¡Hola, lector! hoy te traigo una historia pocas veces contada sobre Julio Ramón Ribeyro y Mario Vargas Llosa, quienes cultivaron una larga amistad de apoyo y respeto mutuo por muchos años. Sin embargo, un impactante desenlace puso a cada uno del otro lado. De pronto, ambos autores dejaron de frecuentarse, de elogiarse; y pasaron observar las falencias y a hacer prosperar la crítica. En este artículo te cuento la verdadera historia de una enemistad que dejó sorprendido a más de uno.
La amistad entre Ribeyro y Vargas Llosa
En el libro "Ribeyro, una vida" (2021) y "Ribeyro, la palabra inmortal" (2018), ambos de Jorge Coaguila, podemos encontrar la historia de una amistad que terminó en un distanciamiento penoso, confuso tal vez, pero cierto en fin. Durante casi tres décadas ambos escritores fueron amigos, compartieron gustos literarios, firmaron manifiestos políticos y frecuentaron las mismas ciudades; hasta se dieron la mano en momentos económicos difíciles. De pronto, se distanciaron para siempre.
¿Cuándo se conocieron?
Esta amistad inicia en 1958 mientras Ribeyro se encontraba estudiando como becado en Madrid. Ambos genios habían publicado títulos importantes, Ribeyro nos dio "Los gallinazos sin plumas"(1955) y "Cuentos de circunstancias" (1958) y Vargas Llosa el cuento "Los jefes" (1957) y "El abuelo", en el suplemento dominical de El comercio.
Al respecto, Vargas Llosa mencionó en su libro El pez en el agua (1993) que a Ribeyro "todos lo comentábamos con respeto", siendo el más estimado entre los narradores jóvenes. Por su parte el 'flaco' dijo sobre Mario que "tenía una personalidad muy fuerte. Estaba muy seguro siempre de lo que decía y escribía".
Al rededor de 1960 ambos autores trabajaron en la Agencia de noticias France-presse. Vargas Llosa tenía ya unos meses en Francia e incluso gracias a su mediación Ribeyro pudo incorporarse a dicho trabajo.
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«Recuerdo que en la agencia de noticias donde trabajábamos hace mil años, Ribeyro, entre cable y cable, se distraía describiendo animales sinuosos: cangrejos, pulpos, cucarachas», comentó Vargas Llosa en un artículo de 1984; el novelista pasaría a la Radio Televisión Francesa, donde su sueldo mejoró y tuvo tiempo para corregir La ciudad y los perros (1963), su primera novela.
Ribeyro opinaría que la primera novela de Mario «Está prodigiosamente bien construida, escrita, elaborada en sus menores detalles. De un coup de pone ['impulso'] maestro ha elevado la novela peruana y latinoamericana a un nivel literario universal".
Las tendencias políticas
La tendencia política de ambos narradores era conocida en los círculos intelectuales, pero en 1965 declararon abiertamente su respaldo a la lucha armada del Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR), dirigido por Luis de la Puente Uceda: firmaron un manifiesto que contenía, entre otros temas, lo siguiente:
«Aprobamos la lucha armada iniciada por el MIR, condenamos a la prensa interesada que desvirtúa el carácter nacionalista y reivindicativo de las guerrillas, censuramos a la violenta represión gubernamental y ofrecemos nuestra caución moral a los hombres que en estos momentos entregan su vida".
Durante el gobierno de Velasco, Vargas Llosa apoyó algunas reformas del régimen del General, sin embargo se opuso en 1975 a la expropiación de los medios de comunicación, por su parte Ribeyro diría que los valores que defiende Vargas Llosa no corresponden a las aspiraciones de la mayoría de nuestro pueblo, sino a las de una fracción ilustrada de la burguesía "a la que él pertenece y pertenezco".
Había cierta incomodidad en Ribeyro respecto las comparaciones o cruce de opiniones que hacía entre él y Vargas Llosa. En 1982 escribiría una carta a su hermano Juan Antonio comentando:
"No veo ademas por qué cada vez que alguien escribe algo de mí tiene que mencionar de paso a Mario, como si existiera entre nosotros un contencioso o pretendiera yo roer un pedazo de su celebridad. El contencioso lo van a crear a fuerza de provocar estas comparaciones".
Inicios del alejamiento
Superando el episodio político que significo el gobierno de Velasco y vuelta la democracia, sucedió que durante el gobierno de Alan García (1985-1990) Ribeyro fue nombrado delegado permanente del país con categoría de embajador ante la Unesco, Luego, en abril de 1986 el gobierno de García lo condecoró con la Orden del Sol, máximo reconocimiento del gobierno peruano. Al respecto Vargas Llosa dijo:
"A mí me invitaron también, pero sospeché que algo iba a pasar y no acudí. Julio ramón , cuando se vio en la encerrona, no tuvo más remedio que aceptar, muy a su pesar, y tuvo que agradecer publicamente al gobierno esa concesión".
