Las conmovedoras últimas palabras de Don Quijote de la Mancha

¡Hola, lectores! En su lecho de muerte, el ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha pudo recuperar la cordura y desprendido de aquello que lo ataba a este mundo, dejó unas interesante palabras para quienes estaban al filo de su catre, y sobre todo a Sancho Panza ¡Un registro valioso de la literatura universal! 

conmovedoras últimas palabras de Don Quijote de la Mancha
Imagen tomada de Pinterest: https://pin.it/2wkYZaDw4


Aquí no nos cansamos de elogiar la obra de Miguel de Cervantes, un texto monumental y ambicioso para cualquier lector. Y a falta de tiempo para terminarla, hemos podido viajar por ella a través de fragmentos como La carta de Don Quijote a Sancho Panza con sabios consejos para gobernar y ¿Qué es poesía? Miguel de Cervantes nos lo explica en El Quijote; todos, con mensajes valiosos y anacrónicos. 

La leyenda de El Quijote

Don Quijote de la Mancha es una novela sin igual, ubicada en lo que llamaríamos la era moderna, y es la primera novela polifónica escrita por el español Miguel de Cervantes Saavedra. La primera parte de esta obra se remonta a inicios de 1605 y rápidamente alcanzó prestigio y se hizo de las preferencias de la gente. 

Pronto se convertiría en la obra más destacada de la literatura española y una de las principales de la literatura universal. Para 1615 apareció la segunda parte, una continuación de las aventuras del descocado Alfonso Quijano. 

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La segunda parte de El Quijote

Como es lógico la muerte de Alfonso Quijano se da a conocer al final de la segunda parte, luego de haber vivido muchas más inquietantes aventuras al lado de su fiel escudero. 

Si nos ponemos más analíticos, podemos decir que la segunda parte es más barroca que manierista y es muestra de un avance narrativo mucho mayor en Cervantes sobre lo que respecta a la estructura novelística que todos conocemos hoy. Vemos en esta segunda parte que los hechos se exponen al lector amalgamados más estrechamente y podemos hablar entonces de una ficción en tercer grado. ​

Al tratarse de una primera novela verdaderamente realista, cuando don Quijote regresa a su pueblo, él entiende de que no solo no es un héroe, sino que no hay héroes. Esta desesperanzada idea que se posa en la mente del personaje se vuelve intolerable y es bastante parecido a lo que sería el nihilismo. 

¿Cómo muere don Quijote?


Don Quijote se retira de la caballería, cansado y confundido, regresa por cumplirle la palabra empeñada al bachiller Sansón Carrasco, para  las lides de fierros llamado el Caballero de la Blanca Luna, quien lo había vencido en las playas de Barcelona. 

El precio de su derrota era abandonar por un año sus andanzas de caballero, cuyo descansar era el pelear, y retornar a su aldea a recuperar su hacienda y a cuidar de su alma. Como hidalgo debía cumplir con su palabra y también proteger su honra. 

Ese regreso fue devastador para don Quijote quien murió de pesadumbre por su derrota moral. El médico José Manuel Reverte Coba tiene una teoría al respecto. El punto es que, postrado en una cama, don Quijote se rodeó de los imprescindibles y entre ellos, cómo no, su fiel escudero...leamos...


LAS ÚLTIMAS PALABRAS DE DON QUIJOTE



-Ítem, es mi voluntad que de ciertos dineros que Sancho Panza, a quien en mi locura hice mi escudero, tiene, que porque ha habido entre él y mí ciertas cuentas, y dares y tomares, quiero que no se le haga cargo dellos, ni se le pida cuenta alguna, sino que si sobrare alguno después de haberse pagado de lo que le debo, el restante sea suyo, que será bien poco, y buen provecho le haga; y si como estando yo loco fui parte para darle el gobierno de la ínsula, pudiera agora, estando cuerdo, darle el de un reino, se le diera, porque la sencillez de su condición y fidelidad de su trato lo merece.


Y volviéndose a Sancho, le dijo:

-Perdóname, amigo, de la ocasión que te he dado de parecer loco como yo, haciéndote caer en el error en que yo he caído, de que hubo y hay caballeros andantes en el mundo.

