¡Buen días, lectores y lectoras de Mar de fondo! Comenzamos la semana estrenando diseño en el Blog y al mismo tiempo me he encargado de juntar 6 críticas al nuevo libro de Jaime Bayly: "Los genios", para que puedas sacar una conclusión respecto a si vale o no la pena adquirir esta novela.
De hecho, toda compra de un libro parte por el interés del lector; sin embargo la opinión de algunos lectores puede ayudarnos a hacernos una idea de lo que vamos a leer. Por eso, en este post encontrarás las siguientes críticas al libro "Los genios" de Jaime Bayly.
- Paul Montjoy Forti (Perú21): Un terremoto llamado Jaime Bayly
- Guzmán Urrero(The objective): Jaime Bayly relata la implacable enemistad de Vargas Llosa y García Márquez
- Mario Toledo (La sexta): La historia detrás del puñetazo que Mario Vargas Llosa le dio a Gabriel García Márquez.
- Laura Ventura (La Nación.ar): Polémica en puerta: Jaime Bayly se mete con la intimidad de Vargas Llosa, García Márquez y sus mujeres
- Jaime Cedillo (El Español): Gabriel García Márquez y Mario Vargas Llosa: historia del puñetazo que acabó con su amistad
- Nuria Hernández (Revista vanityfair): Jaime Bayly: “Mario Vargas Llosa entiende el amor y el deseo como una novela inacabada a la que tiene que entregarse y acabar”
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Paul Montjoy Forti (Perú21): Un terremoto llamado Jaime Bayly
Jaime Bayly, quien no necesita presentación, ha publicado su última novela Los Genios a través de la editorial independiente Galaxia Gutenberg. En ella el escritor trata de encontrar respuesta al misterio del puñetazo que Mario Vargas Llosa le propició Gabriel García Márquez en 1976 en la Ciudad de México. Sin embargo, el puñetazo es solo la punta del iceberg de todo lo que hay detrás de esta publicación.
La novela ha generado un terremoto dentro del mundo de las letras. Bayly no solo narra diversas perspectivas del puñetazo, también desnuda pasajes íntimos de la vida de Mario Vargas Llosa, quien se muestra como un personaje machista y, hasta, violento. El ‘enfant terrible’ expone las infidelidades del premio nobel peruano y las fisuras de su matrimonio con Patricia. A raíz de esto, según los laberintos de la ficción de Bayly, Patricia le habría dicho a Mario que Gabo era un “amante exquisito”. En otros pasajes, el autor menciona que el premio nobel también le tiró un puñete a su hijo Álvaro Vargas Llosa por abandonar la universidad y a su padre, cuando este golpeaba a su madre. Naturalmente, esto ha generado revuelo dentro del mundo editorial que subestimaba a Bayly por no publicar nada “relevante” en los últimos años. El precoz escritor peruano cuya primera novela No se lo digas a nadie tuvo una apoteósica recepción parecía haber ingresado al túnel del olvido. Los genios ha vuelto a poner al escritor en el medio del mapa literario.
Hace algunas semanas Bayly publicó, a través de este medio, una columna llamada El número siete, en ella menciona que cometió el “error” de renunciar a Anagrama para pasar a Planeta porque luego esta editorial lo “expectoró como si fuera una flema”. Cerrada la opción de Planeta y de Anagrama, por el contenido del texto, no podía publicarlo en Alfaguara. No vaya a ser que la influencia de Vargas Llosa impidiera que el proyecto salga a la luz. Para Jaime, Los genios no es solo la publicación de una novela que trata de un tema que interesa a todos los lectores de los nobeles, también se trata de una revancha personal. Ha callado a quienes decían que Bayly, el escritor, estaba acabado. Ha terminado por dar un puntapié a la ya criticada imagen del premio nobel. Ha logrado, finalmente, beber los cocteles de la venganza en contra de las editoriales trasnacionales que lo expectoraron.
Jaime Bayly disfruta del momento en que se encuentra. Presentó la novela él solo ante la prensa, sin presentadores, sin la parafernalia que suele acompañar a los eventos elaborados por las grandes editoriales. Ha dejado frases picantes. Dijo en una entrevista para El mundo que Mario Vargas Llosa es mucho más machista y celoso que García Márquez. En Vanity Fair, uno de los medios que más cubrió la relación del nobel con Isabel Preysler, dijo que sería genial que Mario publique unas memorias de su anterior relación con la socialité titulada Mis tiempos en ¡Hola! Por último, ha dicho cínicamente que le enviará un ejemplar al premio nobel. “Creo que le va a gustar”, dijo.
Galaxia Gutenberg es una editorial independiente con un catálogo muy cuidado. Sin duda alguna, el libro de Bayly, que se está vendiendo como pan caliente, ha sido un negocio redondo para ellos. Desde esa trinchera pequeña o antena fría (para ponerlo en términos televisivos), Jaime, sin tener la maquinaria que proporcionan las grandes editoriales, ha logrado opacar la discreta gira del premio Alfaguara 2023 acaparando los principales espacios de la prensa que han recibido con modesto optimismo los Cien cuyes de Gustavo Rodríguez. La venganza es siempre mejor fría, eso lo sabe bien Jaime Bayly. Él está nuevamente bajo los reflectores, saborea las mieles del escándalo y espera complacientemente que los reporteros le pregunten a Vargas Llosa su opinión de Los genios.
Guzmán Urrero(The objective): Jaime Bayly relata la implacable enemistad de Vargas Llosa y García Márquez
na relación fraternal entre hombres de letras, pasiones amorosas y un puñetazo legendario. Y de paso, la intrahistoria del fenómeno editorial del boom latinoamericano, anécdotas memorables y el relato de una etapa decisiva en las carreras de Mario Vargas Llosa y Gabriel García Márquez. Todo ello y mucho más es lo que descubrirán los lectores a través de la nueva novela de Jaime Bayly: una ficción palpitante, divertida, cargada de verdad, donde las emociones se agitan entre el afecto, el deseo y un odio volcánico.
Posiblemente, no hay mejor forma de sumergirse en el alma de estos dos escritores que conociendo, gracias a Bayly, esa determinación con la que ambos se hicieron amigos y la violencia con la que dejaron de hablarse. En este sentido, Los genios incluye muchos momentos destacados, pero ninguno nos produce tanta curiosidad como aquel día de febrero de 1976 en el que Vargas Llosa demostró, cargado de ira, sus habilidades pugilísticas.
Ocurrió en una sala reservada del auditorio de la Cámara Nacional de la Industria Cinematográfica de México, poco antes de la proyección de La odisea de los Andes. Este documental de Álvaro Covacevich, guionizado por Vargas Llosa, narraba la tragedia de aquellos deportistas uruguayos que, después de sufrir un accidente aéreo, lograron sobrevivir al hambre y la congelación recurriendo a la antropofagia. Lo sensacional, en todo caso, no fue el tema de la película, sino la escena que nos relata Bayly.
García Márquez llegó a la sala risueño, encantador, con la felicidad propia de un novelista de éxito. Una vez allí, atendió a una periodista del diario Excélsior. Al ver a su amigo, se aproximó a él con los brazos abiertos, mientras le decía: «¡Hermano! ¡Hermanazo!». De repente, sin ningún aviso, Vargas Llosa le propinó un derechazo tremendo. Fue un golpe fulminante. García Márquez quedó tendido en el suelo. La confusión reinó por doquier. ¿Quién podía imaginarlo? «¡Esto es por lo que le hiciste a Patricia!», gritó el escritor peruano.
