Leamos "La secta de los treinta", cuento de Jorge Luis Borges

¡Qu茅 tal, lectores Mar de fondo! El cuento de hoy es una joya breve de Borges que nos sumerge en el misterio de un grupo de hombres con una manera peculiar de entender el mundo y su realidad. ¡Disfrutemos de esta genial lectura! 

Cuento La secta de los treinta de Jorge Luis Borges
Imagen: https://pin.it/4SJwR8V



LA SECTA DE LOS TREINTA

El manuscrito original puede consultarse en la Biblioteca de la Universidad de Leiden; est谩 en lat铆n, pero alg煤n helenismo justifica la conjetura de que fue vertido del griego. Seg煤n Leisegang, data del siglo cuarto de la era cristiana. Gibbon lo menciona, al pasar, en una de las notas del cap铆tulo decimoquinto de su Decline and Fall. Reza el autor an贸nimo:

“…La Secta nunca fue numerosa y ahora son parcos sus pros茅litos. Diezmados por el hierro y por el fuego duermen a la vera de los caminos o en las ruinas que ha perdonado la guerra, ya que les est谩 vedado construir viviendas. Suelen andar desnudos. Los hechos registrados por mi pluma son del conocimiento de todos; mi prop贸sito actual es dejar escrito lo que me ha sido dado descubrir sobre su doctrina y sus h谩bitos. He discutido largamente con sus maestros y no he logrado convertirlos a la Fe del Se帽or.

Lo primero que atrajo mi atenci贸n fue la diversidad de sus pareceres en lo que concierne a los muertos. Los m谩s indoctos entienden que los esp铆ritus de quienes han dejado esta vida se encargan de enterrarlos; otros, que no se atienen a la letra, declaran que la amonestaci贸n de Jes煤s: Deja que los muertos entierren a sus muertos, condena la pomposa vanidad de nuestros ritos funerarios.

El consejo de vender lo que se posee y de darlo a los pobres es acatado rigurosamente por todos; los primeros beneficiados lo dan a otros y estos a otros. Esta es explicaci贸n suficiente de su indigencia y desnudez, que los avecina asimismo al estado paradis铆aco. Repiten con fervor las palabras: Considerad los cuervos, que ni siembran ni siegan, que ni tienen cillero, ni alfol铆; y Dios los alimenta. ¿Cu谩nto de m谩s estima sois vosotros que las aves? El texto proscribe el ahorro: Si as铆 viste Dios a la hierba, que hoy est谩 en el campo, y ma帽ana es echada en el horno, ¿cu谩nto m谩s vosotros, hombres de poca fe? Vosotros, pues, no procur茅is qu茅 hay谩is de comer, o qu茅 hay谩is de beber; ni est茅is en ansiosa perplejidad.

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El dictamen Quien mira una mujer para codiciarla, ya adulter贸 con ella en su coraz贸n es un consejo inequ铆voco de pureza. Sin embargo, son muchos los sectarios que ense帽an que si no hay bajo los cielos un hombre que no haya mirado a una mujer para codiciarla, todos hemos adulterado. Ya que el deseo no es menos culpable que el acto, los justos pueden entregarse sin riesgo al ejercicio de la m谩s desaforada lujuria.

La Secta elude las iglesias; sus doctores predican al aire libre, desde un cerro o un muro o a veces desde un bote en la orilla.

El nombre de la Secta ha suscitado tenaces conjeturas. Alguna quiere que nos d茅 la cifra a que est谩n reducidos los fieles, lo cual es irrisorio pero prof茅tico, porque la Secta, dada su perversa doctrina, est谩 predestinada a la muerte. Otra lo deriva de la altura del arca, que era de treinta codos; otra, que falsea la astronom铆a, del n煤mero de noches, que son la suma de cada mes lunar; otra, del bautismo del Salvador; otra, de los a帽os de Ad谩n, cuando surgi贸 del polvo rojo. Todas son igualmente falsas. No menos mentiroso es el cat谩logo de treinta divinidades o tronos, de los cuales uno es Abraxas, representado con cabeza de gallo, brazos y torso de hombre y remate de enroscada serpiente.