-¡Ay! -respondió Sancho llorando-. No se muera vuesa merced, señor mío, sino tome mi consejo, y viva muchos años; porque la mayor locura que puede hacer un hombre en esta vida es dejarse morir, sin más ni más, sin que nadie le mate, ni otras manos le acaben que las de la melancolía. Mire no sea perezoso, sino levántese desa cama, y vámonos al campo vestidos de pastores, como tenemos concertado: quizá tras de alguna mata hallaremos a la señora doña Dulcinea desencantada, que no haya más que ver. Si es que se muere de pesar de verse vencido, écheme a mí la culpa, diciendo que por haber yo cinchado mal a Rocinante le derribaron; cuanto más que vuesa merced habrá visto en sus libros de caballerías ser cosa ordinaria derribarse unos caballeros a otros, y el que es vencido hoy ser vencedor mañana.


-Así es -dijo Sansón-, y el buen Sancho Panza está muy en la verdad destos casos.

-Señores -dijo don Quijote-, vámonos poco a poco, pues ya en los nidos de antaño no hay pájaros hogaño. Yo fui loco, y ya soy cuerdo: fui don Quijote de la Mancha, y soy agora, como he dicho, Aflonso Quijano el Bueno. Pueda con vuestras mercedes mi arrepentimiento y mi verdad volverme a la estimación que de mí se tenía, y prosiga adelante el señor escribano. -Ítem, mando toda mi hacienda, a puerta cerrada, a Antonia Quijana mi sobrina, que está presente, habiendo sacado primero de lo más bien parado della lo que fuere menester para cumplir las mandas que dejo hechas; y la primera satisfación que se haga quiero que sea pagar el salario que debo del tiempo que mi ama me ha servido, y más veinte ducados para un vestido. Dejo por mis albaceas al señor Cura y al señor bachiller Sansón Carrasco, que están presentes. -Ítem, es mi voluntad que si Antonia Quijana mi sobrina quisiere casarse, se case con hombre de quien primero se haya hecho información que no sabe qué cosas sean libros de caballerías; y en caso que se averiguare que lo sabe, y, con todo eso, mi sobrina quisiere casarse con él, y se casare, pierda todo lo que le he mandado, lo cual puedan mis albaceas distribuir en obras pías, a su voluntad. -Ítem, suplico a los dichos señores mis albaceas que si la buena suerte les trujere a conocer al autor que dicen que compuso una historia que anda por ahí con el título de Segunda parte de las hazañas de don Quijote de la Mancha, de mi parte le pidan, cuan encarecidamente ser pueda, perdone la ocasión que sin yo pensarlo le di de haber escrito tantos y tan grandes disparates como en ella escribe; porque parto desta vida con escrúpulo de haberle dado motivo para escribirlos.

Cerró con esto el testamento, y tomándole un desmayo, se tendió de largo a largo en la cama. Alborotáronse todos, y acudieron a su remedio, y en tres días que vivió después deste donde hizo el testamento, se desmayaba muy a menudo. Andaba la casa alborotada; pero, con todo, comía la Sobrina, brindaba el Ama, y se regocijaba Sancho Panza; que esto del heredar algo borra o templa en el heredero la memoria de la pena que es razón que deje el muerto. En fin, llegó el último de don Quijote, después de recebidos todos los sacramentos y después de haber abominado con muchas y eficaces razones de los libros de caballerías. Hallóse el escribano presente, y dijo que nunca había leído en ningún libro de caballerías que algún caballero andante hubiese muerto en su lecho tan sosegadamente y tan cristiano como don Quijote; el cual, entre compasiones y lágrimas de los que allí se hallaron, dio su espíritu: quiero decir que se murió.

Viendo lo cual el Cura, pidió al escribano le diese por testimonio como Aflonso Quijano el Bueno, llamado comúnmente don Quijote de la Mancha, había pasado desta presente vida, y muerto naturalmente; y que el tal testimonio pedía para quitar la ocasión de algún otro autor que Cide Hamete Benengeli le resucitase falsamente, y hiciese inacabables historias de sus hazañas. Este fin tuvo el Ingenioso Hidalgo de la Mancha, cuyo lugar no quiso poner Cide Hamete puntualmente, por dejar que todas las villas y lugares de la Mancha contendiesen entre sí por ahijársele y tenérsele por suyo, como contendieron las siete ciudades de Grecia por Homero.

