voy a despacharlo. (Sale)
PREFECTO .- ¡Increíble! ¡Qué mañana! Y todavía hay miserables que dicen que los prefectos se pasan la gran vida. Como si a pesar de la lejanía no viviéramos nosotros intensamente las pulsaciones más íntimas de la patria, que nos llegan por los aires a través de las ondas. (Mira el radio) ¡Ah, el comienzo (Se acerca al radio) De rodillas, se lo escucharé, don Héctor Verdoso, de rodillas, como la misa… (Enciende el radio).
LOCUTOR .- ¡Radio Nacional informa! Dentro de unos instantes les transmitiremos en directo desde el palacio de gobierno el mensaje a la nación del presidente Héctor Verdoso…
PREFECTO .- (Emocionado) De rodillas… (Pone una rodilla en tierra).
LOCUTOR .- ¡Don Héctor Verdoso se acerca en estos momentos al micro para leer su mensaje a la nación!... (Voz con trémolos del presidente). “Ciudadanos: en mi calidad de presidente electo de la república del Perú, debo dirigirme a ustedes en estos álgidos momentos para informarles de los graves acontecimientos que se desarrollaron esta mañana en palacio…
PREFECTO .- (Exhortándolo) ¡Adelante, patricio!
VOZ PRESIDENCIAL .- “Un subalterno mío, el general Camilo Chumpitaz…”
PREFECTO .- ¡Un felón, un desgraciado!
VOZ PRESIDENCIAL .-“…que hasta ahora me había dado muestras de la mayor fidelidad, ingresó esta mañana a palacio al frente de la división blindada, para exigirme que deponga el poder en sus manos, y yo, depositario del mandato popular…
PREFECTO .- Del mío, del de todo el pueblo…
VOZ PRESIDENCIAL .- “…me negué enérgicamente a satisfacer su pedido, pero, ante la insistencia del citado general…”
PREFECTO .- ¡Ay!
VOZ PRESIDENCIAL .- “…me ví obligado…”
PREFECTO .- ¡Dios mío!
VOZ PRESIDENCIAL .- “…a acceder a su demanda y a dimitir de la presidencia de la república…”
PREFECTO .- (Se pone de pie) ¡Cobarde!
VOZ PRESIDENCIAL .- “…En consecuencia, recomiendo serenidad a la ciudadanía…”
PREFECTO .- ¡Qué ciudadanía, qué serenidad!
VOZ PRESIDENCIAL .- “…y les pido que respeten la voluntad…”
PREFECTO .- (Apaga el radio) ¡Que te cuelguen, imbécil!
ALCALDE .- (Entra sonriente, satisfecho) Bueno, lo cogí antes que pusiera el telegrama… (Se sienta en el sillón). De modo que hemos tenido suerte y que ese generalote se encontró con la horma de su zapato…
PREFECTO .- (Irritado) ¿Qué generalote?
ALCALDE .- Ese…, ¿Cómo era? Ese Chumpitaz, el que quiso deponer a nuestro ilustre presidente Verdoso…
PREFECTO .- ¿Ilustre señor Verdoso? Pero, ¿se da cuenta de lo que está diciendo?
ALCALDE .- (Desconcertado) Creo haber entendido que nuestro mandatario…
PREFECTO .- (Gritando) ¡Era un incapaz, un cobarde, un canalla, un caballo vestido de frac…!
ALCALDE .- Pero, entonces, ¿y ese militar que pretendía…?
PREFECTO .- ¡No pretendía nada! Estaba en su derecho… (Avanzando hacia el alcalde) Señor alcalde, ¿cómo se atreve usted? (Furioso) ¡Lo voy a ahorcar, lo voy a descuartizar! ¿Cómo se atreve usted a expresarse así de nuestro presidente, el heroico, el patricio, general Camilo Chumpitaz ¡Corra usted!
ALCALDE .- (Se pone de pie) ¿Adónde? ¡No entiendo nada!
PREFECTO .- ¡Al correo!... ¡Agarre al gobernador, métale un tiro, pero que no ponga el telegrama!
ALCALDE .- ¿Otra vez? Pero si enantes…
PREFECTO .- ¡No pregunte nada! Corra usted, vuele… (El alcalde sale corriendo) ¡Uf, qué gente ésta, pierde la cabeza, se ofusca, se enreda…, y encima dice “el general Chumpitaz”, este patán, en lugar de “nuestro magnánimo, alejandrino, nuestro …, ah, no sé ya cómo llamarlo… (Mirando la radio) Seguramente hablará por radio. (Se acerca y enciende el botón) Escucharé su voz, pero no de rodillas, sino cuadrado marcialmente, como un obediente soldado (Se cuadra).
LOCUTOR .- ¡Últimas noticias! Comunicado oficial: Tenemos que informar a la nación que la dimisión del señor presidente no ha sido aceptada por el grueso de las fuerzas armadas, y que el general Chumpitaz fue detenido cuando se ceñía la banda presidencial y enviado al Frontón, donde esperará ser juzgado por una corte marcial.
PREFECTO .- (Cogiéndose la cabeza) ¡No! ¡No puede ser! ¡Me estoy volviendo loco! (Corre hacia la puerta) ¡Señor alcalde! ¡Señor gobernador! (Regresa al centro de la oficina) ¡Ay! ¡El telegrama! ¡Que no lo pongan!.... ¡Sí, que lo pongan! (Trata de pararse de cabeza) ¡Qué viva nuestro general! ¡Oh, perdón, qué viva don Héctor Verdoso! (Da cabriolas) ¡Que se vayan todos al diablo! (Se tira sobre el sillón) ¡Que me dejen dormir! (Se sienta sobre el sillón, mirando al público). Un general por aquí, un civil por allá…. (Se queja) ¡Ay, ay, aaay!
TELÓN
Paris, 1965