¿Qué había detrás de esa reacción colérica? ¿Un delirio? ¿El desconcierto por algo inexplicable o razones bien fundadas? La incógnita, por supuesto, no es dónde aprendió a pelear el novelista peruano ‒se acostumbró a hacerlo en un colegio militar de Lima, cuando tenía 14 años‒, sino por qué le arreó esa trompada a su amigo del alma. Y sobre todo, qué diablos le había hecho García Márquez a Patricia, la mujer de Vargas Llosa.
A partir de ese misterio, Bayly rellena el crucigrama de estas dos biografías que confluyeron de forma tranquila hasta ese día funesto. Sin duda, él es el indicado para hacerlo. Conoció a estos dos colosos de la literatura y frecuentó su entorno de amigos y familiares. A mediados de los 90, le preguntó a García Márquez las razones de esa pelea. «Yo no me pelee con él. Él se peleó conmigo. Habla con mis amigos. Yo no te puedo contar nada», respondió el escritor. Una década atrás, Vargas Llosa también le había contestado de un modo indescifrable, casi a la defensiva: «De ese tema yo no voy a hablar. Que se encarguen de investigar mis biógrafos».
No le han faltado a Jaime Bayly oportunidades para poner en práctica lo sugerido por ambos. Documentándose como lo haría un biógrafo, ha charlado con figuras que le han dado su versión de lo ocurrido -Álvaro Mutis, Tomás Eloy Martínez y Plinio Apuleyo Mendoza, entre otros-. Por supuesto, el resultado final de esa investigación no debe ser contado aquí. Pero tengan la seguridad de que, contra la indefinición de los rumores y los mitos, Bayly nos transmite en su libro bastantes certezas. Inevitablemente, algunas novedades que aporta, sin duda verosímiles, son demasiado escurridizas como para establecerlas con una confianza a toda prueba. De ahí que el casus belli entre los dos genios dé lugar a una novela que, sin ahorrar experiencias concretas, emplea la literatura para especular sobre determinados hechos que sucedieron antes y después del célebre puñetazo.
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Aunque Los genios tiene dos personajes fundamentales, por sus páginas transitan figuras tan interesantes como la agente literaria Carmen Balcells. Ella, no lo olvidemos, fue la responsable de que García Márquez y Vargas Llosa confraternizaran en aquella Barcelona de los sesenta, adonde se trasladaron con sus familias para vivir en el barrio de Sarrià. La novela también relata un vaivén erótico de lo más animado, y por supuesto, la ruptura del escritor peruano con la Revolución cubana, en contraste con la simpatía por Fidel Castro de la que presumió su compadre. ¿Tensionó esa diferencia política la amistad entre ambos? Bueno, sí y no. En la novela queda claro que cierta susceptibilidad apareció ahí, pero solo como una herida superficial, antes de que todo volara por los aires.
Dejando aparte la destreza narrativa de Jaime Bayly, Los genios posee otro encanto: su habilidad para rehacer la realidad. Esto último es fácil de conectar con lo que Truman Capote escribió a propósito de Plegarias atendidas: «Alteró mi forma de escribir, mi actitud hacia el arte y la vida, y el equilibrio entre ambos, y mi concepción de la diferencia entre lo que es verdad y lo que realmente es verdad». En el fondo, que lo crea el lector es lo único que importa.
Esa verdad alterada por la ficción, tal como la concibe Bayly, es algo que también recuerda, de forma muy elocuente y oportuna, lo que el propio Vargas Llosa afirmó en La verdad de las mentiras: «En efecto, las novelas mienten -no pueden hacer otra cosa- pero ésa es solo una parte de la historia. La otra es que, mintiendo, expresan una curiosa verdad, que sólo puede expresarse encubierta, disfrazada de lo que no es». Al fin y al cabo, añade el autor de La tía Julia y el escribidor, «no se escriben novelas para contar la vida sino para transformarla».
Mario Toledo (La sexta): La historia detrás del puñetazo que Mario Vargas Llosa le dio a Gabriel García Márquez
Febrero de 1976. Ciudad de México. En un cine se iba a proyectar un documental guionizado por Mario Vargas Llosa. Allí se presentó Gabriel García Márquez, dispuesto a saludar a su gran amigo, a su hermano. Pero no podía imaginarse que Vargas Llosa iba a pintarle el ojo de morado.
Hay quien cuenta que entre los testigos estaba la escritora Elena Poniatowska, que cruzó al restaurante de enfrente, agarró un chuletón fresco, volvió y se lo plantó a Gabo en la cara para aliviarle el hinchazón.
"Se querían y se admiraban mucho. Vargas Llosa decía que García Márquez era literariamente Dios. Años después le pegó a Dios. Le dejó el ojo morado a Dios", relata el periodista Jaime Bayly. Jamás se volvieron a hablar. Aquella agresión acabó con una amistad de años.
De aquello no hay vídeos ni imágenes. "Si eso hubiera ocurrido ahora, habría sido un escándalo global. En lenguaje políticamente correcto, lo que hizo Mario hace casi 50 años ahora sería repudiado, lo cancelarían", opina Bayly, que añade: "Llevaban año y medio sin verse. ¿Qué pasó ese año y medio, entre mediados del 74 y febrero del 76? Ahí está el corazón literario de la novela".
En 'Los genios', Jaime Bayly, tras recoger testimonios de los círculos cercanos de ambos escritores, ha novelado lo ocurrido aquellos días. "Mario le pegó porque sintió que Gabo había hecho algo terrible con Patricia. Patricia era todavía la esposa de Mario, aunque estuvieran separados", asegura. Es más, pocos días después de la agresión, Vargas Llosa es entrevistado en Televisión Española y, preguntado por el incidente, confirma que no tuvo "características políticas ni literarias".
Un incidente sentimental, según el periodista Jaime Bayly, es lo que desencadenó el puñetazo. "Los del campo de Gabo siempre me decían que no pasó nada, que fue un malentendido, que Mario era un celoso. Los del campo de Vargas Llosa decían que cómo iba a reaccionar Mario, que Gabo se encimó sobre Patricia, que fue una humillación".
El silencio ya dura casi 50 años. "Siempre me irritó que no quisieran hablar. Son artistas. No son puritanos. No son mojigatos", cuenta Bayly. "Mario ha estado con la tía, después con la prima... Ha estado con media familia. Luego García Márquez era Dios, si Dios coquetea con tu esposa, tómalo como un elogio. Pero Mario no habla del tema porque, en cierto modo, le da vergüenza y le abochorna reconocer que actuó mal".
Gabo tampoco habló, pero sí se dejó fotografiar por su amigo Rodrigo Moya, y, curiosamente, bajo el ojo morado se dibuja una enorme sonrisa. "Esa sonrisa revela que Gabo no era culpable", opina Bayly. "Gabo sentía que era un malentendido humorístico. Que le habían pegado porque Mario se había afiebrado de celos. Por eso sonríe, porque sabe que no ocurrió la traición que Mario se imaginó. Porque Mario siempre fue muy celoso y un poco violento".
