¡Buenos días, lectores! Si tuviese otro perrito lo llamaría 'Gatsby', quizá para algunos pueda carecer de sentido, pero en realidad me parece un excelente homenaje a uno de los mejores libros que he leído. Si alguna vez ha pasado este título por tus manos, pero no te has dado el tiempo de leerlo, aquí te muestro una introducción y mensaje potente que te animará a leer novela ¡Veamos de qué se trata!
Imagen tomada de Pinterest. |
¿Qué tiene de particular El gran Gatsby?
El gran Gatsby es uno de mis libros favoritos por la calidad de la historia, la mezcla de sentimientos que evoca y la exquisita narración de Fitzgerald. Una vez cuando llevé un taller de narrativa, la profesora Giancarla di Laura mencionó que para crear una historia el primer párrafo debe ser potente, si fallamos desde el primer párrafo difícilmente ese lector continúe leyendo. Esto me pasó con Fitzgerald, la potencia de esas primera líneas es algo que no puede pasar desapercibido.
La novela de Gatsby fue publicada por F. Scott Fitzgerald en 1925, la trama se desarrolla los años más "felices" de los Estados Unidos, la época de 1920 cuando la "Era del Jazz" causaba la algarabía entre los muchachos. Mucho se ha dicho sobre esta novela, como por ejemplo, si bien se trata de una obra de ficción, es también una "autobiografía" de F. Scotte Fitzgerald, quien se basó en episodios de su propia vida para forjar cada uno de sus personajes. También algunos aseguran que el personaje de Jay Gatsby podría estar inspirado en el millonario llamado Max Gerlach, a quien el autor conoció en Nueva York.
Pero la historia non queda ahí, pues si investigamos un poco más nos daremos cuenta de que el título "El Gran Gatsby" fue una de las opciones que se barajaban para nombrar la obra, pues también pudo llamarse: "Entre los bellos y malditos" o "Trimalción bajo tierra". Y como muchos escritores en su inicios, la obra de Scott Fitzgerald sufrió el embate de la crítica de la época, pues algunos consideraban su obra superficial y carente de sustancia. Esto hizo que no tuviera un gran éxito comercial, ya que solo vendió 20.000 copias mientras su autor estaba vivo. No fue sino hasta la muerte de Fitzgerald que la obra se convirtió en un clásico de la literatura universal.
Para aquella época, nadie podría asegurar que la obra de Fitzgerald y personaje de Jay Gatsby podrían convertirse en una influencia para la cultura popular americana. Podemos encontrar referencias en el mundo de la música, el teatro y tantas otras formas de arte. Por ejemplo, está la buena película de Baz Luhrmann donde Jay Gatsby es protagonizado por Leonardo DiCaprio.
Algo más sobre F. Scott Fitzgerald
Otra referencia que tengo de Fitzgerald es el libro "Suave es la noche" (1934), que espero conseguir pronto, una de las novelas más oscuras de este genio de inicios de siglo XX. Fitzgerald nació el 24 de septiembre de 1896 y murió en diciembre de 1940. Como dije líneas arriba, la cultura popular estadounidense tiene en este escritor a uno de sus mejores representantes de la década de 1920. Otras obras escritas por este valuarte fueron "Hermosos y malditos" (1922) y "Este lado del paraíso" (1920).
La vida de Fitzgerald fue similar a la de algunos de sus personajes, pues vivió una relación difícil con su esposa Zelda, también escritora y notable exponente de la época. Ambos tenían una vida muy activa, demasiado agitada incluso. Entre otras dificultades que tuvo que vivir está su adicción al alcohol y los problemas económicos que llevaba a cuestas. Al final de su vida se dedicó a escribir guiones para Hollywood, pero ya lejos de la fama que lo había hecho una celebridad de las letras. A pesar de ello su estilo evocador e inigualable ha dejado una huella imborrable en la literatura universal.
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Por eso, a continuación te dejo el principal fragmento de la obra y que es precisamente con el que empieza la novela. Al inicio hablé de un consejo de vida fundamental que nos dejó Fitzgerald, pues es precisamente aquel que le da el padre al narrador: «Antes de criticar a nadie», me dijo, «recuerda que no todo el mundo ha tenido las ventajas que has tenido tú». Para mí, una clave de empatía.
Así comienza "El Gran Gatsby"
Cuando yo era más joven y más vulnerable, mi padre me dio un consejo en el que no he dejado de pensar desde entonces. «Antes de criticar a nadie», me dijo, «recuerda que no todo el mundo ha tenido las ventajas que has tenido tú».
Eso fue todo, pero, dentro de nuestra reserva, siempre nos hemos entendido de un modo poco común, y comprendí que sus palabras significaban mucho más. En consecuencia, suelo reservarme mis juicios, costumbre que me ha permitido descubrir a personajes muy curiosos y también me ha convertido en víctima de no pocos pesados incorregibles. La mente anómala detecta y aprovecha enseguida esa cualidad cuando la percibe en una persona corriente, y se dio el caso de que en la universidad me acusaran injustamente de intrigante, por estar al tanto de los pesares secretos de algunos individuos inaccesibles y difíciles. La mayoría de las confidencias no las buscaba yo: muchas veces he fingido dormir, o estar sumido en mis preocupaciones, o he demostrado una frivolidad hostil al primer signo inconfundible de que una revelación íntima se insinuaba en el horizonte; porque las revelaciones íntimas de los jóvenes, o al menos los términos en que las hacen, por regla general son plagios y adolecen de omisiones obvias. No juzgar es motivo de esperanza infinita. Todavía creo que perdería algo si olvidara que, como sugería mi padre con cierto esnobismo, y como con cierto esnobismo repito ahora, el más elemental sentido de la decencia se reparte desigualmente al nacer.
Y, después de presumir así de mi tolerancia, me veo obligado a admitir que tiene un límite. Me da lo mismo, superado cierto punto, que la conducta se funde sobre piedra o sobre terreno pantanoso. Cuando volví del Este el otoño pasado, era consciente de que deseaba un mundo en uniforme militar, en una especie de vigilancia moral permanente; no deseaba más excursiones desenfrenadas y con derecho a privilegiados atisbos del corazón humano. La única excepción fue Gatsby, el hombre que da título a este libro: Gatsby, que representaba todo aquello por lo que siento auténtico desprecio. Si la personalidad es una serie ininterrumpida de gestos logrados, entonces había en Gatsby algo magnífico, una exacerbada sensibilidad para las promesas de la vida, como si estuviera conectado a una de esas máquinas complejísimas que registran terremotos a quince mil kilómetros de distancia...
Este fragmento ha sido solo la primera página del libro, pero que estoy optimista de pueda haber despertado tu curiosidad ¡Hasta la próxima!
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