S茅 la Verdad pero no puedo razonar la Verdad. El inapreciable don de comunicarla no me ha sido otorgado. Que otros, m谩s felices que yo, salven a los sectarios por la palabra. Por la palabra o por el fuego. M谩s vale ser ejecutado que darse muerte. Me limitar茅 pues a la exposici贸n de la abominable herej铆a.

El Verbo se hizo carne para ser hombre entre los hombres, que lo dar铆an a la cruz y ser铆an redimidos por 脡l. Naci贸 del vientre de una mujer del pueblo elegido no solo para predicar el Amor, sino para sufrir el martirio.

Era preciso que las cosas fueran inolvidables. No bastaba la muerte de un ser humano por el hierro o por la cicuta para herir la imaginaci贸n de los hombres hasta el fin de los d铆as. El Se帽or dispuso los hechos de manera pat茅tica. Tal es la explicaci贸n de la 煤ltima cena, de las palabras de Jes煤s que presagian la entrega, de la repetida se帽al a uno de los disc铆pulos, de la bendici贸n del pan y del vino, de los juramentos de Pedro, de la solitaria vigilia en Gethseman铆, del sue帽o de los doce, de la plegaria humana del Hijo, del sudor como sangre, de las espadas, del beso que traiciona, de Pilato que se lava las manos, de la flagelaci贸n, del escarnio, de las espinas, de la p煤rpura y del cetro de ca帽a, del vinagre con hiel, de la Cruz en lo alto de una colina, de la promesa al buen ladr贸n, de la tierra que tiembla y de las tinieblas.

La divina misericordia, a la que debo tantas mercedes, me ha permitido descubrir la aut茅ntica y secreta raz贸n del nombre de la Secta. En Kerioth, donde veros铆milmente naci贸, perdura un convent铆culo que se apoda de los Treinta Dineros. Ese nombre fue el primitivo y nos da la clave. En la tragedia de la Cruz –lo escribo con debida reverencia– hubo actores voluntarios e involuntarios, todos imprescindibles, todos fatales. Involuntarios fueron los sacerdotes que entregaron los dineros de plata, involuntaria fue la plebe que eligi贸 a Barrab谩s, involuntario fue el procurador de Judea, involuntarios fueron los romanos que erigieron la Cruz de Su martirio y clavaron los clavos y echaron suertes. Voluntarios solo hubo dos: El Redentor y Judas. Este arroj贸 las treinta piezas que eran el precio de la salvaci贸n de las almas e inmediatamente se ahorc贸. A la saz贸n contaba treinta y tres a帽os, como el Hijo del Hombre. La Secta los venera por igual y absuelve a los otros.


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No hay un solo culpable; no hay uno que no sea un ejecutor, a sabiendas o no, del plan que traz贸 la Sabidur铆a. Todos comparten ahora la Gloria.

Mi mano se resiste a escribir otra abominaci贸n. Los iniciados, al cumplir la edad se帽alada, se hacen escarnecer y crucificar en lo alto de un monte, para seguir el ejemplo de sus maestros. Esta violaci贸n criminal del quinto mandamiento debe ser reprimida con el rigor que las leyes humanas y divinas han exigido siempre. Que las maldiciones del Firmamento, que el odio de los 谩ngeles…”


El fin del manuscrito no se ha encontrado.


FIN

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Mar de fondo

饾惖饾憻饾懄饾憥饾憶 饾憠饾憱饾憴饾憴饾憥饾憪饾憻饾憭饾懅 (Lima, 1990) Director del Blog de Mar de fondo. Estudi茅 Comunicaciones, Sociolog铆a y soy autor del libro "Las vidas que tom茅 prestadas". Amante de los cuentos, cartas, diarios y novelas. Convencido de que "饾憟饾憶 饾憫饾憱́饾憥 饾憴饾憭饾憱́饾憫饾憸 饾憶饾憸 饾憭饾憼 饾憿饾憶 饾憫饾憱́饾憥 饾憹饾憭饾憻饾憫饾憱饾憫饾憸."

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