Todos los detalles están ficcionados en 'Los genios', un libro que Bayly lleva años queriendo escribir, pero no ha podido hasta ahora. En aquella época, su editora era la mítica Carmen Balcells, la misma editora de Vargas Llosa y García Márquez, que le dijo que ni se le ocurriera hablar sobre aquel incidente.
Y, por otro lado, el propio Bayly tenía entonces una muy buena relación con la familia del Premio Nobel peruano. "Sé que les hubiera disgustado profundamente, sé que me hubieran expulsado de la cofradía a la que pertenecía", cuenta. "Pero ya no estoy allí y ahora me siento liberado. Nos peleamos por razones políticas, que son las peores razones para pelearse entre amigos".
o es casualidad, por cierto, que 'Los genios' esté publicado en Galaxia Gutemberg y no en Alfaguara, editorial que Bayly comparte habitualmente con Vargas Llosa. "Nadie quería escribir la novela sobre el puñetazo por miedo a los Vargas Llosa y a los García Márquez, que son muy poderosos en el mundo editorial", asegura. "¿Les gustará? No lo sé. Pero si yo quería escribir una novela sobre el puñetazo que le gustara tanto a los Vargas Llosa como a los García Márquez, habría sido imposible escribirla".
Laura Ventura (La Nación.ar): Polémica en puerta: Jaime Bayly se mete con la intimidad de Vargas Llosa, García Márquez y sus mujeres
MADRID.– “Hermano, hermanazo”, le dijo Gabriel García Márquez a Mario Vargas Llosa. En ese mismo instante, el segundo le propinó al primero una trompada que lo dejó inconsciente por unos segundos. Era febrero de 1976 y en minutos se proyectaría en un teatro mexicano un documental sobre la tragedia de los Andes. Ambos habían sido inseparables durante una década. ¿Qué motivó este arrebato? Jaime Bayly (Lima, 1965) construye en su última novela, Los genios (Galaxia Gutenberg), una versión de los hechos tejida con entrevistas con testigos, pero también con muchas licencias. La novela, que será presentada en mayo en la Feria Internacional del Libro de Buenos Aires, tendrá pronto su traducción al italiano y al alemán, y, posiblemente una polémica en torno a capítulos que ingresan en la alcoba y en la intimidad de los Premios Nobel.
Con un mes exacto de diferencia, en la misma sala del hotel Wellington donde se celebró entre amigos y personalidades el ingreso de Vargas Llosa en la Academia Francesa, su compatriota Jaime Bayly presentó su nuevo libro. “Esta es la novela más arriesgada, más peligrosa y más ambiciosa que he publicado”, comenzó ayer su exposición frente a los medios el autor peruano ante la mirada atenta de su esposa Susana Núñez del Arco y de su hija Zoe. Polémica, y con el escudo de la ficción, Bayly osa ingresar en un terreno íntimo. “Mientras García Márquez se duchaba canturreando y el baño se cubría de vapores que humedecían el espejo, Patricia, que nunca se había sentido tan libre como aquella noche, se puso de pie y se quitó la ropa paulatinamente, una sonrisa iluminando su rostro sutil”.
“He intentado armar el rompecabezas desde que conocí a la familia Vargas Llosa y a sus hijos y desde que conocí a García Márquez en Washington: ‘Yo no me pelee con él, él se peleó conmigo. Habla con mis amigos, yo no te puedo contar nada’”, recuerda ahora que le dijo Gabo cuando le preguntó qué había ocurrido. “‘Que se encarguen de eso mis biógrafos’, me contestó Mario. Bueno, yo les he tomado la palabra”, asegura el periodista y escritor radicado en Miami.
Bayly teje sus hipótesis sobre la pelea desde hace décadas, asegura, en un texto que ha demandado una investigación y diálogos con amigos y testigos de este vínculo y de este enfrentamiento: Álvaro Mutis, Tomás Eloy Martínez y Plinio Apuleyo Mendoza fueron algunas de las personas que consultó.
“Es el libro que más he tramado y maliciado. Es una autopsia de una amistad muerta. Este libro está en mis vísceras y en mis entrañas. He querido convencerme yo mismo de qué fue lo que pasó. No tengo pruebas, no tengo fotos ni estuve ahí. Solo tengo testimonios y desde luego, claro, interviene la ficción, la mirada del novelista que lo colorea, lo enriquece”, asegura Bayly.
La familia Vargas Llosa (el escritor, sus tres hijos, Álvaro, Gonzalo y Morgana, y la exmujer del autor, Patricia Llosa, que aparece en esta novela como eje del conflicto) se ha mostrado muy unida cuando la prensa y el escándalo asedió a todos los miembros tras la separación del patriarca con Isabel Preysler. El fin de esta relación con una de las mujeres más famosas de España ubicó al prestigioso escritor en un lugar incómodo del que salió airoso. Quien haya leído estos capítulos entenderá que difícilmente Los genios sea del agrado de la familia Vargas Llosa y en especial de Patricia Llosa, quien ha cultivado un bajo perfil toda su vida. Irreverente, ácido, crítico, irónico, dueño de un gran dominio retórico, el autor de La mujer de mi hermano, Y de repente un ángel y Los amigos que perdí, entre otros libros que rozan la autoficción (“mi madre dice que en realidad escribo autodestrucción”), asegura que le gustaría recuperar su vínculo con Vargas Llosa y que desconoce si el escritor y su familia han leído el libro. Sin embargo, en algunos capítulos, Bayly cruza algunos límites, como cuando describe una escena erótica en el backstage del rodaje de Pantaleón y las visitadoras entre el escritor y una actriz.
Cuando Vargas Llosa y García Márquez se conocieron en el aeropuerto de Caracas en 1967, no se estrecharon la mano; se abrazaron. El primero vivía en Londres, donde ejercía como profesor, acababa de ganar el premio Rómulo Gallegos, era aclamado por los lectores y la crítica tras la publicación de La ciudad y los perros y La casa verde. El colombiano vivía en México y se iba abriendo camino con su pluma virtuosa (La hojarasca, La mala hora y El coronel no tiene quien le escriba), pero las ventas no acompañaban su producción. Cien años de soledad se acababa de publicar en Buenos Aires, a través de la editorial Sudamericana. “Gran jefe Inca”, le dijo al peruano en un acto de veneración. La amistad iría creciendo y ambos vivirían a pocos metros de distancia en Barcelona, en el barrio Sarrià, donde compartirían casi todas las tardes. ¿Qué pasó entre el comienzo de la amistad y 1976, en un teatro de México, cuando Vargas Llosa le propinó un puñetazo que dejó inconsciente a García Márquez?
La editora Carmen Balcells fue quien construyó en Barcelona e iría imantando hacia esta ciudad del Mediterráneo el epicentro de lo que luego fue conocido como el boom latinoamericano. Allí convergieron Vargas Llosa y García Márquez, y también el recientemente fallecido Jorge Edwards o Julio Cortázar, quien acudía a visitar a Cristina Peri Rossi. Los tres aparecen como personajes en Los genios. Entre los Premios Nobel había una admiración y un respeto mutuo [Vargas Llosa escribiría su tesis doctoral de 667 páginas sobre García Márquez, publicada con el título Historia de un deicidio]. “Gabo era más musical y humorístico que Mario. Esto al comienzo a Mario no le molestaba. Luego empezó quizá a irritarle. Gabo además, fina cortesía de Carmen Balcells, se permitía, antes de poner vallenatos, en su departamento, celebrando la vida con espíritu caribeño, un porrito. Mario, no. Gabo era un genio intuitivo; Mario era un genio más cerebral, disciplinado, un novelista táctico”, describió Bayly en la conferencia de prensa.
