"Te tengo miedo": La reveladora carta de Franz Kafka a su padre

¡Hola, lectores! La vida Franz Kafka está cargada de sensibilidad y reflexión. El diario de este escritor checo está colmado de pensamientos que le agradaban y atormentaban. Y también hay registros como el de Cartas al padre, donde narra el motivo de esta complicada relación padre-hijo ¡Leamos! 

La conmovedora carta de Franz Kafka a su padre
Imagen tomada de Pinterest y editada con Canva Pro.


El arte de escribir

Por muy sencillo que parezca escribir no es nada fácil. No basta con simplemente unir palabras con conectores y manejar una buena gramática. A veces, el arte de escribir es un sufrimiento y Kafka reflexiona en torno a ello en cada texto, porque nos habla de esas épocas de sequías y de sacar lo que siente adentro. 

¿Por qué leer el Diario de Franz Kafka?

Recordemos que Franz Kafka escribió una importante cantidad de cartas y reflexiones personales que nos permiten hasta el día de hoy conocerlo cada vez más. Por ejemplo, en este artículo que publiqué hace un tiempo me refiero a las cartas de Kafka a Milena Jesenská, íntima amiga del escritor checo. 

Franz Kafka y su padre


Las cartas de Kafka a su padre están reunidas en un libro que aborda temas como la autoridad paterna, la alienación, la comunicación defectuosa y la influencia de su padre (Hermann Kafka) en su vida y desarrollo. Estamos ante un libro introspectivo en donde el escritor de La metamorfosis explora sus inseguridades y sentimientos de inferioridad donde mucho tuvo que ver su progenitor. 

La carta que leerás a continuación es una visión exquisita y privilegiada de las luchas internas en la psicología de Franz Kafka. 

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Para entender este magnífico registro epistolar y su influencia en los libros de Kafka, es necesario conocer el entorno en donde se crió el autor. 

Sabemos que Kafka nació en 1883, y era hijo mayor de esa familia judía constituida por Hermann Kafka y Julia Löwy, y que posteriormente sufrió la pérdida de dos hijos varones al momento de nacer. La tragedia marcó la vida de esta familia, pues también, años más tarde sus dos hermanas Elli, Valli y Ottla morirían en los campos de concentración Nazi.

Partiendo de esta cruda realidad, la historia nos muestra a un Kafka como hijo único y a un padre que restregaba a su familia la extrema pobreza y las carencias que también vivió en su infancia y juventud. Esto incomodaba demasiado al joven Kafka quien escribió lo siguiente...


Queridísimo padre:


Hace poco me preguntaste por qué digo que te tengo miedo. Como de costumbre, no supe darte una respuesta, en parte precisamente por el miedo que te tengo, en parte porque para explicar los motivos de ese miedo necesito muchos pormenores que no puedo tener medianamente presentes cuando hablo. Y si intento aquí responderte por escrito, sólo será de un modo muy imperfecto, porque el miedo y sus secuelas me disminuyen frente a ti, incluso escribiendo, y porque la amplitud de la materia supera mi memoria y mi capacidad de raciocinio.


A ti la cosa siempre te ha resultado muy sencilla, al menos en la medida en que has hablado de ella delante de mí y delante -indiscriminadamente- de muchos otros. Tú piensas más o menos lo siguiente: has trabajado a destajo tu vida entera, lo has sacrificado todo por tus hijos, muy especialmente por mí, lo que me ha permitido vivir «por todo lo alto», he tenido completa libertad para estudiar lo que me ha apetecido, no tengo motivos de preocupación en cuanto al pan de cada día, o sea, no tengo motivo alguno de preocupación; tú no has exigido a cambio gratitud, conoces «la gratitud de los hijos», pero sí al menos una cierta deferencia, alguna que otra muestra de simpatía; en lugar de eso, yo siempre me he escabullido de tu presencia, refugiándome en mi habitación, en los libros, en amigos chalados, en ideas exaltadas; nunca he hablado abiertamente contigo, nunca me he puesto a tu lado en el templo, jamás te he ido a ver a Franzensbad 1 , ni en general he tenido nunca espíritu de familia, no me he ocupado de la tienda ni de tus demás asuntos, te he endosado la fábrica2 y después te he dejado plantado, a Ottla3 la he apoyado en su caprichosa testarudez y mientras que por ti no muevo un dedo (ni siquiera te traigo entradas para el teatro), por los amigos lo hago todo. Si resumes lo que piensas de mí, el resultado es que no me echas en cara nada propiamente inmoral o malo (a excepción tal vez de mi último proyecto matrimonial), pero sí frialdad, rareza, ingratitud. Y me lo echas en cara de una manera como si fuese culpa mía, como si yo hubiese podido cambiarlo todo con sólo dar un giro al volante, mientras que tú no tienes la menor culpa, como no sea la de haber sido demasiado bueno conmigo.


Esta forma tuya habitual de presentar las cosas la considero acertada sólo en el sentido de que yo también creo que tú no tienes en absoluto la culpa de nuestro mutuo distanciamiento. Pero tampoco la tengo yo, en absoluto. Si pudiese llegar a convencerte de ello, entonces sería posible, no una nueva vida, para eso ya tenemos los dos demasiados años, pero sí una especie de paz; sería posible, no que dejaras tus incesantes reproches, pero sí que los suavizaras.


