Leamos "Es que somos muy pobres", cuento de Juan Rulfo

Desde hace ya unos a帽os Juan Rulfo se ha convertido en uno de mis cuentistas favoritos, me rindo ante su narrativa y la manera en c贸mo no solo escribe, sino que transmite un sentir que lo deja a uno perplejo. Alguien podr铆a decir que es una prosa sencilla y nada rebuscada (quiz谩 a modo de cr铆tica) pero la realidad es que es precisamente esto lo que dota su obra de gran genialidad. Este s谩bado disfrutemos este apote贸sico relato. 


"Es que somos muy pobres", cuento de Juan Rulfo
Imagen: Fotograf铆a de actriz principal de El Despojo, 1959 - Juan Rulfo



ES QUE SOMOS MUY POBRES


Aqu铆 todo va de mal en peor. La semana pasada se muri贸 mi t铆a Jacinta, y el s谩bado, cuando ya la hab铆amos enterrado y comenzaba a baj谩rsenos la tristeza, comenz贸 a llover como nunca. A mi pap谩 eso le dio coraje, porque toda la cosecha de cebada estaba asole谩ndose en el solar. Y el aguacero lleg贸 de repente, en grandes olas de agua, sin darnos tiempo ni siquiera a esconder aunque fuera un manojo; lo 煤nico que pudimos hacer, todos los de mi casa, fue estarnos arrimados debajo del tejab谩n, viendo c贸mo el agua fr铆a que ca铆a del cielo quemaba aquella cebada amarilla tan reci茅n cortada.

Y apenas ayer, cuando mi hermana Tacha acababa de cumplir doce a帽os, supimos que la vaca que mi pap谩 le regal贸 para el d铆a de su santo se la hab铆a llevado el r铆o.

El r铆o comenz贸 a crecer hace tres noches, a eso de la madrugada. Yo estaba muy dormido y, sin embargo, el estruendo que tra铆a el r铆o al arrastrarse me hizo despertar en seguida y pegar el brinco de la cama con mi cobija en la mano, como si hubiera cre铆do que se estaba derrumbando el techo de mi casa. Pero despu茅s me volv铆 a dormir, porque reconoc铆 el sonido del r铆o y porque ese sonido se fue haciendo igual hasta traerme otra vez el sue帽o.

Cuando me levant茅, la ma帽ana estaba llena de nublazones y parec铆a que hab铆a seguido lloviendo sin parar. Se notaba en que el ruido del r铆o era m谩s fuerte y se o铆a m谩s cerca. Se ol铆a, como se huele una quemaz贸n, el olor a podrido del agua revuelta.

A la hora en que me fui a asomar, el r铆o ya hab铆a perdido sus orillas. Iba subiendo poco a poco por la calle real, y estaba meti茅ndose a toda prisa en la casa de esa mujer que le dicen la Tambora. El chapaleo del agua se o铆a al entrar por el corral y al salir en grandes chorros por la puerta. La Tambora iba y ven铆a caminando por lo que era ya un pedazo de r铆o, echando a la calle sus gallinas para que se fueran a esconder a alg煤n lugar donde no les llegara la corriente.


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Y por el otro lado, por donde est谩 el recodo, el r铆o se deb铆a de haber llevado, qui茅n sabe desde cu谩ndo, el tamarindo que estaba en el solar de mi t铆a Jacinta, porque ahora ya no se ve ning煤n tamarindo. Era el 煤nico que hab铆a en el pueblo, y por eso nom谩s la gente se da cuenta de que la creciente esta que vemos es la m谩s grande de todas las que ha bajado el r铆o en muchos a帽os.