Una primera hipótesis como motivo del célebre encono se centra en supuestas discrepancias políticas. Bayly pronto destierra esta posibilidad. El año 1971 fue clave para un primer distanciamiento entre los genios, ambos férreos simpatizantes de la Revolución Cubana, cuando se detuvo a Heberto Padilla. “Vargas Llosa, que siempre ha sido muy comprometido, mucho más de lo que ha sido García Márquez, organiza que un número de intelectuales firme una carta en respaldo del poeta. Gabo y Cortázar retiran su nombre de esta carta. Creo que Mario sufre una primera desilusión, una decepción de índole política y Mario rompe con la Revolución Cubana y consecuencia de eso comienza a lloverle una artillería de grueso calibre que no cesa. Vargas Llosa tuvo ese valor”, sigue Bayly.
Hubo, asegura el autor de Los genios, una segunda decepción para el Nobel peruano hacia García Márquez en 1974 cuando el dictador Velasco Alvarado confisca dos periódicos en Lima: El comercio y La prensa. “Vargas Llosa condena este zarpazo contra la prensa; García Márquez, en cambio, lo aplaude y dice que la libertad de prensa en el Perú era una libertad burguesa”.
Entonces, ¿cuál fue el motivo del golpe más famoso de la literatura? Vargas Llosa sabe pelear, sabe pegar, lo aprendió en el colegio militar, y lo derrumbó, lo tumbó, lo dejó brevemente inconsciente: ‘Esto es por lo que le hiciste a Patricia’, le dijo Vargas Llosa”, recrea Bayly. “¿Qué le hizo, si algo le hizo, García Márquez a Patricia?”, se pregunta Bayly. En los últimos capítulos se adentra en una noche en Barcelona tras una velada en la discoteca Bocaccio, al son de The Beatles y The Beach Boys, y detalla las horas que habrían dado lugar a la furia de Vargas Llosa.
La relación entre Bayly y la familia Vargas Llosa no atraviesa un buen momento. “He tenido un par de desencuentros, siempre por las peores razones: políticas. Porque yo no quise salir a marchar contra Fujimori, a mí siempre las marchas me han dado mucha pereza. O porque ellos apoyaban a Toledo, y yo no; o ellos apoyaba a Humala, y yo no. Es completamente ridículo que dos amigos se peleen porque uno vota por A y el otro por B”.
El periodista Manuel Jabois entrevistó en febrero pasado a Vargas Llosa en El País Semanal y le preguntó por el libro que entonces publicaría Bayly: “Ese libro será un montón de mentiras”. El autor de Los genios se hizo eco de esta afirmación: “Es una observación irrefutable. Las novelas son siempre un montón de mentiras. La clave es que las mentiras sean persuasivas”. Sin dudas, la novela provocadora, hará mucho ruido, y llamará la atención de quienes han leído y leen a los dos genios. Lo que diga la crítica es otro cantar, del cual Bayly nunca ha estado demasiado atento.
Jaime Cedillo (El Español): Gabriel García Márquez y Mario Vargas Llosa: historia del puñetazo que acabó con su amistad
Un puñetazo puso fin a la amistad que mantuvieron, durante menos de una década, Mario Vargas Llosa (Perú, 1936) y Gabriel García Márquez (Colombia, 1927 - México, 2014). El episodio es más que conocido, aunque son muy pocos los que saben la verdadera causa de la reacción de Vargas Llosa, que golpeó a su amigo el 12 de febrero de 1976 en el auditorio de la Cámara Nacional de la Industria Cinematográfica de México. Faltaban escasos minutos para que se proyectara el documental La odisea en los Andes, con guion del Nobel peruano, sobre los supervivientes de un equipo de rugby uruguayo que, tras un accidente de avión, tuvieron que comerse los restos de sus compañeros fallecidos para no perecer.
Los hechos que motivaron la producción del documental podrían haber sido una metáfora, en clave literaria, de dos escritores que se hubieran devorado para ocupar la cima de la industria: en aquel momento, tanto Vargas Llosa como el Gabo no solo disfrutaban de la aclamación de la crítica, sino que cada una de sus obras suponía un éxito de ventas. Pero no eran envidias derivadas del compartido oficio, como algunos aún piensan, las que alentaron el violento desencuentro, que dejó a García Márquez inconsciente, sangrando y con el ojo izquierdo amoratado.
Tampoco las "discrepancias políticas"; aunque las hubo, según Jaime Bayly. El escritor y periodista peruano sugiere en su nueva novela, Los genios (Galaxia Gutenberg), que el detonante fue un episodio de índole sentimental. Un asunto de faldas, un supuesto escarceo sexual entre García Márquez y la mujer de Vargas Llosa. En la rueda de prensa celebrada este martes en el madrileño Hotel Wellington con motivo de la presentación de la obra, "la novela más arriesgada y peligrosa" que ha escrito, según sus palabras, Bayly deslizó que "el origen del puñetazo" se fraguó una noche en la sala Bocaccio de Barcelona.
Corría el año 1975 y Patricia Llosa, la prima hermana y exmujer del autor de La ciudad y los perros, acababa de romper con su marido, que se encaprichó de la modelo peruana Susana Diez Canseco durante un trayecto en barco con destino a Lima, ciudad a la que regresaban después de cuatro años viviendo en la ciudad condal.
La entonces esposa de Vargas Llosa acudió a un encuentro organizado por la agente literaria Carmen Balcells, que años antes convenció al escritor para que se mudara de Londres a Barcelona con el objetivo de que se conviertiera en "un escritor profesional". No faltaron a la cita el recientemente fallecido Jorge Edwards, con su esposa, ni García Márquez, que también asistió junto a Mercedes, su mujer. "Allí pasaron cosas" que pudieron desencadenar el fatal desenlace de la amistad, sugirió Bayly.
"Cuando era muy amigo de la familia Vargas Llosa, no me hubiera atrevido a publicar esta novela", confesó el escritor, que desde su distanciamiento con su compatriota por "un par de desencuentros" que corresponden a "cuestiones políticas", se ha sentido "liberado". Incluso Balcells, que durante años intentó reconciliar a los dos ganadores del Nobel de Literatura, le pidió que no la publicara, según dijo. Sin embargo, "alguien tenía que escribir esta novela", explicó Bayly, que aunque no acertaría a predecir si a Vargas Llosa y/o a su familia les gustará, asegura: "Me encantaría reconciliarme con él".
Bayly ha recopilado testimonios de uno y otro lado "para que sea el lector quien saque sus conclusiones". Pero no tiene "pruebas" que evidencien el motivo de la pelea, reconoce. "Tampoco mi papel es juzgar los hechos", explica. Lo que sí quiso dejar claro es que se trata de "una novela escrita desde la más profunda admiración" a los protagonistas. Es, por tanto, consciente de la dimensión de los personajes que comparecen en la trama, lo que ha propiciado una extraordinaria expectación. "Si ahora entrara Boris Izaguirre a golpearme, no le interesaría a nadie", vino a decir.
