Esta es la desgarradora carta de Dostoyevski a su esposa tras recaer en el vicio del juego

¡Buenos días, queridos lectores y lectoras! En esta oportunidad comenzamos la semana compartir un registro importante acerca de la vida del genial Fiódor Dostoyevski. Se trata de una sentida carta dirigida a su esposa Anna Gregorievna tras haber perdido todo el dinero que se le fue enviado. Lo que leerás a continuación es un texto con alto contenido sentimental e histórico, pues es una aproximación a la vida de un maestro de la literatura rusa ¡Leamos con atención! 

carta de Fiódor Dostoyevski a su esposa tras recaer en el vicio del juego
Imagen tomada de Pinterest: https://pin.it/jPJV0Tp

El problema de Fiódor Dostoyevski

En otra oportunidad ya he compartido con ustedes anécdotas relacionadas a la vida del recordado escritor. Dostoyevski había sufrido bastante a causa de la enfermedad que lo aquejaba (epilepsia) y también había pasado una buena temporada en la cárcel. Todo eso contribuyó a que su obra tomara un matiz por encima del común de escritores de su época. 

Sin embargo, el talón de Aquiles de Fiódor era la profunda depresión que padecía y que lo hacía buscar consuelo en el juego y la bebida. Dostoyevski era un ludópata incurable que intentó muchas veces redimirse de esa conducta que lo hacía sufrir tanto y su refugio era la escritura, de la cual viviría hasta el final de sus días. 

En este artículo te cuento más acerca de uno de los acontencimientos más importantes de su vida cuando, abrumado por las deudas, comienza a escribir por encargo al punto de arriesgar su obra por tres mil rublos, si no terminaba una novela en 26 días. 

La novela "El jugador" es una especie de catarsis que hace el escritor respecto a su gran problema con el juego de apuestas.

Anna Grigorievna Snitkina

Es en este momento de su vida que conoce el amor a través de la joven taquigrafista, Anna Griegorievna, quien fungió de secretaria mientras el escritor le dictaba sus ideas, para que su hábiles dedos pudiesen encargarse de plasmarlas en el papel. Así se enamoraron, se casaron en febrero de 1867 y todo parecía felicidad hasta que...Dostoyevski volvió a recaer...

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He aquí el texto...


CARTA DE FIÓDOR DOSTOYEVSKI A SU ESPOSA 

Homburg, 24 de mayo de 1867.


Ania querida, amiga mía, esposa mía, perdóname y no me llames canalla. He cometido un crimen: lo perdí todo; todo lo que me enviaste, todo, hasta el último kreuzer. Ayer lo recibí y ayer mismo lo perdí. Ania, ¿cómo voy a poder mirarte ahora?
¿Qué vas a decir de mí? Una sola cosa me horroriza: qué vas a decir, qué vas a pensar de mí. Sólo tu opinión me asusta. ¿Podrás respetarme todavía? ¿Vas a respetarme todavía? ¡Qué es el amor cuando no hay respeto! El juego es lo que siempre ha perturbado nuestro matrimonio. Ah, amiga mía, no me culpes definitivamente. Odio el juego, no solamente ahora, ayer también, anteayer también lo maldije; cuando recibí ayer el dinero y cambié la letra fui con la idea de desquitar aunque fuera un poco, de aumentar aunque sólo fuera mínimamente nuestros recursos. Tenía tanta confianza en ganar algo… Al principio perdí muy poco, pero cuando comencé a perder, sentía deseos de desquitar lo perdido y cuando perdí aun más, ya fue forzoso seguir jugando para recuperar aunque sólo fuera el dinero necesario para mi partida, pero también eso lo perdí. Ania, no te pido que te apiades de mí, preferiría que fueras imparcial, pero tengo mucho miedo a tu juicio. Por mí no tengo miedo. Al contrario, ahora, ahora después de esta lección, de repente me sentí perfectamente tranquilo respecto de mi futuro. De hoy en adelante voy a trabajar, voy a trabajar y voy a demostrar de qué soy capaz. Ignoro cómo se presenten las circunstancias en adelante, pero ahora Katkóv no rehusará. En adelante todo dependerá de los méritos de mi trabajo. Si es bueno, habrá dinero. Oh, si sólo se tratara de mí, ni siquiera pensaría en todo esto, me reiría, no le prestaría ninguna atención y me marcharía. Pero tú no dejarás de emitir tu juicio sobre lo que he hecho y esto es lo que me preocupa y me atormenta. Ania, si tan sólo pudiera conservar tu amor… En nuestras circunstancias ya de por sí difíciles he gastado en este viaje a Hamburgo más de mil francos, es decir, alrededor de 350 rublos. ¡Es criminal!