Déjanse de poner aquí los llantos de Sancho, sobrina y ama de don Quijote, los nuevos epitafios de su sepultura, aunque Sansón Carrasco le puso éste:


Yace aquí el Hidalgo fuerte
Que a tanto extremo llegó
De valiente, que se advierte
Que la muerte no triunfó
De su vida con su muerte.
Tuvo a todo el mundo en poco;
Fue el espantajo y el coco
Del mundo, en tal coyuntura,
Que acreditó su ventura,
Morir cuerdo y vivir loco.


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Y el prudentísimo Cide Hamete dijo a su pluma: «Aquí quedarás, colgada desta espetera y deste hilo de alambre, ni sé si bien cortada o mal tajada péñola mía, adonde vivirás luengos siglos, si presuntuosos y malandrines historiadores no te descuelgan para profanarte. Pero antes que a ti lleguen, les puedes advertir, y decirles en el mejor modo que pudieres:


¡Tate, tate, folloncicos!
De ninguno sea tocada;
Porque esta impresa, buen rey,
Para mí estaba guardada.

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Para mí sola nació don Quijote, y yo para él; él supo obrar y yo escribir; solos los dos somos para en uno, a despecho y pesar del escritor fingido y tordesillesco que se atrevió, o se ha de atrever, a escribir con pluma de avestruz grosera y mal deliñada las hazañas de mi valeroso caballero, porque no es carga de sus hombros, ni asunto de su resfriado ingenio; a quien advertirás, si acaso llegas a conocerle, que deje reposar en la sepultura los cansados y ya podridos huesos de don Quijote, y no le quiera llevar, contra todos los fueros de la muerte, a Castilla la Vieja, haciéndole salir de la fuesa, donde real y verdaderamente yace tendido de largo a largo, imposibilitado de hacer tercera jornada y salida nueva; que para hacer burla de tantas como hicieron tantos andantes caballeros, bastan las dos que él hizo, tan a gusto y beneplácito de las gentes a cuya noticia llegaron, así en éstos como en los extraños reinos. Y con esto cumplirás con tu cristiana profesión, aconsejando bien a quien mal te quiere, y yo quedaré satisfecho y ufano de haber sido el primero que gozó el fruto de sus escritos enteramente, como deseaba, pues no ha sido otro mi deseo que poner en aborrecimiento de los hombres las fingidas y disparatadas historias de los libros de caballerías, que por las de mi verdadero don Quijote, van ya tropezando, y han de caer del todo, sin duda alguna.» Vale.

Esto fue, queridos lectores, el texto con el que se cierra esta magnífica obra vigente hasta la fecha. Puedes contarme qué te pareció 
Mar de fondo

𝑆𝑜𝑦 𝐵𝑟𝑦𝑎𝑛 𝑉𝑖𝑙𝑙𝑎𝑐𝑟𝑒𝑧 (Lima, 1990) creador del Blog de Mar de fondo. Estudié Comunicaciones, Sociología y estoy escribiendo un libro. Soy un amante de los cuentos, cartas, diarios y novelas. Convencido de que "𝑈𝑛 𝑑𝑖́𝑎 𝑙𝑒𝑖́𝑑𝑜 𝑛𝑜 𝑒𝑠 𝑢𝑛 𝑑𝑖́𝑎 𝑝𝑒𝑟𝑑𝑖𝑑𝑜"

9 Comentarios

  1. Don Quijote el incomparable.

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  2. Imagino que serás porque, la actitud de Don Quijote, aún se repite. Mucha gente actúa así, aunque sin su traje de caballero.

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  3. El ideal caballeresco y de Triunfo no es otro q el de las conquistas grecorromanas ( a más las del Bajo Imperio) .......pero sumadas ahora a dos cosas: la ética cristiana de la Obra y la Palabra Revelada,más el particularismo peculiar q hace q Castilla sea tal,y q se evidencia tantas veces....en las Letras de la época.
    Quijote es la escencia del Siglo de Oro....es pre moderno,pero tiene sobrado permiso para conversar con la Modernidad ,por su coraje e unventiva

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  4. Respuestas
    1. Sabías palabras de don Quijote de la mancha, aún sigue moderna su novela.

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