La violencia empleada por Vargas Llosa "en más de una ocasión", según reveló Bayly, fue uno de los asuntos de los que se ocupó en rueda de prensa. Lejos de disculparlo —"A mí no me ha pegado todavía", bromeó—, quiso justificar su "carácter" con la referencia al tumultuoso ambiente en el que creció. "Tuvo que aprender a pegar para defenderse" tras una experiencia traumática en un colegio militar al que lo envió su padre, el "cruel" Ernesto, que a la postre se convirtió en la víctima de su propia violencia. Y es que Vargas Llosa golpearía a su padre después de presenciar tantas veces los malos tratos a su madre, Dorita.
Más allá del controvertido episodio, el incuestionable interés de Los genios reside en el contexto en que transcurren los hechos: las décadas de 1960 y 1970 fueron "un prodigio" de publicaciones literarias en español, tal y como apuntó el editor de Galaxia Gutenberg Joan Tarrida, que presentó el acto. Por otro lado, la aparición de personajes "secundarios" como "la Balcells", responsable de la proximidad entre tantos grandes autores en la Barcelona más literaria que se recuerda, enriquece una historia que, desde su propio planteamiento, resulta apasionante.
Bayly se sumerge en la intimidad de "los genios" a través de sus propias experiencias y los testimonios recabados. Cierto es que, como él mismo reconoce, algunos detalles están ficcionados. Lo mismo que los diálogos, cuyo contenido está basado en su percepción personal: cómo habrían reaccionado cada uno de los personajes en determinadas situaciones. Por ejemplo, el momento en que el autor de Relato de un náufrago le propone a su amigo escribir una novela a cuatro manos: la historia de la guerra entre Colombia y Perú.
También resulta impactante el modo en que el autor de este libro recrea las palabras que Vargas Llosa habría utilizado para romper con Patricia. Bayly nos presenta al autor de La casa verde como un tipo frío, egoísta, displicente y pletórico de determinación. “Se había inaugurado a los catorce años con las putas afrancesadas de Lima”, leemos también. Ahora bien, "no es un machista", aclaró el autor en rueda de prensa. Respecto a las desconsideraciones que supuestamente tuvo con mujeres como Patricia o su tía Julia Urquidi, con la que estuvo casado años antes, "eran otros tiempos", afirmó Bayly.
"Esto es por lo que le hiciste a Patricia"
Lo que realmente cuenta con la unanimidad de quienes pudieron presenciar la escena in situ es la literalidad de la frase que, al parecer, pronunció Vargas Llosa en el momento del golpe: "Esto es por lo que le hiciste a Patricia". Qué le hizo Gabo a la mujer de Vargas Llosa, el supuesto motivo por el que asestó el puñetazo a su amigo, es el trasunto literario que Bayly emplea para generar suspense a lo largo de toda la obra.
El escritor y periodista dispone los planos temporales con astucia y dosifica la información para ir desgranándola en la recta final del relato, de modo que la verdadera causa la iracunda reacción, que estableció una distancia definitiva en su amistad, sigue agazapada, aunque latente, a medida que la narración avanza. Bayly se resiste a revelarlo a las primeras de cambio.
El escritor fabula en Los genios con la noche en que Patricia y García Márquez pudieron haberse acostado, al tiempo que destila una hipótesis para explicar el violento lance: el autor de El amor en los tiempos del cólera podría haber contado a Patricia que su marido frecuentaba los burdeles, donde por supuesto mantenía sexo con prostitutas. La mujer de Vargas Llosa, ofuscada y sedienta de venganza, le habría arrojado a la cara —la noche que murió Franco, cuando decidió perdonar a su marido— una dolorosa falacia: se había acostado con su amigo. Herido en su orgullo varonil, sintiéndose traicionado y envenenado por los celos, le agredió públicamente semanas después. Un malentendido.
No obstante, el autor de Los genios considera que en la relación hubo "fisuras" previas al día del golpe. Aunque habían mantenido una correspondencia de admiración desde hace años, se conocieron personalmente en el aeropuerto de Caracas (Venezuela) en 1967, cuando García Márquez acababa de publicar Cien años de soledad en la editorial Sudamericana de Buenos Aires, acontecimiento que supuso el despegue definitivo de su carrera. En el ejemplar que le regaló a Vargas Llosa, según escribe Bayly, una dedicatoria rezaba: “Para el gran jefe inca, por todo lo que nos une: los libros, los burdeles y la noche”.
La Revolución cubana, motivo de discordia
El caso es que Vargas Llosa iba a recoger el Premio Rómulo Gallegos, que contaba con una importante dotación económica, y le contó a su amigo que el régimen cubano, con Alejo Carpentier como emisario, le instaba a que donara el dinero a la causa de la Revolución. Aunque a García Márquez aquello le pareció un abuso, fueron precisamente los postulados con respecto al discurrir del castrismo los que comenzaron a separar a los escritores.
En 1971, Vargas Llosa se habría decepcionado por la actitud de su amigo, que se enfureció cuando vio su propio nombre al final de una carta en la que varios escritores —incluido Vargas Llosa— exigían la puesta en libertad del poeta Heberto Padilla, encarcelado por el régimen de Fidel Castro. El autor de Diario de un secuestro no solo exigió a Plinio Apuleyo Mendoza, el que incluyó su firma sin su consentimiento, que retirara su nombre de aquella carta, sino que siguió defendiendo la Revolución cubana en los años venideros. Su amigo, en cambio, se acababa de apartar para siempre del castrismo, con el que se identificó durante tanto tiempo.
La "segunda decepción" tuvo lugar, según Bayly, tres años más tarde; lo que es lo mismo que decir dos años antes de la brutal agresión. En el regreso de Vargas Llosa a Lima, en 1974, Perú seguía dominada por una dictadura de izquierdas que ese año secuestró dos importantes periódicos del país: El comercio y La prensa. Vargas Llosa no entendería que su colega se posicionara junto al ejecutivo, aduciendo que aquellos medios de comunicación servían a los burgueses.
Amén de los hechos concretos que podrían haber desencadenado la ruptura, Bayly nos presenta dos personalidades muy distintas. Vargas Llosa, racional y disciplinado; García Márquez, desprendido y jovial. Compartían, en cambio, la fobia a los aviones y la despreocupación hacia el dinero que ganaban. Y el gusto por las mujeres, según la novela de Bayly. Y un talento descomunal para la literatura. Esto sí que no hay libro que lo desacredite.
Nuria Hernández (Revista vanityfair): Jaime Bayly: “Mario Vargas Llosa entiende el amor y el deseo como una novela inacabada a la que tiene que entregarse y acabar”
“Mario Vargas Llosa ve la conquista amorosa como un desprendimiento de su vocación literaria”, dice el escritor y periodista peruano Jaime Bayly a Vanity Fair en la presentación de su libro Los genios (Ed. Galaxia Gutenberg), una novela que parte de la escena sucedida en febrero de 1976 en un hotel de México en la que Mario Vargas Llosa le asesta un golpe a Gabriel García Márquez, el que había sido su amigo durante años. La novela, que transcurre entre hechos reales y otros ficcionados, como el propio autor revela, tiene como hilo conductor la amistad de los dos escritores. “Todo parte de unos hechos reales. Luego ha intervenido la ficción, la inventiva, la imaginación, pero nada es completamente caprichoso o azaroso”, afirma Bayly. Le preguntamos sobre el Nobel de Literatura peruano, su pasado y su presente y, por supuesto, sobre su ruptura con Isabel Preysler, la mujer a la que por primera vez vio de lejos en un hotel de República Dominicana cuando ella aún estaba casada con Julio Iglesias y de la que el autor se enamoraría años más tarde.
