¡Hola, lectores! Espero disfruten de este genial relato de Voltaire y Baudelaire. Si bien ambos nacieron en épocas distintas decidí juntarlos en este post. El filósofo nació en 1694 y el poeta en 1821. Me hubiese gustado encontrar un texto de Baudelaire en prosa, pero seguiré intentando, mientras ¡Disfruten su lectura!
Imagen tomada de Pinterest: https://pin.it/SvsbkCGCH |
LOS DOS CONSOLADOS
Decía un día el gran filosofo Citofilo a una dama desconsolada, y que tenía sobrado motivo para estarlo:
-Señora, la reina de Inglaterra, hija del gran Enrique IV, no fue menos desgraciada que usted: la echaron de su reino; se vio a pique de perecer en el océano en un naufragio, y presenció la muerte del rey su esposo en un patíbulo.
-Mucho lo siento -dijo la dama, y volvió a llorar sus desventuras propias.
-Acuérdese -dijo Citofilo- de María Estuardo, que estaba honradamente prendada de un guapo músico que tenía excelente voz de sochantre. Su marido mató al músico; y luego su buena amiga y pariente, la reina Isabel, que se decía doncella, le mandó cortar la cabeza en un cadalso colgado de luto, después de haberla tenido diez y ocho años presa.
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-¡Cruel suceso! -respondió la señora; y se entregó de nuevo a su aflicción.
-Bien habrá oído mentar -siguió el consolador- a la hermosa Juana de Nápoles, que fue presa y ahorcada.
-Una idea confusa tengo de eso -dijo la afligida.
-Le contaré -añadió el otro- la aventura sucedida en mi tiempo de una soberana destronada después de cenar, y que ha muerto en una isla desierta.
-Toda esa historia la sé -respondió la dama.
-Pues le diré lo sucedido a otra gran princesa, mi discípula de filosofía. Tenía su amante, como lo tiene toda hermosa y gran princesa: entró un día su padre en su aposento, y cogió al amante con el rostro encendido y los ojos que como dos carbunclos resplandecían, y la princesa también con la cara muy encarnada. Disgustó tanto al padre el rostro del mancebo, que le sacudió la más enorme bofetada que hasta el día se ha pegado en toda su provincia. Cogió el amante las tenazas, y rompió la cabeza al padre de la dama, que estuvo mucho tiempo a la muerte, y aún tiene la señal de la herida: la princesa desatentada se tiró por la ventana, y se estropeó una pierna, de modo que aun el día de hoy se le conoce que cojea, aunque tiene hermoso cuerpo. Su amante fue condenado a muerte, por haber roto la cabeza a tan alto príncipe. Ya puede pensar en qué estado estaría la princesa, cuando sacaban a ahorcar a su amante; yo la iba a ver con frecuencia, cuando estaba ella en la cárcel, y siempre me hablaba de sus desdichas.
-¿Pues por qué no quiere que me duela yo de las mías? -le dijo la dama.
-Porque no es acertado dolerse de sus desgracias, y porque habiendo habido tantas principales señoras tan desventuradas, no parece bien que se desespere. Contemple a Hecuba, contemple a Niobe.
-¡Ah! -dijo la señora- si hubiera vivido yo en aquel tiempo, o en el de tantas hermosas princesas, y para su consuelo les hubiera usted contado mis desdichas, ¿lo habrían acaso escuchado?
Al día siguiente perdió el filósofo a su hijo único, y faltó poco para que se muriese de sentimiento. Mandó la señora hacer una lista de todos los monarcas que habían perdido a sus hijos, y se la llevó al filósofo, el cual la leyó, la encontró muy puntual, y siguió llorando. Al cabo de tres meses se volvieron a ver, y se pasmaron de hallarse muy contentos. Levantaron entonces una hermosa estatua al tiempo, con este rótulo:
AL CONSOLADOR
FIN
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MICRORRELATO DE CHARLES BAUDELAIRE
EL PERRO Y EL FRASCO
- Lindo perro mío, buen perro, chucho querido, acércate y ven a respirar un excelente perfume, comprado en la mejor perfumería de la ciudad.
Y el perro, meneando la cola, signo, según creo, que en esos mezquinos seres corresponde a la risa y a la sonrisa, se acerca y pone curioso la húmeda nariz en el frasco destapado; luego, echándose atrás con súbito temor, me ladra, a modo de reproche.
- ¡Ah miserable can! Si te hubiera ofrecido un montón de excrementos los hubieras husmeado con delicia, devorándolos tal vez. Así tú, indigno compañero de mi triste vida, te pareces al público, a quien nunca se ha de ofrecer perfumes delicados que le exasperen, sino basura cuidadosamente elegida.
FIN
Charles Baudelaire escribió una colección de poemas en prosa titulada “Pequeños poemas en prosa” o “El spleen de París”. Aquí tienes un fragmento de uno de sus textos en prosa,
ResponderEliminar“El extranjero”:
-¿A quién quieres más, hombre enigmático, dime, a tu padre, a tu madre, a tu hermana o a tu hermano?
-Ni padre, ni madre, ni hermana, ni hermano tengo.
-¿A tus amigos?
-Empleáis una palabra cuyo sentido, hasta hoy, no he llegado a conocer.
-¿A tu patria?
-Ignoro en qué latitud está situada.
-¿A la belleza?
-Bien la querría, ya que es diosa e inmortal.
-¿Al oro?
-Lo aborrezco lo mismo que aborrecéis vosotros a Dios.
-Pues ¿a quién quieres, extraordinario extranjero?
-Quiero a las nubes…, a las nubes que pasan… por allá… ¡a las nubes maravillosas!
Este texto refleja la profundidad y el estilo único de Baudelaire, explorando temas de alienación y belleza.
Muchas gracias :)
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