Mi hermana y yo volvimos a ir por la tarde a mirar aquel amontonadero de agua que cada vez se hace m谩s espesa y oscura y que pasa ya muy por encima de donde debe estar el puente. All铆 nos estuvimos horas y horas sin cansarnos viendo la cosa aquella. Despu茅s nos subimos por la barranca, porque quer铆amos o铆r bien lo que dec铆a la gente, pues abajo, junto al r铆o, hay un gran ruidazal y solo se ven las bocas de muchos que se abren y se cierran y como que quieren decir algo; pero no se oye nada. Por eso nos subimos por la barranca, donde tambi茅n hay gente mirando el r铆o y contando los perjuicios que ha hecho. All铆 fue donde supimos que el r铆o se hab铆a llevado a la Serpentina, la vaca esa que era de mi hermana Tacha porque mi pap谩 se la regal贸 para el d铆a de su cumplea帽os y que ten铆a una oreja blanca y otra colorada y muy bonitos ojos.


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No acabo de saber por qu茅 se le ocurrir铆a a la Serpentina pasar el r铆o este, cuando sab铆a que no era el mismo r铆o que ella conoc铆a de a diario. La Serpentina nunca fue tan atarantada. Lo m谩s seguro es que ha de haber venido dormida para dejarse matar as铆 nom谩s por nom谩s. A m铆 muchas veces me toc贸 despertarla cuando le abr铆a la puerta del corral porque si no, de su cuenta, all铆 se hubiera estado el d铆a entero con los ojos cerrados, bien quieta y suspirando, como se oye suspirar a las vacas cuando duermen.

Y aqu铆 ha de haber sucedido eso de que se durmi贸. Tal vez se le ocurri贸 despertar al sentir que el agua pesada le golpeaba las costillas. Tal vez entonces se asust贸 y trat贸 de regresar; pero al volverse se encontr贸 entreverada y acalambrada entre aquella agua negra y dura como tierra corrediza. Tal vez bram贸 pidiendo que le ayudaran. Bram贸 como solo Dios sabe c贸mo.

Yo le pregunt茅 a un se帽or que vio cuando la arrastraba el r铆o si no hab铆a visto tambi茅n al becerrito que andaba con ella. Pero el hombre dijo que no sab铆a si lo hab铆a visto. Solo dijo que la vaca manchada pas贸 patas arriba muy cerquita de donde 茅l estaba y que all铆 dio una voltereta y luego no volvi贸 a ver ni los cuernos ni las patas ni ninguna se帽al de vaca. Por el r铆o rodaban muchos troncos de 谩rboles con todo y ra铆ces y 茅l estaba muy ocupado en sacar le帽a, de modo que no pod铆a fijarse si eran animales o troncos los que arrastraba.

Nom谩s por eso, no sabemos si el becerro est谩 vivo, o si se fue detr谩s de su madre r铆o abajo. Si as铆 fue, que Dios los ampare a los dos.

La apuraci贸n que tienen en mi casa es lo que pueda suceder el d铆a de ma帽ana, ahora que mi hermana Tacha se qued贸 sin nada. Porque mi pap谩 con muchos trabajos hab铆a conseguido a la Serpentina, desde que era una vaquilla, para d谩rsela a mi hermana, con el fin de que ella tuviera un capitalito y no se fuera a ir de piruja como lo hicieron mis otras dos hermanas, las m谩s grandes.

Seg煤n mi pap谩, ellas se hab铆an echado a perder porque 茅ramos muy pobres en mi casa y ellas eran muy retobadas. Desde chiquillas ya eran rezongonas. Y tan luego que crecieron les dio por andar con hombres de lo peor, que les ense帽aron cosas malas. Ellas aprendieron pronto y entend铆an muy bien los chiflidos, cuando las llamaban a altas horas de la noche. Despu茅s sal铆an hasta de d铆a. Iban cada rato por agua al r铆o y a veces, cuando uno menos se lo esperaba, all铆 estaban en el corral, revolc谩ndose en el suelo, todas encueradas y cada una con un hombre trepado encima.