¿Cómo surge la idea de escribir Los genios?
Surge en primerísimo lugar hace 40 años en Lima. Yo trabajaba en un periódico conservador, La Prensa, y un día llega un jovencito alto, de barba poblada e hirsuta y con una mirada penetrante e intelectual y dijo: “Soy Álvaro Vargas Llosa, el hijo mayor de Mario Vargas Llosa”. Y pidió un trabajo. Tenía 17 años y yo, 18. Álvaro había abandonado sus estudios en Princeton, no quería estudiar, quería ser periodista. Nos hicimos amigos en la redacción. Su padre lo había expulsado de la casa familiar en Lima porque quería que reanudase su vida académica. Un día Álvaro me dice: “Mi padre me ha citado en un parque, en Miraflores, Lima”. Él acudió y regresó con el ojo morado. Mario le había dado un puñetazo. Ese puñetazo ocurrió seis años después del que le había dado a García Marquez en un teatro en la capital mexicana.
Yo era entonces muy joven, no era escritor, solo un reportero y un columnista de política, pero ahí pensé: “Caramba, Mario es un personaje literario, es un genio volcánico”. Él había aprendido a pelear desde muy joven porque su padre no le trataba bien y luego cuando fue al colegio militar. Creo que ahí surge la primera idea de la novela. Luego años después, a mediados de los 90, yo tenía un programa de televisión en Miami y había conocido ya muy bien a los Vargas Llosa y a Gabriel García Márquez. Ninguno quería hablar del puñetazo, ninguno. Mario me dijo: “Esto que lo investiguen mis biógrafos”. Y es lo que he hecho. Y Gabo me dijo: “Yo no me peleé con Mario, él se peleó conmigo. Yo no voy a decir nada, habla con mis amigos”. Entonces empecé a hablar con los amigos de ambos bandos, escritores. Hace 25 años empecé a armar el rompecabezas de la novela.
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¿Cómo fue el proceso de documentación hasta escribir la novela?
Fue sumamente delicado porque no querían contarme gran cosa. Sabían que, aunque estábamos conversando en la tele y luego off the record, cualquier cosa que dijeran podía poner en riesgo su amistad con los dos genios. Entonces me contaban algunas cositas y se guardaban otras. Los amigos de Mario y los hijos, que eran muy amigos míos, decían: “Gabo se portó mal, Gabo traicionó a Mario, le hizo una cosa muy fea”. Pero no te contaban más. Uno podía suponer que esa cosa era algo que habría pasado entre Gabo y Patricia, porque Mario se había separado entonces de Patricia y cuando le pega el puñetazo le dice: “Esto es por lo que le hiciste a Patricia”. Desde el lado de García Márquez eran más risueños, más cínicos, me decían: “No pasó nada. Mario se afiebró de celos, se imaginó que habían pasado cosas pero es un malentendido, un desencuentro”. Para armar el rompecabezas yo he tenido que cotejar todas las versiones y elegir cuáles me parecían más verosímiles. Pero no ha sido fácil porque los aludidos, los genios y sus mujeres, no querían ni quieren hablar del tema.
¿A Patricia Llosa le preguntó su versión?
Le pedí que me diera su versión y ella elegantemente declinó (risas). Pero todo eso espoleaba mi curiosidad y me preguntaba: “¿Por qué ocultan esto como un secreto vergonzoso?”. Y creo que la literatura está precisamente para investigar los secretos, para hablar de lo que otros quieren callar y para buscar los esqueletos que están escondidos en el armario. Si está prohibido hablar del tema, algo rico y literario están ocultándonos.
¿Cuánto hay de verdad y cuánto de novela en Los genios?
De verdad, casi todo. Todo parte de unos hechos reales. Luego ha intervenido la ficción, la inventiva, la imaginación, pero nada es completamente caprichoso o azaroso. Mario le dio el puñetazo. Yo hablé con un testigo, Paco Igartua, director de una revista peruana llamada Oiga, él estaba ahí al lado de Mario, lo vio todo y luego fue a cenar con Mario y Patricia. Él me dio su versión. Mario se había separado de Patricia a mediados del 74, dos años antes del puñetazo. Ese es un hecho histórico. Los García Márquez acompañaron a Patricia durante esos dos años, entre julio del 74 y febrero del 76, Patricia y Mario se reconcilian allá por diciembre del 75 en Nueva York. Las cosas que pasan entre el 74 y el puñetazo son principalmente las que he querido contar en la novela, por lo que no es solo una novela sobre la pelea, también lo es sobre la amistad.
De hecho, el hilo conductor de la novela es la amistad de dos hombres
De ellos, de sus mujeres y de sus familias, y de otros genios que están por ahí dando vueltas. Gabo era muy cercano a Neruda, a Álvaro Mutis, a Carlos Fuentes, a Julio Cortázar, por afinidades literarias y también políticas, porque ellos no quisieron pelearse con Fidel Castro. En el lado de Mario estaban Julio Ramón Ribeyro, Bryce Echenique, sobre todo Jorge Edwards, un amigo leal hasta el final que acaba de morir. Yo he hablado con Jorge, con Plinio Apuleyo Mendoza, con Álvaro Mutis, con Tomás Eloy Martínez y ellos creo que sabían lo que había pasado. Jorge estuvo en la discoteca Boccaccio cuando pasó lo que supuestamente pasó entre García Márquez y Patricia, Carmen Balcells también. Yo he hablado mucho con ella, era mi agente, le pedía información, datos, detalles, secretos, por supuesto Carmen no me contaba nada y me decía: “No se te ocurra escribir la novela”.
Es una novela muy arriesgada…
La más arriesgada que yo he publicado porque al final es una novela, no es un texto de historia, no es una crónica periodística. Es una novela que he investigado desde la curiosidad periodística del hombre que pregunta todas las noches en televisión, mi oficio es preguntar. Pero es arriesgada porque, por lo pronto, hacer hablar a los genios es dificilísimo, luego hacer pensar a los genios es muy arduo y, finalmente, describir unos hechos más o menos íntimos que supuestamente ocurren en una habitación de un hotel, es peligrosísimo porque al final yo no estuve ahí, no tengo pruebas ni imágenes. Es mi imaginación la que postula una versión literaria creíble pero puedo estar equivocado. A lo mejor pasaron más cosas de las que he contado o a lo mejor pasaron menos… En cualquier caso creo que el puñetazo fue un error, un exabrupto y hubiera sido mucho mejor que Mario le diese a Gabo la oportunidad de contarle su versión.
Antes del puñetazo esa amistad entre los dos escritores ya estaba tocada por asuntos políticos, ¿verdad?
Esa amistad se había resquebrajado, no roto del todo. Cuando los Vargas Llosa se van de Barcelona en junio de 1974, los García Márquez junto con Balcells van al puerto a despedirles. Pero sí es verdad que por razones políticas, el caso Padilla en el 71, la confiscación de los periódicos en el 74, Vargas Llosa estaba muy desencantado de García Márquez y lo decía, pero no tanto como para darle una trompada.