Es curioso, pero una cierta idea de lo que quiero decir sí que tienes. Así, por ejemplo, hace poco me dijiste: «Yo siempre te he querido, aunque exteriormente no haya sido contigo como suelen ser otros padres, precisamente porque no sé disimular como otros». Yo, padre, nunca he puesto en duda, en general, tu bondad para conmigo, pero esa observación no la considero acertada. Tú no sabes disimular, eso es cierto, pero sólo por ese motivo querer afirmar que los otros padres disimulan es, o bien puras ganas de no dar el brazo a torcer, y entonces no vale la pena seguir discutiendo, o bien (y de eso se trata realmente, en mi opinión) una forma velada de expresar que algo no funciona entre nosotros y que tú has contribuido, aunque sin culpa, a que así sea. Si realmente es esto lo que piensas, estamos de acuerdo.

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No digo, naturalmente, que yo sea lo que soy solamente debido a tu influencia. Eso sería muy exagerado (y yo incluso tiendo a esa exageración). Es muy posible que, aunque me hubiese criado completamente fuera de tu influencia, no hubiera llegado a ser la persona que tú habrías deseado. Probablemente hubiera sido un ser débil, pusilánime, vacilante, inquieto, ni un Robert Kafka ni un Karl Hermann, pero completamente distinto del que realmente soy, y tú y yo nos habríamos entendido a las mil maravillas. Yo habría sido feliz de tenerte como amigo, como jefe, como tío, como abuelo, sí, incluso (si bien aquí ya vacilo más) como suegro. Pero justamente como padre has sido demasiado fuerte para mí, sobre todo porque mis hermanos murieron pequeños, las hermanas llegaron mucho después, y yo tuve que resistir completamente solo el primer embate y fui demasiado débil para ello.

Compáranos a los dos: yo, para expresarlo muy brevemente, un Löwy con cierto fondo de los Kafka4 , pero un fondo que no entra en actividad por la voluntad de vida, de negocios, de conquista, de los Kafka, sino por un aguijón de los Löwy que empuja en otra dirección y de un modo más secreto, más recatado, y que muchas veces deja por completo de empujar. Tú en cambio un auténtico Kafka en fuerza, salud, apetito, volumen de voz, elocuencia, autocomplacencia, sentimiento de superioridad, tenacidad, presencia de espíritu, don de gentes, una cierta generosidad, pero también, como es natural, con todos los defectos y deficiencias, inherentes a esas cualidades, a que te incita tu temperamento y a veces tu irascibilidad. Quizás no seas un Kafka completo en tu visión general del mundo, si te comparo con los tíos Philipp, Ludwig o Heinrich. Esto es curioso, no tengo muy claro este punto... 

(CONTINÚA)

Esta es una primera parte de la genial carta del escritor Franz Kafka a su padre. La historia de una relación difícil que se volvió literatura y que hoy muchos estudiosos del escritor consideran un texto imprescindible para conocerlo. Si te gustó y quieres la segunda parte, házmelo saber en los comentarios ¡Nos leemos en otro post! 

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Mar de fondo

𝑆𝑜𝑦 𝐵𝑟𝑦𝑎𝑛 𝑉𝑖𝑙𝑙𝑎𝑐𝑟𝑒𝑧 (Lima, 1990) creador del Blog de Mar de fondo. Estudié Comunicaciones, Sociología y estoy escribiendo un libro. Soy un amante de los cuentos, cartas, diarios y novelas. Convencido de que "𝑈𝑛 𝑑𝑖́𝑎 𝑙𝑒𝑖́𝑑𝑜 𝑛𝑜 𝑒𝑠 𝑢𝑛 𝑑𝑖́𝑎 𝑝𝑒𝑟𝑑𝑖𝑑𝑜"

21 Comentarios

  1. Por favor ... completemos ésta carta

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  2. La segunda parte, por favor.

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  3. Interesantísima carta, me encantaría leer lo que sigue!!!! Gracias.

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  4. porfa. podrías poner la segunda parte.

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  5. A demás de ser una hermosa pieza literaria me gustaría tenerla para intentar hacer una puesta en escena, al igual que con INFORME A UNA ACADEMIA. Gracias

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    1. Claro que sí :D lo haré! estén atentos al Facebook. Gracias a ti

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    2. Excelente carta, ahora comprendo mejor La metamorfosis.

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  6. Me quedé intrigada. Por supuesto que me gustaría seguir leyendo la carta. Una manera de conocer más a fondo a nuestro gran escritor y saber qué lo llevó a escribir de la manera que lo hace.

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  7. Espero nos puedas compartir la segunda parte. Gracias

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  8. Me ha parecido muy interesante su carta, a parte de un relato sumamente escrito y muy bien llevado.- Por supuesto que me interesa mucho seguir leyendo la segunda parte.- Muchas gracias.- Un saludo

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  9. Segunda parte, por favor

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  10. Gracias por publicar esta carta,

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