Entonces mi pap谩 las corri贸 a las dos. Primero les aguant贸 todo lo que pudo; pero m谩s tarde ya no pudo aguantarlas m谩s y les dio carrera para la calle. Ellas se fueron para Ayutla o no s茅 para d贸nde; pero andan de pirujas.

Por eso le entra la mortificaci贸n a mi pap谩, ahora por la Tacha, que no quiere vaya a resultar como sus otras dos hermanas, al sentir que se qued贸 muy pobre viendo la falta de su vaca, viendo que ya no va a tener con qu茅 entretenerse mientras le da por crecer y pueda casarse con un hombre bueno, que la pueda querer para siempre. Y eso ahora va a estar dif铆cil. Con la vaca era distinto, pues no hubiera faltado qui茅n se hiciera el 谩nimo de casarse con ella, solo por llevarse tambi茅n aquella vaca tan bonita.

La 煤nica esperanza que nos queda es que el becerro est茅 todav铆a vivo. Ojal谩 no se le haya ocurrido pasar el r铆o detr谩s de su madre. Porque si as铆 fue, mi hermana Tacha est谩 tantito as铆 de retirado de hacerse piruja. Y mam谩 no quiere.

Mi mam谩 no sabe por qu茅 Dios la ha castigado tanto al darle unas hijas de ese modo, cuando en su familia, desde su abuela para ac谩, nunca ha habido gente mala. Todos fueron criados en el temor de Dios y eran muy obedientes y no le comet铆an irreverencias a nadie. Todos fueron por el estilo. Qui茅n sabe de d贸nde les vendr铆a a ese par de hijas suyas aquel mal ejemplo. Ella no se acuerda. Le da vueltas a todos sus recuerdos y no ve claro d贸nde estuvo su mal o el pecado de nacerle una hija tras otra con la misma mala costumbre. No se acuerda. Y cada vez que piensa en ellas, llora y dice: “Que Dios las ampare a las dos.”

Pero mi pap谩 alega que aquello ya no tiene remedio. La peligrosa es la que queda aqu铆, la Tacha, que como palo de ocote crece y crece y que ya tiene unos comienzos de senos que prometen ser como los de sus hermanas: puntiagudos y altos y medio alborotados para llamar la atenci贸n.

-S铆 -dice-, le llenar谩 los ojos a cualquiera dondequiera que la vean. Y acabar谩 mal; como que estoy viendo que acabar谩 mal.


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Esa es la mortificaci贸n de mi pap谩.

Y Tacha llora al sentir que su vaca no volver谩 porque se la ha matado el r铆o. Est谩 aqu铆 a mi lado, con su vestido color de rosa, mirando el r铆o desde la barranca y sin dejar de llorar. Por su cara corren chorretes de agua sucia como si el r铆o se hubiera metido dentro de ella.

Yo la abrazo tratando de consolarla, pero ella no entiende. Llora con m谩s ganas. De su boca sale un ruido semejante al que se arrastra por las orillas del r铆o, que la hace temblar y sacudirse todita, y, mientras, la creciente sigue subiendo. El sabor a podrido que viene de all谩 salpica la cara mojada de Tacha y los dos pechitos de ella se mueven de arriba abajo, sin parar, como si de repente comenzaran a hincharse para empezar a trabajar por su perdici贸n..

FIN

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Mar de fondo

饾惖饾憻饾懄饾憥饾憶 饾憠饾憱饾憴饾憴饾憥饾憪饾憻饾憭饾懅 (Lima, 1990) Director del Blog de Mar de fondo. Estudi茅 Comunicaciones, Sociolog铆a y soy autor del libro "Las vidas que tom茅 prestadas". Amante de los cuentos, cartas, diarios y novelas. Convencido de que "饾憟饾憶 饾憫饾憱́饾憥 饾憴饾憭饾憱́饾憫饾憸 饾憶饾憸 饾憭饾憼 饾憿饾憶 饾憫饾憱́饾憥 饾憹饾憭饾憻饾憫饾憱饾憫饾憸."

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