Eran diferencias políticas, ya Mario no creía en Castro, en la revolución cubana, y García Márquez eligió ser amigo de Fidel hasta el final. Se habían distanciado pero estoy absolutamente convencido de que el puñetazo no fue por razones políticas ni por celos literarios, que algunos piensan que Mario envidiaba porque Gabo vendía mucho más. Yo no lo creo. Los dos se sabían genios muy genios. Mario le pega por una cosa de mujeres. Pero si cuando le pega le dice: “Esto es por lo que le hiciste a Patricia”, no es una cosa de mujeres sino de una mujer que es Patricia. Debemos al menos sospechar que algo pasó o no pasó o pasó a medias. Que algo hubo, yo estoy convencido.
Patricia estaba separada, Mario la había dejado. La novela la terminé antes de que pasara la ruptura de Isabel Preysler y es interesante que Patricia le perdonó entonces. Cuando Mario le tira el puñetazo a Gabo en México, Patricia está en el hotel Génova y ya se ha reconciliado con Mario. En esta novela y después en la vida misma y en más de una ocasión, Mario la ha dejado, se ha ido con otra mujer, luego ha regresado y Patricia le ha perdonado.
Mario ha dicho en El País que Los genios es una sarta de mentiras…
¡Es una novela! Pero le voy a enviar la novela y creo que le va a gustar. Y no son mentiras antojadizas, son mentiras verdaderas, creíbles, persuasivas. Él como escritor me ha ‘enseñado’ a mentir. La novela es un artefacto, una bomba de relojería que, por supuesto, está llena de una sarta de mentiras, pero esas mentiras tienen que ser verosímiles para el lector. Creo que si él lee la novela se va a reír, va a encontrar muchos personajes de su tiempo, de esos años gloriosos cuando eran casi vecinos los Vargas Llosa y los García Márquez, cuando Gabo era padrino de su hijo Gonzalo… eran compadres, se adoraban, Mario decía que Gabo era Dios y luego le dio un puñetazo a Dios. ¡No cualquiera ha pegado un puñetazo a Dios! (risas)
Nunca se reconciliaron, ¿quién de los dos era más orgulloso?
Mario, sin duda, mucho más orgulloso, rencoroso. Carmen Balcells hizo todo cuanto pudo para que se reconciliaran y Gabo quería, estuvo esperándolo y Mario no acudía a la cita. Ese rencor suele ser un rasgo de los escritores, cultivan el rencor como si fuera un bonsai, escriben desde el rencor. Pero Gabo no lo era. El puñetazo fue un exabrupto, imagínate que hubiera ocurrido ahora…
A mí me viene a la cabeza el puñetazo de Will Smith a Chris Rock en los Oscar por bromear con su mujer…
¡Claro! Tal cual. El pobre Gabo es Chris Rock pero a él lo tumbaron, al menos Chris Rock no se cayó. El caso de Smith y Rock quedó en YouTube para siempre. Mario tuvo suerte porque era el año 76 y nadie lo grabó a Gabo en el suelo. Aunque él al día siguiente se hizo una foto con Rodrigo Moya y ahí está el testimonio del puñetazo. Tuvo suerte, si llega a ocurrir 50 años después muchos lo hubieran cancelado. Yo sí creo que fue una gran tristeza que no se reconciliaran, no era para tanto. No debió ocurrir y no había luego razones para que siguieran odiándose.
Es más ‘típico’ de dos genios que el final fuera así…
Justo. Creo que quizá has tocado el corazón de la novela y creo que los genios no siempre son geniales en su vida privada. Son genios en su obra artística, pero en su vida íntima hacen cosas que no son muy geniales. El puñetazo fue cero genial y la enemistad de cuatro décadas tampoco fue genial.
Quizá Patricia Llosa es en la historia de Mario la gran desconocida. ¿Cómo es Patricia?
Esa es una gran pregunta. Yo la conozco de toda la vida, la he entrevistado en televisión, hemos sido cercanos, hemos sido amigos y Patricia tiene dos cosas que Mario no posee. Una, sabe perdonar, tiene una capacidad sabia para perdonar, para entender las desmesuras del otro. Y dos, Patricia es una genia entre los genios, es una genia subestimada pero es una genia entre los genios. A diferencia de ellos que son muy envanecidos y que están siempre en el ojo público y se exhiben y les gusta, vaya que les gusta, están encantados en su piel, siempre esperan un honor más… Patricia no, ella está en la sombra haciendo lo suyo, facilitándole la vida a Mario en todo momento. Ella es una genia en esta novela en particular porque es capaz de comprender la naturaleza de su esposo y es capaz de perdonarle.
¿Cómo era ese Mario que usted conoció? ¿Cree que tiene que ver con el Mario que vemos ahora?
No, ha cambiado mucho. Yo le conocí bastante, lo he entrevistado varias veces y lo he leído con devoción. Cuando ocurren estas cosas en la novela en el año 74, Mario no había cumplido aún los 40 años. En el 76 cuando le pega Gabo estaba a punto de cumplirlos. Mario era, en mi opinión, muy machista, supuestamente ‘violento’ y muy celoso. Era machista porque casi todos los hombres que se sentían entonces guapos y conquistadores lo eran. Eran tiempos machistas. Su relación con Patricia era de índole machista, ella estaba completamente subordinada a él, le cocinaba, le lavaba la ropa, le hacía las maletas, le organizaba la agenda, era su mujer y su secretaria y asistenta.
¿Por qué era volcánico? Por su historia familiar, su papá le pegó y pegó a su madre Dorita.
Mario aprendió a defenderse. Una vez pegó supuestamente a su padre porque le vio pegando a Dorita. Luego su padre le metió en un colegio militar porque pensaba que por ser lector era homosexual. Y en ese colegio Mario tiene que aprender a pelear para sobrevivir. Su historia familiar explica por qué termina dando puñetazos a Gabo, a su hijo… ¿Por qué era tan celoso? Yo creo que lo es todavía. Ya no es machista, ya no es violento, tiene un temperamento volcánico. Pero creo que sigue siendo muy celoso. Curiosamente es él el que ha dejado en varias ocasiones a Patricia.
¿Qué significa el amor en la vida de Vargas Llosa?
Mario entiende el amor, la conquista amorosa, el deseo como una obra literaria, como una novela inacabada que él tiene que entregarse a ella y acabarla. Entonces no se refrena, no piensa en la reputación, en la comodidad, el orden familiar, sino que lo dinamita todo en nombre de la ambición artística. Ve la conquista amorosa como un desprendimiento de su vocación literaria. Creo que de verdad piensa que uno no vive para amar sino para escribir, pero que cuanto más ame, mejor escribe. ¿Por qué es tan celoso? Es un gran secreto, no he acabado de desentrañarlo. Creo que puede ser porque tal vez es machista y muy posesivo y porque le gusta que sus mujeres se rindan ante él, que sean dóciles. Si la mujer le resulta más o menos independiente, con agenda propia, con una vida social propia, con amistades, que no es “Mario, yo voy donde me digas”, entonces ahí es cuando pueden surgir los celos, creo.
De ese Mario del que habla al que vemos hoy con 87 años, ¿le reconoce?