No los gasté por falta de seriedad, ni por avaricia; no los gasté para mí. ¡Mis objetivos eran otros! Pero no tiene sentido justificarse ahora. Ahora debo reunirme cuanto antes contigo. Mándame lo más pronto posible, ahora mismo, dinero suficiente para poder salir de aquí, aunque sea lo último que quede. No puedo quedarme por más tiempo en este lugar, no quiero estar aquí. Quiero estar contigo, sólo contigo, quiero abrazarte. Me vas a abrazar, vas a besarme ¿no es cierto? Si no fuera por este clima detestable, por este clima húmedo y frío, me habría mudado ayer, por lo menos a Frankfurt, y entonces no habría sucedido nada, no habría jugado. Pero el clima es muy malo y con mis dientes y mi tos no pude moverme de aquí, pues me aterraba la idea de viajar toda la noche con este abrigo tan ligero. Era imposible, era correr el riesgo de contraer alguna enfermedad. Pero ahora tampoco ante eso me detendré. En cuanto recibas esta carta envíame diez imperiales (como con la letra de cambio Robert Thore, no son necesarios los imperiales en sí, sino simplemente un Anweisung; como la vez pasada). Diez imperiales, es decir noventa y tantos florines para pagar mis deudas y poder partir. Hoy es sábado, recibiré el dinero el domingo y ese mismo día me iré a Frankfurt, ahí tornaré el Schnellzug y el lunes estaré contigo.

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Ángel mío, no pienses que también esto voy a perderlo. No me humilles a tal punto. No pienses de mí tan mal. ¡Yo también soy un ser humano! También en mí hay algo de humano. No se te ocurra de ninguna manera, si no me crees, venir a reunirte conmigo. Tu desconfianza en que voy a llegar me aniquila. Te doy mi palabra de honor de que partiré inmediatamente sin que nada pueda detenerme, ni siquiera la lluvia o el frío. Te abrazo y te beso. Qué pensarás ahora de mí… Ah, si pudiera verte en el momento en que leas esta carta.


Tuyo, F. Dostoievski


P.S. Ángel mío, por mí no te preocupes. Te repito que si sólo se tratara de mí, me reiría y no haría el menor caso. Tú, tu juicio es lo que me atormenta. Es lo único que me causa dolor. Y yo… cuánto daño te he hecho. Adiós.
Ah, si pudiera ir ahora mismo a reunirme contigo, si pudiéramos estar juntos algo se nos ocurriría.

Fuente: Cartas de Fiódor Dostoyevski. 
Mar de fondo

𝑆𝑜𝑦 𝐵𝑟𝑦𝑎𝑛 𝑉𝑖𝑙𝑙𝑎𝑐𝑟𝑒𝑧 (Lima, 1990) creador del Blog de Mar de fondo. Estudié Comunicaciones, Sociología y estoy escribiendo un libro. Soy un amante de los cuentos, cartas, diarios y novelas. Convencido de que "𝑈𝑛 𝑑𝑖́𝑎 𝑙𝑒𝑖́𝑑𝑜 𝑛𝑜 𝑒𝑠 𝑢𝑛 𝑑𝑖́𝑎 𝑝𝑒𝑟𝑑𝑖𝑑𝑜"

18 Comentarios

  1. Grande y pequeño hombre,dos al mismo tiempo,nada raro de ver en la humanidad

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  2. Cierto.. un gran hombre víctima de las circunstancias de su época tan difíciles...!!!

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  3. Sin duda una joya como todo lo que nos compartes Bryan, muchas gracias!

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  4. Lo siento, no me inspira respeto como persona, ni el talento compensa la debilidad.

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    1. Nadie en este planeta es perfecto!. Y quien así se expresa, es que algo puede estar lacerando su interior, quizá recluido en su inconsciente.

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  5. Me llega tanta miseria, humana al fin, no somos perfectos, su obra es maravillosa. Rescatemos su genialidad. Nos ha dado tanto placer la lectura de sus libros. No juzguemos. Mismos un poco nuestras propias miserías

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  6. Esta historia nos Demuestra una vez mas que aun los mas intelectuales tienen sus debilidades o Adicciones como es el caso de los juegos de Apuestas donde no solo de desvanece el capital Sino aun Peor que Degrada al ser humano y arrastra a la familia como un todo. MALDITOS VICIOS.

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  7. Quiero imaginar lo que sintió la mujer, cuál sería la respuesta de ella, ante tal situación, en la actualidad tendría el divorcio firmado en la mesa, ahora hasta por menos, ahora precisamente que experimentados mayor índice de adicciones, somo una sociedad contemporánea vulnerable, sensible, victimizada, DOSTOYEVSKI tendría todos lo argumentos para continuar con sus adicciones...

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  8. "... como juzgais, sereis juzgados..."

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  9. ¿Hay alguna respuesta a esta carta de la mujer? Qué cara dura, lo pierde todo y le pide dinero para volver a Rusia, pero bueno, supongo que en Hamburgo no podía hacerse de los recursos para volver, en fin.

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