En ese mismo año, se produjo la matanza de los presos en las cárceles de Lurigancho (hago una referencia en mi reseña sobre "Muerte en el Pentagonito"). Al respecto Vargas Llosa escribió una carta pública a Alan García, que fue publicada en el diario El comercio y titulada "Una montaña de cadáveres", donde condena la manera en cómo se ha reprimido esos motines y sugiere más un arreglo de cuentas con el enemigo que una operación con el objetivo de restablecer el orden. En este punto Ribeyro optó por el silencio.
Al año siguiente, en 1987, el novelista también alzó su voz contra la nacionalización de la banca propuesta por Alan García; sobre eso Ribeyro dijo en una entrevista a France-Presse:
"Tengo una vieja y estrecha amistad con Mario Vargas Llosa y lo admiro muchísimo como escritor. Por ello me mortifica tener que discrepar con él a propósito del debate sobre la nacionalización del crédito. Pero, por encima de los sentimientos personales están los intereses del país. Y a mi juicio, estos intereses coinciden con el proyecto gubernamental del presidente, con la grave coyuntura por la que atraviesa el Perú y con mis propias convicciones (...) y en ese debate pienso que la posición asumida por Vargas Llosa lo identifica objetivamente con los sectores conservadores del Perú y lo oponen a la irrupción irresistible de las clases populares que lucha por su bienestar".
El definitivo Alejamiento
Años después Ribeyro publicó el primer volumen de ese genial diario "La tentación del fracaso", y al año siguiente Vargas Llosa publicó sus polémicas memorias, El pez en el agua, en el que escribió:
"En los días de la estatización de la banca, la prensa aprista difundió, con mucho bombo, unas declaraciones furibundas de Julio Ramón Ribeyro, desde París, acusándome de identificarme 'objetivamente con los sectores conservadores del Perú' y oponerme a la irrupción irresistible de las clases populares'. Ribeyro, escritor muy decoroso, hasta entonces amigo mío, había sido nombrado diplomático ante la Unesco por la dictadura de Velasco y fue mantenido en el puesto por todos los gobiernos sucesivos, dictaduras o democracias, a los que sirvió con docilidad, imparcialidad y discreción".
Como es sabido, Vargas Llosa postularía a la presidencia del Perú para las elecciones de 1990 ante, Alberto Fujimori, en 1989 el coordinador de la oficina de prensa , el narrador Guillermo Niño de Guzmán (amigo de ambos autores) organizó un almuerzo en una casa que había alquilado. Desconociendo el problema que tenían ambos a raíz de esta discrepancias, invitó a Ribeyro, que estaba en Lima vacacionando y a Vargas Llosa.
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"Para mi sorpresa, Ribeyro y Vargas Llosa no se hablaron en todo el almuerzo. Cuando Mario decide irse, se despide de todos menos de Julio Ramón, a quien le dejó extendida la mano. Fue muy incómodo. Quedé muy sorprendido. Julio Ramón estaba indignado, se quedó hasta tarde en la casa. Se quejó 'Qué se ha creído Mario".
Ante esta situación, Coaguila narra que Ribeyro escribió una carta de respuesta a Vargas Llosa, pero que nunca vio la luz por ser enemigo de la polémica y por la desigual condición, pues para entonces el novelista era ya demasiado reconocido y con un poder mediático acaparador.
Al respecto Niño de Guzman cuenta que cuando Ribeyro se estaba muriendo (te recomiendo leer: Así fueron los últimos días de Julio Ramón Ribeyro) le dio las llaves de su departamento para poner a buen recaudo sus diarios. "Cuando fui por los manuscritos, encontré hasta nueve versiones de una carta que había empezado en respuesta a Vargas Llosa, pero que no concluía nunca, así que cada una era una nueva versión a máquina. No le pedía disculpas, si no le explicaba por qué estaba de acuerdo con las medidas económicas del presidente García".
Ribeyro conocía algunos puntos donde podría golpear a su compatriota Vargas Llosa, pero no lo hizo. Se los contó a Coaguila, eso sí, como cuando el novelista apoyó a los independentistas de Argelia, al Frente Nacional de Liberacion de Argelia, durante la guerra que libró de 1954 a 1962, pero jamás lo mencionaría en público para dañarlo.
La muerte de Ribeyro
Cuando Ribeyro murió el 4 de diciembre de 1994, algunos esperaban un artículo, o una semblanza de parte del escritor de "La ciudad y los perros", un homenaje a su trayectoria. Sin embargo, esto nunca se dio.
Tengo muchas cosas más que contar al respecto e incluso en el libro de Coaguila (el cual recomiendo totalmente) se menciona que se conocerán muchos más detalles acerca de esta amistad con otros documentos y los próximos volúmenes del diario del 'flaco' que espero salgan a la luz muy pronto.
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Bien
ResponderEliminarGRACIAS.
ResponderEliminarEs muy sabido el espíritu pendenciero de nuestro Mario, tan elocuente para defender lo que piensa y tan celoso de expresar lo que siente de sus "ex amigos"
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