Hay cosas que han cambiado en él. Una es que se ha vuelto un intelectual, un pensador liberal, todo lo razona, lo filosofa, lo explica razonando. Gabo era todo lo contrario y no le gustaba que Mario le hiciera preguntas sobre personajes o novelas para que se lo explicara de modo racional. Otra cosa que creo que ha cambiado en Mario es su fascinación por el poder y, por tanto, por la política. Siempre fue un escritor comprometido con la política, siempre, pero creo que aquí no le entiendo bien, le gusta mucho ser amigo de reyes, de príncipes, de presidentes… Llega a un país y quiere reunirse con el presidente, el jefe de la oposición, y da discursos políticos y ¡gobierna el mundo! Mario gobierna el mundo. Es un intelectual que gobierna el mundo.
Su agenda política es muy abundante y muy extendida y con frecuencia le vemos con líderes políticos, apoyaba a Albert Rivera, luego a Pablo Casado, luego a Cayetana Álvarez de Toledo… y no se reúne con escritores. Yo me pregunto por qué lo hace, reúnete con escritores y fuera del ojo público. Si eres muy amigo del rey emérito, viaja a verle a Abu Dabi pero no le invites al acto público de París. Esa dimensión de predicador político me parece que reduce un poco su otra dimensión de novelista, de creador de ficción.
En la novela menciona la primera vez que Mario vio a Isabel Preysler en un hotel cuando aún ella era la esposa de Julio Iglesias, ¿esa escena ocurrió en la realidad?
Sí, es totalmente cierto. Fue en la piscina del hotel Jaragua, en República Dominicana, se vieron a lo lejos y no se hablaron.
Él en ese momento no quería saber nada de la prensa del corazón y pero hace ocho años fue portada de la revista ¡Hola! y se ha hablado mucho de su relación con Isabel Preysler estos años…
Eso para mí fue completamente inesperado pero creo que puedo comprenderlo. Creo que una vez más, Mario cayó en una nueva trampa de su vanidad, de su ego. El ego es un animal muy peligroso, una bestia salvaje y si no lo tienes enjaulado te puede devorar. Yo he visto como Mario ha caído en más de una ocasión en esa trampa, como cuando quiso ser presidente de Perú. Fue un error muy grueso. Estoy seguro de que ahora se arrepiente. Cayó en esa trampa por la vanidad. En el caso de su relación amorosa con Isabel, creo que también fue una trampa de la vanidad. Él había escrito un libro titulado La civilización del espectáculo (2012) en el que abominaba de la revista ¡Hola! y luego termina siendo la pareja de la reina de corazones (risas) y probablemente de la criatura humana y divina que más ha salido en la portada de la revista. Y termina defendiendo a la revista. Ahí te preguntas por qué y creo que fue una trampa de la vanidad.
También del amor… El amor vuelve a ser protagonista en la vida del escritor.
Desde luego. El amor, la pasión amorosa como una novela que él tiene que escribir. A mí me gustaría que viviera hasta los 100 años y que se reconciliara con Patricia.
Parece que van camino de reconciliarse.
Sí, yo también veo eso. Nunca se sabe, pero es lo que le parece. Está mayor, le conviene una compañía y Patricia ha resultado siempre extraordinariamente leal, generosa, paciente e indulgente de perdonarle todo.
En los últimos meses se ha hablado mucho de los supuestos motivos que han hecho que Mario e Isabel hayan roto. Se ha hablado de que eran de mundos muy diferentes. Eso solo lo saben ellos, pero en la novela cuenta cómo se enamoró de Susana Díez Canseco, una modelo que tampoco era una intelectual, un poco como Isabel y han estado ocho años juntos.
¡Y no es poco! Cuando Mario cumplió 80 años dio una fiesta en el Villamagna y dice: “La felicidad tiene nombre, el nombre de esta personita y es Isabel Preysler” (risas). Creo que ha habido de todo, los celos de Mario que provenían de que Isabel es una mujer independiente, con una agenda propia y que nunca ha estado subordinada a él. Entonces imagino que ella tenía una fiesta, un evento y Mario no quería acompañarla pero ella iba, regresaba tarde y Mario supuestamente se enojaba. Mario tendría también su agenda pero quizá Isabel no quería acompañarle todo el tiempo.
Pero, sobre todo, que ambos son muy fuertes, independientes y con un ego muy robusto y una agenda que no están dispuestos a sacrificar por el otro. No creo que Isabel en ningún momento haya pensado en dejar de salir en una revista para que él no se enfadase. Y él no iba a dejar de hacer su vida de escritor. Los escritores no somos personajes muy atractivos en el mundo de la moda, somos casposos, gordos… y quizá Isabel veía todo eso con cierto estupor (risas).
¿Qué papel cree que juegan los hijos de Vargas Llosa hoy en su vida?
Su hijo Álvaro publica en Twitter muchas fotos del día a día del escritor cuando nunca lo había hecho.
Gran pregunta. ¡Lo hace todo el rato! Estoy asombrado. Mario y Patricia tienen tres hijos y cuando se enamora de Isabel, Gonzalo y Morgana se alejan de su padre y se posicionan con su madre. Álvaro tomó partido por Mario. Pero ahora no lo reconozco, se ha convertido en un secretario de prensa, en un relaciones públicas de Mario. Le hace fotos todo el rato: en su apartamento en París, leyendo Madame Bovary, bailando en un casamiento en Lima, comiendo ceviche en Miraflores, junto a Patricia… ¿Por qué lo hace si Mario nunca se mostrado en la intimidad? Yo creo que primero porque quiere fastidiar a Isabel Preysler, no me cabe la menor duda, lo hace por esa razón oscura y rencorosa.
Todos los días le envía una foto vía Twitter a la familia de Isabel como diciendo: “Miren, miren lo felices que somos sin vosotros. Mira, Isabel qué bien se lo está pasando Mario sin ti”. Ha llegado a decir en Paris Match: “He recuperado mi libertad”. Hombre, Isabel no lo había ‘secuestrado’, él no perdió su libertad estando con ella, la ejercitó, la eligió, luego cambió de opinión, el amor es así. La segunda razón de Álvaro para subir las fotos, yo sospecho que es no solo para incordiar a la señora Preysler, sino también porque Álvaro ha terminado trabajando para su padre, con su padre o dependiendo de su padre en la Fundación por la Libertad en la que hay empresarios que contribuyen y él viaja con su padre, dan conferencias y ganan mucho dinero.
¿Y Mario es consciente de esto?
No tengo la menor duda de que lo es y le aprueba. Le divierte, creo, ‘molestar’ a Isabel con esas fotos. Lo que no sé es cuánto le divierte a Patricia, que la vemos siempre cerca de Mario pero no tan cerca, y a veces sonríe y otras no tanto. Pero yo creo que sí se han reconciliado o lo van a hacer y es lo que deseo.
¿Cree que Mario podría plasmar de alguna forma su relación con Isabel Preysler en una futura novela?
Sería genial, como hizo con la candidatura presidencial en El pez en el agua, unas memorias que son fantásticas. Sería genial que escribiera una novela y podría titularse Mis tiempos en ¡Hola! (risas). Pero tendría que ser una novela llena de humor, risueña, haciendo escarnio de sí mismo. Pero no la va a escribir porque a diferencia de García Márquez, que fue un escritor humorístico, caribeño, Mario va muy en serio.
Fuente: Se han citado las fuentes respectivas que son los diarios donde aparecieron los artículos.
Me agrada esta publicación. Gracias por darla a conocer.
ResponderEliminarUn saludo desde la Ciudad Blanca de Perú, Arequipa.
Gracias por seguir el Blog. Saludos
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